El dispositivo supone la antesala a futuros aparatos que monitoricen enfermedades a través de las sustancias liberadas por la piel
Soplar en los controles de alcoholemia hasta quedar sin resuello podría tener los días contados. Un equipo de Japón ha diseñado unas orejeras para medir el alcohol en sangre a través de la piel. El nuevo dispositivo se coloca sobre los oídos y permite de esta forma monitorizar de forma no invasiva los cambios en tiempo real sin necesidad de que la persona haga nada.
Aparte de unas posibles pruebas de alcoholemia sin esfuerzo, el aparato tiene en la detección de enfermedades su principal y más próximo uso.
“El etanol es solo un modelo de las distintas partículas volátiles que atraviesan la piel y que están relacionadas con la sustancias químicas que pueda haber en la sangre”, explica por correo electrónico el ingeniero Kohji Mitsubayashi, de la Universidad de Medicina y Odontología de Tokio (Japón), y quien ha dirigido al equipo detrás del diseño.
Estas partículas -que también liberamos al exhalar- pueden estar relacionadas con algunas enfermedades o condiciones metabólicas, como la acetona lo está con la diabetes. Así, igual que los perros son capaces de detectar algunos cánceres o incluso infecciones víricas como la Covid-19, se pueden diseñar dispositivos que “huelan” las enfermedades.
El sistema fabricado por Mitsubayashi y su grupo consiste en un par de protectores para las orejas modificado para recoger el gas liberado por la piel de los oídos de una persona. El equipo incorporó a su vez un sensor de etanol que emite luz si detecta el alcohol y lo hace con una intensidad variable en función de la cantidad percibida. El aparato se presenta este miércoles en un estudio piloto en la revista Scientific Reports.
Para probar su eficacia, los investigadores contaron con tres voluntarios que habían consumido alcohol con una concentración de 0,4 gramos por kilogramo de peso corporal. El equipo monitoreó continuamente el vapor de etanol liberado a través de uno de los oídos elegido al azar de cada una de las personas durante este tiempo. Las mediciones se llevaron a cabo durante 140 minutos.
En paralelo, se llevaron a cabo registros a intervalos regulares mediante un sensor soplado y un dispositivo con reactivos que cambian de color cuando se exponen al etanol. Los autores observaron que los cambios en la concentración de etanol liberado a través de los oídos y la respiración fueron similares a lo largo del tiempo para todos los voluntarios.
El equipo de Mitsubayashi ya había diseñado con anterioridad otros dispositivos que medían sustancias en la sangre a través de del aliento y la piel. “Uno de nuestros sensores fue capaz de medir la acetona en el aliento, cuya concentración es un buen marcador biológico no solo para la detección de diabetes, sino también para la evaluación del estado del metabolismo de los lípidos”, afirma el ingeniero.
Las limitaciones del dispositivo, como el esfuerzo que supone su uso para la persona, fueron superadas con la medición de sustancias volátiles a través de la piel. Aquí hacía falta tener en cuenta las capas de la piel y la sudoración.
“El fenómeno de la sudoración produce algún ruido en la señal medida. Una piel gruesa y numerosas capas suponen una barrera para la penetración de los volátiles sanguíneos hasta la superficie”, dice Mitsubayashi.
El oído, con su piel fina y su ausencia de sudoración, resulta un punto ideal para lograr mediciones estables y continuas de las partículas liberadas, mediciones que se lograron de manera exitosa con las modificadas orejeras.
“Ahora hemos aplicado esta técnica a otros volátiles cutáneos relacionados con algunas enfermedades y condiciones metabólicas. En un futuro próximo, informaremos sobre un nuevo sensor portátil para la monitorización de partículas volátiles a través de la piel”, indica Mitsubayashi.
Fuente: lavanguardia.com