Estudia ingeniero guatemalteco en la NASA conducta de microbios en ambiente de microgravedad del espacio

A sus 36 años, el doctor en bioastronáutica ha cumplido sueños como conocer a Neil Amstrong, y a Buzz Aldrin (los primeros en pisar la luna, en la misión del Apolo 11), a directores de agencias espaciales como la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA).

Desde joven, estaba apasionado con el espacio. Un par de años antes de graduarse supo que existía la ingeniería aeroespacial, carrera que permitía trabajar en el campo de las naves espaciales y la exploración del cosmos. Como esa carrera no existía en Guatemala, y tampoco tenía los recursos para cursarla en una universidad extranjera, Luis optó por una opción local.

“Averigüé que la Ingeniería Mecánica era una buena base y que la Universidad del Valle de Guatemala tenía la reputación de ser la mejor para ingenierías en el país. Así elegí mi carrera y universidad”, comparte.

Zea es un ejemplo de que la educación en Centroamérica es capaz de formar talento que compita en el mercado global. Cuando partió al extranjero a estudiar una maestría en Ingeniería Aeroespacial, buscó proyectos extra-curriculares y pudo ser parte de un equipo que diseñaba un satélite tipo CubeSat. Vivió dos semanas en el desierto de Utah en una simulación de un viaje a Marte.

Al concluir su maestría trabajó como ingeniero y luego fue a la Universidad del Colorado en Boulder para cursar un Doctorado en Bioastronáutica. Durante esa época trabajó en el desarrollo de la cabina de una nave espacial tripulada desarrollada en Colorado llamada Dream Chaser, y en 12 experimentos que han ido a la Estación Espacial Internacional (EEI).

Actualmente, Zea trabaja en un centro que ayuda a científicos a enviar sus experimentos a la EEI, y lidera su propio proyecto de investigación financiado por la NASA, para estudiar la conducta de los microbios en el ambiente de microgravedad del espacio. De su vida profesional resalta: “He sido afortunado en poder trabajar en varios proyectos espaciales como ingeniero, administrador de proyecto y científico en temas como resistencia a los antibióticos, osteoporosis y ahora, cáncer. El ambiente de microgravedad del espacio permite investigar procesos biológicos y fisicoquímicos de una forma que no se puede en la tierra”.

En paralelo a su trabajo de biología gravitacional, Luis Zea trabaja -vía remota- con su alma mater, dirigiendo el diseño y desarrollo del primer satélite guatemalteco junto a Victor Hugo Ayerdi, director del Departamento de Ingeniería Mecánica y estudiantes de penúltimo y último año de diferentes ingenierías, que permitirá poner a prueba un prototipo de sensor desarrollado internamente en la UVG, el cual podrá ser usado en satélites para diferentes aplicaciones, como monitoreo de contaminación en lagos, incendios forestales y en la administración de los recursos naturales.

Para el guatemalteco, lo más satisfactorio es saber que su trabajo “contribuye a mejorar nuestro conocimiento científico sobre enfermedades, y que eso se puede traducir en mejorar la calidad de vida de personas alrededor del mundo”.

TRES CONSEJOS PARA LOS UNIVERSITARIOS

La UVG, le enseñó implícitamente organización personal y una disciplina de trabajo duro.

1. ¿Cómo elegir Carrera?
“Piensen qué harían en un mundo ideal, en donde no se tendrían que preocupar por dinero. Luego de identificar las opciones que les gusten, investiguen sobre personas que hacen de eso una carrera y averigüen cómo pueden vivir de ella. Tomen en cuenta a dónde quieren ir a largo plazo y cómo cada opción de universidad les ayudaría a llegar a ese objetivo”.

2. ¿Estudiar en el extranjero?
“Me di cuenta de que no hay ninguna razón por la cual los centroamericanos no podamos hacer las cosas que se hacen en países desarrollados, gracias a que pude ver cómo funcionan las cosas en otras partes del mundo. Si más estudiantes de nuestra región tuviesen esa oportunidad, podríamos motivarles a ser focos de desarrollo”.

3. Los Profesores
“Tener una tasa alta de profesores versus estudiantes permite tener más tiempo de los catedráticos para resolver dudas. Tuve un profesor de matemática que se encargó de que ‘no tirara la toalla’ y siguiera tratando. Eso hizo la diferencia”.

Fuente: MIT