Crear un plástico de origen orgánico empleando como materia prima un producto que no fuera alimento para la población nacional, fue el reto que enfrentaron cinco estudiantes de ingeniería del Instituto Tecnológico de Durango (ITD). Por el resultado obtenido, el proyecto Biopal obtuvo el primer lugar en la categoría de Proceso en el Evento Nacional Estudiantil de Innovación Tecnológica (ENEIT), al que convoca el Tecnológico Nacional de México (TecNM).
Se trata de un bioplástico obtenido del mucilago (baba) de nopal Oputia ficus-indica spp, mismo que por contener demasiada fibra hace imposible su consumo. No obstante, la misma característica permite su aprovechamiento como alternativa orgánica para la envoltura y protección de granos, cereales o semillas.
“El planteamiento es sencillo: ¿qué es más importante, alimentar a la población o crear bioplásticos empleando productos que son alimento? Algunos países ya tienen como normativa que para el desarrollo de biopolímeros no se considere como materia prima que sea o se convierta en alimento”, puntualiza la bioquímica Diana Arlette Cabral Madrid, integrante del equipo de innovadores del ITD.
En entrevista explica que se dieron a la tarea de investigar sobre los bioplásticos elaborados de productos alimenticios, como fécula de maíz, mismo que resulta muy costosos en su producción. De igual forma los fabricados de almidón de la papa también tienen rendimientos bajos.
Refiere que hicieron pruebas con diversas especies de nopal y la que mejor convino a su proyecto por resultados y costos de operación fue Oputia ficus-indica spp, la cual no se siembra como los convencionales, sino que se cultiva en alta densidad para que contenga mayores niveles de mucilago.
Además de Cabral Madrid, el equipo científico lo conforman las ingenieras Jocelin Alcantar Zamora, en mecatrónica, y Nancy Guadalupe Villarreal, en bioquímica, y los ingenieros Alexis González, en gestión empresarial, y Oscar Astorga, en mecatrónica. El proyecto Biopal fue asesorado por el académico Salvador Davis Rodríguez.
El proceso para la obtención del plástico orgánico inicia al retirar las espinas del nopal para poder triturarlo y luego se somete a de sedimentación y filtrado, después se separa por diferencia de densidades la fibra soluble y el agua, para finalmente obtener el mucilago. Lo que sigue es un proceso de calentamiento y se obtiene el bioplástico.
Como material de residuo del proceso queda la fibra soluble que se emplea para fabricar vasos, platos y demás desechables sustitutos de unicel y plástico convencional, con las mismas propiedades. A diferencia de aquel, éste puede ser comestible porque en su fabricación se emplean otros compuestos orgánicos, aunque no es lo recomendable.
“Fabricar un kilo de Biopal cuesta 20 pesos y se puede ofrecer en el mercado a 30 o 35 pesos con utilidad del 30 por ciento. El rendimiento de un kilo del nopal es del 60 por ciento de mucilago, y los niveles de producción son de 250 kilos diarios”, detalla Cabral Madrid.
El bioplástico, en vía de patente, está enfocado a cubrir y proteger alimentos de baja humedad, como cereales o leguminosas para embolsar y vender, pues por tratarse de un producto cien por ciento natural al entrar en contacto con el agua se degrada. El material se ha expuesto a calor de hasta 150 grados sin perder cualidades, y bajo una humedad relativa, de 25 por ciento, puede durar sin perder cualidades un año y medio, aproximadamente. (Agencia ID)