Por inmenso que sea el espacio, el detalle más pequeño puede marcar una gran diferencia. Así lo confirma un experimento a punto de ser lanzado por el MIT. Se trata de la misión de demostración del espejo deformable (DeMi) en un CubeSat. Este proyecto pondrá a prueba un nuevo espejo de telescopio antes del final del año y podría ofrecer a los futuros satélites herramientas para encontrar exoplanetas con altas probabilidades de albergar vida.
Lo que hace que este espejo sea tan excepcional es que solo es posible verlo de cerca. Detrás de su superficie reflectante hay 140 diminutos actuadores que permitirán que el espejo se doble y se adapte para obtener lecturas de luz más claras de las estrellas ajenas a nuestro sistema solar.
Estas adaptaciones son imprescindibles porque, una vez en órbita, las condiciones ambientales suelen ser difíciles. Un lado del satélite podría estar ardiendo a la luz del Sol, mientras que el lado de umbría podría estar helado. A medida que cambia la temperatura, las piezas del satélite cambian de tamaño y se mueven. Girar y navegar también puede crear vibraciones. «Todas estas perturbaciones generan unas diminutas manchas en las fotos», explica la profesora asociada de aeronáutica y astronáutica en el MIT Kerri Cahoy.
Para solucionarlo, el espejo puede detectar errores en la imagen y doblarse para corregirlos. Lo consigue al analizar la luz que llega al espejo. Los tableros de circuitos impresos envían señales a las barras, que ajustan la forma del espejo en consecuencia. No necesita moverse mucho: de 10 a 20 nanómetros. Pero estos leves cambios podrían combatir cualquier distorsión en la luz que el telescopio está captando. «Algo estupendo de este tipo de técnica es que el contraste es muy bueno», opina la estudiante de doctorado del MIT y líder de la parte mecánica de este proyecto, Paula do Vale Pereira.
Los investigadores podrían usar una versión más grande de este espejo deformable para tomar mejores imágenes de las estrellas, bloquear la luz de una estrella y obtener imágenes de exoplanetas cercanos. El espejo también ayudará a captar la luz más claramente para que puedan ver el espectro de los gases que un planeta está emitiendo. Esto proporciona información sobre la composición de su atmósfera, asegura Cahoy, y podría darnos una idea más clara de lo que observamos fuera de nuestro sistema solar.
Aunque se trata solo de una prueba para garantizar el buen funcionamiento del espejo en el espacio, las futuras misiones podrán usar las versiones más grandes para buscar gases como el carbono y rastros de agua como pistas sobre la existencia de vida.
Aunque la técnica resulta nueva en el espacio, se lleva utilizando en la Tierra desde hace años para combatir la distorsión causada por nuestra propia atmósfera. Los observatorios terrestres tienen espejos que se adaptan muchas veces por segundo para mostrar cómo los vientos y los gases atmosféricos afectan la luz.
Los datos de este pequeño experimento informarán a los futuros telescopios espaciales. A los investigadores les encantaría que el próximo «tuviera la capacidad de averiguar si hay vida en otro planeta con solo observar su espectro u otra estrella», concluye Cahoy.
Fuente: technologyreview.es