Con la crisis climática mundial cada vez más acuciante, el satélite EarthCARE de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha comenzado a suministrar datos nuevos y reveladores que ayudarán a conocer mejor las complejas interacciones entre nubes, aerosoles y radiación dentro de la atmósfera terrestre.
En esta misión, con la ESA colabora la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA). El satélite fue diseñado y construido por un consorcio de más de 75 empresas bajo la dirección de Airbus como contratista principal.
El EarthCARE (Earth Cloud Aerosol and Radiation Explorer, o Explorador de Nubes, Aerosoles y Radiación de la Tierra), fue lanzado al espacio el 29 de mayo de 2024 (o 28 de mayo según la zona horaria).
Un sensor láser de tipo LiDAR, el más avanzado de los cuatro instrumentos del satélite, ya ha escaneado detalladamente, en diversas regiones del globo, bloques verticales de atmósfera de 20 kilómetros de altura, registrando su contenido en nubes y en aerosoles atmosféricos. Estos últimos constan de diminutas partículas y gotitas procedentes de fuentes naturales como incendios forestales, polvo y aerosoles marinos, y de actividades humanas como quema de ciertos combustibles o emisiones producidas durante ciertos procesos industriales.
Mediante la emisión de pulsos de luz láser ultravioleta y el análisis de las señales reflejadas, este sensor láser se utiliza para medir la distribución y las propiedades de los aerosoles y las nubes, incluyendo su altitud, su grosor, sus propiedades ópticas y sus características físicas.
En combinación con los otros tres instrumentos del satélite, resulta crucial para averiguar el papel exacto de los aerosoles y de las nubes en el balance energético de la Tierra.
De los otros tres instrumentos, uno es un radar para nubes que proporciona información sobre la estructura vertical y la dinámica interna de las nubes. Otro es una cámara multiespectral que ofrece una amplia visión general en múltiples longitudes de onda. El último es un radiómetro de banda ancha que mide la radiación solar reflejada y la radiación infrarroja saliente procedente de la Tierra.
Los aerosoles desempeñan un papel importante en el sistema climático de la Tierra, tanto “directamente” al reflejar y absorber la radiación solar entrante y atrapar la radiación saliente, como “indirectamente” al actuar como núcleos de condensación para la formación de nubes, que es como más influyen en nuestro clima.
Actividades humanas como procesos industriales, el transporte e incluso la agricultura, están alterando significativamente las concentraciones de aerosoles en la atmósfera y, por tanto, influyendo en los patrones climáticos regionales.
Aunque se sabe que las nubes desempeñan un papel muy importante en el calentamiento y el enfriamiento de la atmósfera, siguen siendo una de las mayores incertidumbres a la hora de hacer pronósticos sobre el clima futuro.
Las nubes reflejan hacia el espacio la energía solar entrante, pero también atrapan la energía infrarroja saliente. Esto provoca un efecto neto de enfriamiento o de calentamiento. Sin embargo, el grado en que las nubes calientan o enfrían la Tierra depende de varios factores, como su forma, ubicación, altitud, contenido de agua y tamaño de las partículas.
Aunque se sabe que las nubes y los aerosoles ejercen actualmente un efecto neto global de enfriamiento, los cambios y los bucles de retroalimentación provocados por la crisis climática podrían reducir su potencial de enfriamiento, exacerbando aún más el cambio climático global. (Fuente: NCYT de Amazings / ESA)
Fuente: noticiasdelaciencia.com