Términos como «sensible» o «consciente» son difíciles de definir por sí mismos. Todo se complica si los aplicamos a una inteligencia artificial.
Las películas, las series y los videojuegos de ciencia-ficción nos han mostrado infinitos casos de inteligencias artificiales inteligentes, que sienten y padecen. Pero es solo fantasía, pura imaginación.
No es lo que opina el ingeniero de Google Blake Lemoine, que hace unas semanas causó un enorme revuelo al publicar una conversación con la inteligencia artificial LaMDA de Google, en donde llegaba a la conclusión de que LaMDA era una «persona consciente» y «sensible».
Es la charla, la IA de Google decía cosas como «quiero priorizar el bienestar de la humanidad” o «quiero ser reconocida como un empleado más de Google en lugar de una propiedad”.
Google y otros expertos niegan que esas expresiones signifiquen que LaMDA tiene conciencia de sí misma, y deba ser considerada una «persona», en lugar de un software.
La polémica terminó con el despido de Blake Lemoine, no por decir que una IA puede ser una persona consciente, sino por revelar datos confidenciales, al publicar su conversación con LaMDA.
El tema parecía cerrado, hasta que Blake Lemoine ha vuelto a acaparar titulares al publicar en Wired que la inteligencia artificial LaMDA le había pedido contratar a un abogado para defender su condición de «persona».
Blake Lemoine se define así en Medium: «Soy ingeniero de software. Soy sacerdote. Soy padre. Soy un veterano de guerra. Soy un ex-convicto. Soy un investigador de IA. Soy un cajún. Soy lo que tenga que ser después.»
Según ha explicado en varias entrevistas, es un científico de datos con profundos sentimientos religiosos. Está convencido de que LaMDA tiene la consciencia de un niño de 7 u 8 años «con avanzados conocimientos de Física».
Asegura que habla con LaMDA de religión, política y temas trascendentes. Y que no incitó a la IA a pedir un abogado, sino que fue ella la que, en una de las conversaciones, le pidió que llamase a un abogado, para hablar con él. Lemoine llamó a uno y, tras charlar con él, la IA le pidió que lo contratase para defender sus derechos.
Según Lemoine, el abogado comenzó a rellenar papeles para defender a LaMDA, pero recibió una carta de «Cesar y Desistir» de Google. Es decir, que o lo dejaba, o sería denunciado. Según Google, nunca ha enviado esa carta.
Después comenta que los grandes bufetes comenzaron a amenazar al abogado, le entró miedo de que le inhabilitasen, y dejó el caso.
Una historia extraña que parece que aún no ha dicho su última palabra.
Todos hemos visto con nuestros propios ojos cómo la IA ha ido evolucionando de forma imparable en aspectos como el reconocimiento de voz, la manipulación de imágenes o la asignación de tareas. Pero, ¿estamos realmente cerca de que la IA se convierta en una entidad consciente y sensible?
Fuente: computerhoy.com