La aspergilosis invasiva es una enfermedad que afecta principalmente a personas inmunosuprimidas. La causa un hongo que genera síntomas similares a los de la tuberculosis. Una investigadora de la UNSL desarrolló un biosensor para su detección temprana.
La licenciada en Química Sofía Piguillem, de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) en Argentina, centró sus estudios doctorales en el desarrollo de un biosensor para detectar la aspergilosis invasiva a partir del galactomanano, un componente específico del hongo que causa la enfermedad.
La enfermedad afecta principalmente a personas inmunosuprimidas. Cuando contraen la enfermedad, el hongo pasa del torrente sanguíneo a los órganos. Los síntomas que presenta pueden ser fiebre, dolor de cabeza y tos con sangre y, en varias ocasiones, se ha diagnosticado como tuberculosis, lo que resulta en un tratamiento erróneo de la enfermedad.
“Cerca de un 30% mueren sin saber que ha tenido esta enfermedad; nunca se han hecho las pruebas necesarias para detectar específicamente el Aspergillus. Entonces, como la persona es mal diagnosticada, por lo general, muere sin saber que ha tenido esta patología (…) Ahí es donde surge la necesidad de su detección”, explicó la científica a Argentina Investiga.
La doctora en Química expresó que hay una forma de detectarlo que es a través de un kit especializado, cuya comercialización es extranjera y en la Argentina generalmente se encuentra en laboratorios de Buenos Aires. El nuevo sensor, desarrollado en el Laboratorio de Bioanalítica de la UNSL, permite obtener resultados sensibles, específicos y confiables, en menor tiempo.
Los biosensores, por lo general, son dispositivos pequeños, miniaturizados. Un biosensor tiene un elemento de biorreconocimiento, es decir, a partir de la molécula de galactomanano un anticuerpo inmovilizado lo detecta. Para mejorar aún más las propiedades del biosensor la científica utilizó nanomateriales.
Puesta a punto del sensor
Como primera medida, se sintetizaron todos los nanomateriales posibles para aplicarlos a los sensores y aumentar así la sensibilidad y observar cuál responde mejor. También se sintetizaron otros tipos de nanomateriales llamados armazones organometálicos (MOFs), que tienen la misma finalidad: ampliar el área de reacción.
Después de realizar el trabajo de síntesis, se estudió cómo aplicar los procedimientos para inmovilizar el anticuerpo y así detectar el antígeno. “Se trabajó mediante un sistema de bombeo de jeringas; vamos inyectando en los canales del sensor microfluídico las soluciones y, a medida que va pasando el antígeno el anticuerpo y el sustrato electroquímicamente o por fluorescencia, detectamos el compuesto”, explicó la investigadora.
El elemento que se estudió para reconocer la enfermedad fue suero humano, esto es un líquido que se obtiene luego de que la sangre es tratada. “Si allí detectamos galactomanano podríamos decir que la persona está sufriendo la enfermedad aspergilosis invasiva”, especificó Piguillem y añadió que esta patología tiene cura si se trata a tiempo. Con este desarrollo se haría una detección precoz para realizar una terapia correcta.
En la actualidad hay pocas publicaciones que aborden como tema el galactomanano. En la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), la de Sofía Piguillem es la única tesis referida a este hongo. Ahora se analiza si puede darse un paso más, es decir, llegar a un Laboratorio para que pueda implementarse ampliamente, ya que todas las muestras son transferidas a Buenos Aires.
Al hongo lo encontramos en todos lados: en paredes húmedas, en filtros de aires acondicionados que no se limpian, en la materia vegetal en descomposición, en alimentos que suelen contaminarse, “al hongo lo tenemos todo el tiempo alrededor nuestro, lo único es que las personas que están inmunocomprometidas, al tener las defensas bajas lo inhalan y, si no es controlado a tiempo, se desarrolla la enfermedad”, indicó Piguillem.
Sofía Piquillen se recibió de Licenciada en Química en 2016 y recientemente defendió su tesis doctoral. Su formación profesional la llevó a capacitarse en Madrid (España), donde trabajó en distintas técnicas con biosensores. Allí estudió un analito vinculado a enfermedades cardíacas.
Fuente: noticiasdelaciencia.com