Los japoneses tienen un hábito caro: les gusta pagar en efectivo. La mayoría de los pagos de la tercera economía más grande del mundo se basa en billetes y monedas de metal. Esto aleja a Japón de China y Corea del Sur, donde predominan varios tipos de pago electrónico «sin efectivo», así como de Occidente, donde las tarjetas de crédito y débito son mucho más populares.
También significa que el país necesita muchos cajeros automáticos, probablemente tiene más de 200.000, así como cajas registradoras y flotas de vehículos para mover el dinero. Todo esto supone un gasto anual de casi 16.000 millones de euros, la mayoría del cual corre a cargo del sector financiero.
El próximo año, cientos de miles de visitantes extranjeros, casi todos procedentes de países donde las tarjetas de crédito y los pagos digitales son muy habituales, llegarán a Tokio (Japón) para ver los Juegos Olímpicos. Se espera que los turistas gasten miles de millones de euros durante el acontecimiento, pero el sistema financiero de Japón simplemente no está equipado para manejarlo, lo que podría hacer que el país deje de ganar cientos de millones de euros.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, quiere que, para 2025, el 40 % de los pagos se realice sin efectivo. En agosto del año pasado, el Gobierno anunció planes para ofrecer beneficios fiscales y subsidios a las empresas participantes. Y mientras que todo, desde los pagos con tarjeta de crédito hasta las transacciones con códigos QR, estaría incluido como pago sin efectivo, algunos de los expertos financieros más importantes del país piensan que la mejor forma de que Japón se deshaga del efectivo es mediante la tecnología Bitcoin.
Mitsubishi UFJ Financial Group (MUFG), el banco más grande del país y el quinto más grande del mundo a nivel de activos, se ha unido a la compañía estadounidense de internet Akamai para construir una red de pagos para el consumidor basada en cadena de bloques (blockchain), a tiempo para los Juegos Olímpicos. Si lo logran, podrían generar la red de pagos de consumo más rápida y potente hasta la fecha. Afirman que en las pruebas ha podido manejar más de un millón de transacciones por segundo, con cada transacción confirmada en dos segundos o menos, y creen que con el tiempo el sistema podría alcanzar las 10 millones de transacciones por segundo (en comparación, la red de tarjetas de crédito de Visa maneja varios miles de transacciones por segundo. Bitcoin alcanza un máximo de aproximadamente siete transacciones por segundo, y cada transacción puede tardar hasta una hora en confirmarse.) El sistema está diseñado para manejar todo tipo de pagos, desde peajes automáticos de autopistas hasta tarjetas de pago y compras mediante aplicaciones.
MUFG, que también está probado su propia crioptomoneda, no está sola. Mizuho Financial Group, una importante empresa financiera, lleva varios experimentando con la tecnología blockchain como parte de un proyecto denominado «J-Coin» y planea lanzar su propia moneda digital para pagos al por menor este marzo. SBI Holdings, una gran compañía de servicios financieros, afirma que está creando su propia moneda digital, también para pagos al por menor, llamada S Coin.
La apuesta de todas estas compañías consiste en que la sociedad de Japón está preparada para comenzar a usar el efectivo digital. Los japoneses están bastante familiarizados con la tecnología, el intercambio de criptomonedas ha sido excepcionalmente popular en el país durante años, y los reguladores financieros de Japón están más acostumbrados a la tecnología de cadena de bloques que la mayoría. Con la presión del Gobierno para dejar de usar el efectivo y la falta competencia de tarjetas de crédito y otras formas de pago electrónico, Japón podría saltarse la tecnología actual de pagos electrónicos para pasar directamente a las cadenas de bloques.
Si el experimento funciona, la economía del país se podría reformar. Todo, desde las grandes transacciones entre bancos hasta las pequeñas compras al por menor, podría llevarse a cabo sin apenas demora y costaría una fracción de su precio actual. En comparación, incluso las tarjetas de crédito actuales resultarían lentas y caras.
En este proceso, Japón se convertirá en el proyecto piloto más grande del mundo para testar la idea de es posible utilizar un registro criptográfico y una red de ordenadores para crear una forma electrónica de dinero. La prueba incluso podría ayudar al país a recuperar su posición como líder mundial tanto en finanzas como en tecnología, un reinado que no ha tenido durante décadas.
Pero la historia de cómo ha llegado a esta situación empezó con una catástrofe.
El legado del Mt. Gox
Hace mucho, mucho tiempo en la historia de las criptomonedas, es decir, entre 2010 y principios de 2014, Mt. Gox con sede en Tokio era la principal plataforma global online para comprar e intercambiar bitcoins. En 2013, acumulaba el 70 % de todas las transacciones mundiales de Bitcoin. Por eso, cuando unos hackers robaron casi 400 millones de euros en bitcoins de esta casa de intercambio, provocando su colapso, las repercusiones se sintieron en todo el mundo (ver Bitcoin en el punto de mira).
El desastre fue particularmente traumático para Japón, tal y como recuerda la que en ese momento trabajaba en la casa de cambio estadounidense Kraken Aya Miyaguchi. En aquel momento, Kraken era uno de los pocos competidores de Mt. Gox. «En general, la gente no sabía nada de Bitcoin», y cuando se supo la noticia del colapso, «muchos entraron en pánico» y los medios japoneses criticaron duramente las criptomonedas, cuenta Miyaguchi.
Miyaguchi, nativa de Japón, llevaba 10 años viviendo en EE. UU. cuando se produjo el robo masivo de Mr. Gox. Actualmente dirige la Fundación Ethereum, y recuerda que el suceso también le preocupó: «Pensé que, sin la información y la formación adecuadas, todo el ecosistema podría estar en riesgo». La responsable sintió el deber de ayudar a informar a los reguladores, inversores y a la sociedad sobre las criptomonedas y las cadenas de bloques.
Solo un mes después del colapso de Mt. Gox, Miyaguchi se reunió con el legislador influyente del partido gobernante de Japón, Mineyuki Fukuda, a quien se le había encomendado la tarea de averiguar cómo regular la tecnología. A ella le sorprendió su previsión: «[Fukuda] veía la tecnología como una posible ventaja competitiva para Japón. Incluso hablamos sobre cómo podríamos usar la criptomoneda para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020».
Fukuda no estaba actuando en vano. A finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, la industria tecnológica de Japón, que antes había sido la envidia del mundo, había perdido grandes porciones de participación en el mercado global a causa de otras compañías extranjeras, particularmente de Corea del Sur y China. El Gobierno japonés buscaba nuevas industrias con las que el país pudiera competir. Los políticos estaban particularmente preocupados por el hecho de que Japón se había puesto por detrás de China en tecnología financiera, recuerda el exempleado de Mt. Gox Thomas Glucksmann, que ahora dirige las sociedades corporativas asiáticas desde Diginex, una empresa de consultoría con sede en Hong Kong (China) centrada en la tecnología blockchain.
En lugar de rechazar la industria de la criptomoneda tras el colapso del Mt. Gox, Fukuda decidió fomentarla. Pero en vez apresurarse a crear nuevas reglas para la tecnología blockchain, el Gobierno creó una organización autorreguladora dirigida por la industria. Finalmente, Japón implementó el primer régimen de licencias del mundo (y aún el único) para los intercambios de criptomonedas, que entró en vigor en abril de 2017.
Pero la tolerancia de las autoridades japonesas se redujo después unos hackers saquearan más de 400 millones de euros de 2018 de Coincheck, una plataforma de intercambio sin licencia que operaba bajo una exención. La Agencia de Servicios Financieros de Japón (FSA, por sus siglas en inglés) empezó a investigar las casas de intercambios de criptomonedas del país y ordenó a varias de ellas que corrigieran sus prácticas de seguridad de poca calidad. Los reguladores endurecieron las licencias, retrasando las nuevas aprobaciones. Bajo una nueva dirección, Coincheck finalmente obtuvo su licencia en enero.
Regular las criptomonedas sin frenar la innovación es un desafío para muchos gobierno. Pero parece que Japón ha encontrado un buen equilibrio. Después del incidente de Coincheck, la FSA «estudió mucho sobre criptomonedas y ciberseguridad» y acabó mejor informada que la mayoría de los consultores de la industria, según el presidente y director general de Monex, Oki Matsumoto, quien es el nuevo propietario de Coincheck. Al igual que pasó con el fiasco del Mt. Gox, el Gobierno japonés convirtió el hackeo de Coincheck en un aprendizaje.
Nace el ‘cripto-efectivo’
Como mínimo, hay una razón más para creer que el efectivo basado en blockchain tendrá éxito en Japón: a los inversores al por menor del país ya les encanta el mundo de las criptomonedas.
Ese afecto proviene de su gusto por comerciar con divisas extranjeras. Los comerciantes japoneses representan más de la mitad de las operaciones globales en el mercado de divisas. Recientemente, se han expandido al intercambio de criptomonedas, aprovechando el bullicioso (y ahora regulado) ambiente de intercambio japonés. Es difícil precisar el tamaño exacto del mercado de las criptomonedas en Japón, pero se ha convertido en el mayor mercado de Asia desde que China cerró sus operaciones en 2017. Los analistas de Deutsche Bank sostienen que los inversores minoristas japoneses fueron una de las principales razones por las que el precio de Bitcoin se disparó hasta los casi 18.000 euros a finales de 2017.
Por supuesto, el intercambio de criptomonedas es popular en muchos más países, pero en ningún lugar está muy extendido para pagos al por menor. ¿Por qué Japón debería ser diferente? Su sector minorista es claramente de baja tecnología: la mayoría de las tiendas ni siquiera aceptan tarjetas de crédito o débito. Para comprar online, las personas habitualmente imprimen el código de barras en casa y lo llevan a una tienda, donde pagan en efectivo.
Por otro lado, los japoneses no rechazan completamente los pagos electrónicos. Los servicios de tarjetas prepago como Suica, que se venden en las principales compañías ferroviarias del país, son populares. Las tiendas de alimentación y supermercados también suelen aceptar la tarjeta Suica. El CTO de Akamai, Andy Champagne, está convencido de que ha llegado el momento de que Japón termine su historia de amor con el dinero en efectivo. El experto opina: «Es una sociedad extraordinariamente técnica y muy interesada en realizar transacciones digitales». Dado el impulso del Gobierno para no usar el dinero efectivo dentro de poco, considera que «es una oportunidad única en un momento único».
Pero, aunque Champagne tuviera razón, ¿por qué blockchain? Las criptomonedas actuales tienden a ser volátiles a menos que estén respaldadas por una moneda fiduciaria en una cuenta bancaria. Son difíciles de usar y mantenerlas a salvo de los hackers, y las transacciones fraudulentas no se pueden revertir. Los servicios de terceros, como las plataformas de intercambios, pueden tener grandes problemas de seguridad, como demostraron los hackeos de Mt. Gox y Coincheck. Y las cadenas de bloques más populares son lentas y requieren una gran cantidad de potencia computacional para asegurar el libro mayor, lo que genera una enorme huella de carbono.
Los sistemas que están construyendo los bancos de Japón podrían remediar todos estos inconvenientes. La cadena de bloques de MUFG se ejecutará en los servidores de Akamai. La empresa tiene experiencia en la creación de algoritmos patentados para entregar contenido web a usuarios de todo el mundo, que es su negocio principal. Esa experiencia puede traducirse fácilmente en una red que sea más eficiente a nivel energético, más rápida y más económica de operar que una cadena de bloques pública, explica Champagne. MUFG cree que incluso los pagos demasiado pequeños para las redes de tarjetas de crédito tradicionales serán factibles.
Pero, ¿la gente en Japón está dispuesta a cambiar su dinero por una cadena de bloques? La cofundadora de HashHub, un espacio de trabajo conjunto para start-ups de blockchain en Tokio, Yoriko Beal se muestra escéptica. Aunque la popularidad de las tarjetas de Suica demuestra que podría ser factible, ella cree que se trata de una cuestión de utilidad, no de tecnología. Las tarjetas Suica son muy útiles, y por eso las personas las usan, concluye: «Si MUFG y Akamai están tan seguros de que usar blockchain podría reducir mucho los costes en comparación a las tarjetas de metro, es posible que ocurra».
Fuente: technologyreview.es