Un equipo internacional dirigido por investigadores de la Universidad McMaster (Canadá), en colaboración con la Universidad de París Cité (París), ha identificado y reconstruido el primer genoma antiguo de la bacteria ‘E. coli’ utilizando fragmentos extraídos del cálculo biliar de una momia del siglo XVI.
La ‘E. coli’ es un importante problema de salud pública, ya que causa una importante mortalidad y morbilidad, aunque no es fuente de pandemias. Se le conoce como comensal, una bacteria que reside en nuestro interior y puede actuar como patógeno oportunista infectando a su huésped durante periodos de estrés, enfermedad subyacente o inmunodeficiencia. Su historia evolutiva completa sigue siendo un misterio, incluido el momento en que adquirió nuevos genes y resistencia a los antibióticos.
A diferencia de pandemias bien documentadas como la peste negra, que se prolongó durante siglos y mató a 200 millones de personas en todo el mundo, no hay registros históricos de muertes causadas por comensales como ‘E. coli’, aunque el impacto en la salud y la mortalidad humanas fue probablemente tremendo.
«Un enfoque estricto en los patógenos causantes de pandemias como la única narrativa de la mortalidad masiva en nuestro pasado pasa por alto la gran carga que se deriva de comensales oportunistas impulsados por el estrés de las vidas vividas», expolica el genetista evolutivo Hendrik Poinar, investigador principal del trabajo, que se ha publicado en la revista científica ‘Communications Biology’.
La ‘E. coli’ moderna se encuentra habitualmente en los intestinos de personas y animales sanos. Aunque la mayoría de las formas son inofensivas, algunas cepas son responsables de brotes de intoxicación alimentaria e infecciones del torrente sanguíneo graves y a veces mortales. Esta bacteria robusta y adaptable está reconocida como especialmente resistente al tratamiento.
Disponer del genoma de un ancestro de 400 años de la bacteria moderna proporciona a los investigadores un punto de comparación para estudiar cómo ha evolucionado y se ha adaptado desde entonces.
Los restos momificados utilizados para el nuevo estudio proceden de un grupo de nobles italianos cuyos cuerpos, bien conservados, se recuperaron en la Abadía de San Domenico Maggiore de Nápoles en 1983.
Para el estudio, los investigadores realizaron un análisis detallado de uno de los individuos, Giovani d’Avalos. Se trata de un noble napolitano de la época del Renacimiento que tenía 48 años cuando murió en 1586, y se cree que sufría una inflamación crónica de la vesícula biliar debido a los cálculos biliares.
«Cuando examinamos estos restos, no había ninguna prueba que dijera que este hombre tenía ‘E. coli’. A diferencia de una infección como la viruela, no hay indicadores fisiológicos. Nadie sabía lo que era», explica el autor principal del estudio, George Long.
La hazaña tecnológica es especialmente notable porque la ‘E. coli’ es compleja y omnipresente, ya que vive no sólo en el suelo sino también en nuestros propios microbiomas. Los investigadores tuvieron que aislar meticulosamente fragmentos de la bacteria, que se habían degradado por la contaminación ambiental de muchas fuentes. Utilizaron el material recuperado para reconstruir el genoma.
«Fue muy emocionante poder tipificar esta antigua ‘E. coli’ y descubrir que, aunque era única, caía dentro de un linaje filogenético característico de los comensales humanos que hoy en día sigue causando cálculos biliares», dice Erick Denamur, el líder del equipo francés que participó en la caracterización de la cepa.
Fuente: infosalus.com