La diferencia entre la computación convencional y la computación cuántica es comparable con necesitar décadas e incluso más tiempo para resolver problemas en el caso de la computación convencional, en vez de tan solo unos minutos en el de la cuántica. Las computadoras cuánticas lograrán realizar trabajos que ni las más potentes supercomputadoras y redes informáticas convencionales pueden llevar a cabo.
Sin embargo, debido a que los sistemas cuánticos son muy sensibles al «ruido» ambiental, se necesitan códigos de corrección de errores para proteger la información almacenada en un objeto cuántico de los efectos perjudiciales de ese ruido.
Aunque en principio se puede proteger a los sistemas cuánticos frente al ruido, la comunidad científica solo ha conseguido construir experimentalmente prototipos muy pequeños y simplificados de ordenadores cuánticos. Una forma de reducir la tasa de errores es codificar la información cuántica no en una sola partícula cuántica sino en varios objetos cuánticos (unidades igualmente diminutas). Estos bits lógicos cuánticos o qubits son más robustos ante el ruido. En los últimos años, los físicos teóricos han desarrollado una amplia gama de códigos de corrección de errores y los han optimizado para tareas específicas. Los físicos Hendrik Poulsen Nautrup y Hans Briegel del Instituto de Física Teórica de la Universidad de Innsbruck en Austria, y Nicolai Friis, ahora en el Instituto de Óptica e Información Cuánticas en la ciudad austriaca de Viena, han hallado una técnica para transferir información cuántica entre sistemas que están codificados de forma diferente.
En efecto, han desarrollado un protocolo que permite mezclar sistemas cuánticos que están codificados de forma distinta. Una vez los sistemas han sido «cosidos» temporalmente entre sí, la información cuántica puede ser teletransportada desde el procesador a la memoria y viceversa. De manera similar al bus de datos en un ordenador convencional, es factible usar esta técnica para conectar los componentes de una computadora cuántica.
Fuente: noticiasdelaciencia.com