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Eric Schmidt, exdirectivo de Google: ‘Enamorarse de una novia hecha con IA es un problema inesperado de la tecnología existente’

Conocer a una chica, hablar con ella y mantener el interés parece cada vez más difícil para muchos hombres jóvenes

Conocer a chicas en la vida real no es que sea difícil, es que muchos chavales ni siquiera lo intentan ya. La excusa no es la timidez ni el rechazo: ahora tienen a su disposición una pareja virtual con la que todo es fácil, sin discusiones ni cambios de humor.

La inteligencia artificial no solo ha modificado cómo se trabaja o se consume contenido, también está empezando a cambiar cómo se entiende una relación. De esta manera, algunos adolescentes y hombres jóvenes están empezando a volcar su afecto en chats automatizados, diseñados para responder siempre como ellos quieren.

La dificultad de conectar con chicas reales no para de crecer

Eric Schmidt, que fue consejero delegado de Google entre 2001 y 2011, habló de este fenómeno durante su conversación con el profesor Scott Galloway en el pódcast The Prof G Show. Lo hizo con una advertencia muy clara sobre lo que está ocurriendo con quienes no encuentran vínculos reales fuera de la pantalla. Según explicó, “enamorarse de una novia hecha con IA es un problema inesperado de la tecnología existente”.

Lo preocupante para Schmidt no es solo el uso de estas aplicaciones, sino el aislamiento que puede generar en quienes las utilizan. En ese sentido, afirmó que “hay muchas pruebas de que ahora existe un problema con los hombres jóvenes”. Según detalló, el motivo tiene que ver con las dificultades que encuentran algunos para alcanzar sus objetivos personales, ya que “en muchos casos, el camino hacia el éxito se ha complicado para los chicos porque no están tan formados como las chicas”.

El exdirectivo de Google señaló que no todos los adolescentes tienen la madurez suficiente para gestionar lo que estos sistemas ofrecen. En esa línea, apuntó que “si pones a un niño de 12 o 13 años delante de estas cosas, tiene acceso a todo lo malo y a todo lo bueno del mundo”. A su juicio, la cuestión principal es que “no están preparados para asumirlo”.

Ante este panorama, Schmidt también se refirió al papel que deben jugar las familias. Aseguró que “los padres tendrán que implicarse más por todas las razones evidentes”, aunque también reconoció que “al final, solo pueden controlar lo que hacen sus hijos dentro de unos límites razonables”.

El impacto de estas relaciones artificiales aún se está midiendo, pero la alerta ya está sobre la mesa. Lo que antes era una excepción tecnológica ahora empieza a ser un hábito. Y está en manos de la sociedad saberlo canalizar de la forma correcta antes de que vaya a peor.

Fuente: lavanguardia.com

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