Cuando el 24 de mayo del 2006 la Unión Europea, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, India, Rusia y China suscribieron en Bruselas (Bélgica) el acuerdo para el lanzamiento del reactor de fusión internacional, o proyecto Iter, se fijaron el 2016 como meta para que esta empresa comenzara a funcionar.
Pero ha pasado una década de retrasos y aumentos de costos. Sin embargo, el proyecto Iter ha tomado un nuevo impulso y “ahora avanza a toda velocidad”, según el título de la presentación que ofreció su director general, el francés Bernard Bigot, en una reciente visita de periodistas a las instalaciones de Cadarache (Francia).
Las 180 hectáreas sobre las que se levantará el complejo Iter son un espacio de construcción, aunque ya se ven terminados algunos de sus 39 edificios; el más imponente es el que servirá para montar el reactor de fusión, en el cual se concentran los trabajos para avanzar.
Iter no solo significa ‘camino’ en latín, sino que es el acrónimo en inglés de reactor termonuclear experimental internacional, uno de los mayores proyectos científicos del mundo y que quiere demostrar la viabilidad de la fusión nuclear como fuente de energía.
Aunque las previsiones eran que el tokamak –la máquina experimental concebida para explotar la energía de la fusión– hubiera empezado a funcionar este año, hace tiempo que esa idea se reveló imposible ante los retrasos.
Pero un año y medio atrás se estableció un plan de acción con “un calendario realista y que se cumpliera”, el cual avanza a toma máquina, dijo Bigot.
Mientras las obras continúan, las grandes piezas del tokamak –cada socio se encarga de construir una parte– empezaron a llegar en el 2015 y el plan es que en el 2025 se ponga en marcha y funcione a máxima potencia 10 años después.
El plan de acción de Bigot fue refrendado el pasado abril por un equipo de expertos independientes, quienes consideraron que “el proyecto proporciona ahora unas estimaciones creíbles en cuanto a costos y personal”.
El presupuesto inicial del Iter, hace una década, era de 5.000 millones de euros, debido a “un calendario no realista y una apreciación subestimada de los costos”, según Bigot, para quien la inversión total hasta la puesta en marcha será de unos 18.000 millones.
Potente energía
Probar que la fusión nuclear que se produce en las estrellas puede lograrse en la Tierra a gran escala, no es tarea fácil y para ello se está construyendo el tokamak más grande del mundo: tendrá 30 metros de alto y otros tantos de diámetro, un peso de 23.000 toneladas y albergará 840 metros cúbicos de plasma que alcanzará una temperatura de 150 millones de grados.
Cada una de sus piezas, de grandes dimensiones, debe ser fabricada, ensamblada y funcionar “con una precisión propia de la industria relojera”, apuntó Bigot, quien destacó la importancia de las innovaciones técnicas para realizarlo.
La fusión nuclear, que ya se ha logrado en pequeña escala, reproduce un proceso que se da en el Sol con la fusión de los núcleos de dos átomos de hidrógeno (muy abundante en la Tierra). Para ello, en el tokamak –una cámara de vacío– se introduce una pequeña cantidad de hidrógeno, que se acelera con campos magnéticos y corrientes eléctricas para lograr un plasma que se calienta hasta lograr la fusión de sus núcleos, liberando así helio –un gas inocuo– y una gran cantidad de energía.
El objetivo del proyecto Iter es lograr una energía limpia, abundante, segura y barata, para dar respuesta al desafío energético del futuro.
Fuente: EFE