Cuando una mujer se queda embarazada, desde el primer momento, aparece cientos de barreras que se imponen ante ella por su seguridad y por el bienestar de su hijo. El control sobre lo que se consume es crucial para que el embarazo siga un curso correcto. A pesar de las prohibiciones comunes alimentarias, existen otros productos que llegan a ser aún más prohibidos: las drogas. Consumir heroína, esnifar cocaína o fumar marihuana, entre otras, pueden afectar al bebé en su organismo durante toda su vida, en algunos casos. Es lo que se conoce como el Síndrome de Abstinencia Neonatal (SAN), es decir, la madre adicta convierte a su hijo en un adicto.
Según Antonio Cuñarro Alonso en un estudio de la Fundación Hospital de Alcorcón, el síndrome de abstinencia es «el conjunto de signos y síntomas aparecidos al cesar bruscamente y de forma voluntaria o involuntaria, la toma de una droga, por parte de un consumidor dependiente». En el caso de un embarazo donde se han tomado drogas, el consumidor dependiente no es solo la madre, sino también el bebé. Una injerencia que provoca el traspaso de estas sustancias a la placenta que conecta al bebé con su madre en el útero, según Medline, el portal digital propiedad de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Parto prematuro, malformaciones fetales o microcefalia son algunas de las complicaciones que Cuñarro Alonso enumera entre más de 15, seis de ellas propias de la cocaína entre las que se encuentra la muerte fetal o el paro respiratorio del mismo. Situaciones difíciles que dependen del tipo de droga que se consuma aunque, según Medline, el consumo de alguna droga una semana antes del parto puede hacer adicto al bebé y por tanto asegurarle el síndrome.
Todo depende de la droga consumida
Toda una información que, según el tipo de droga consumida, será de una forma u otra. Opiáceos, cocaína, alcohol, anfetaminas, barbitúricos, benzodiacepinas, fenciclidina, marihuana, LSD y cafeína. Estas son las drogas específicas que Cuñarro Alonso enumera como aquellas que provocan el síndrome de abstinencia en un bebé.
Cocaína: los primeros síntomas de un bebé toxicómano son la irritabilidad, hiperreflexia y temblor, según un estudio del Hospital del Mar de Barcelona. Además, el consumo de esta droga por parte de la gestante está asociado con el aborto espontáneo o la muerte fetal; crecimiento del bebé deficiente, el retraso en el desarrollo del neonato, así como trastornos del aprendizaje y tener un bajo coeficiente intelectual, tal y como enumera el Hospital de niños de Stanford.
Marihuana: según la Asociación Española de Pediatría, el consumo de Cannabis durante el embarazo puede provocar aborto, parto prematuro o malformaciones cardíacas en el bebé, entre otros efectos. Cuando el bebé ha nacido, este puede sufrir el SAN, nacer con menos peso. Los temblores, alteraciones del sueño o sobresaltos son otros de los síntomas que el recién nacido puede sufrir por el consumo de marihuana de su madre.
Opiáceos: heroína, opio, metadona, morfina son algunas de las drogas que se consideran opiáceos y que mujeres embarazadas consumen en modo analgésico. Una investigación los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos reveló que los bebés de 17.500 mujeres presentaban defectos congénitos. 454 de ellas asumieron haber consumido algún tipo de fármaco opioide un mes antes de quedarse embarazadas o durante los tres primeros meses tras la concepción. Según el hospital de niños de Stanford, los opiáceos pueden provocar un síndrome de abstinencia grave en el bebé y algunos de sus síntomas llegan a durar entre cuatro y seis meses.
Anfetaminas: los efectos del consumo de anfetaminas durante la gestación y sus efectos fetales son similares a los de la cocaína (prematuridad, bajo peso, sueño anormal, temblores, hipertonía, llanto agudo, vómitos, estornudos, succión excesiva, hemorragias, infartos, entre otros), según la investigación publicada por el Hospital Universitario del Mar en Barcelona.
Alcohol: el consumo de alcohol durante el embarazo también tiene efectos significativos en el feto y en el bebé. El crecimiento durante el embarazo y después del nacimiento es más lento. Entre los trastornos del síndrome alcohólico fetal se observan deformidades en la cabeza y la cara, defectos cardíacos y retraso mental. En estos casos, según un estudio realizado por J. Uberos Fernández UGC, del área de Pediatría. Hospital Clínico San Cecilio de Granada, el síndrome puede durar año y medio.
¿Qué es un ‘trago’? ¿Qué pasa si solo tomo cerveza o bebidas frutales con alcohol tipo ‘wine coolers’? preguntan en el portal digital de CDC, quienes explican que «Beber cualquier tipo de alcohol durante el embarazo puede afectar el crecimiento y desarrollo del bebé y causar TEAF. No hay una cantidad segura de alcohol que se conozca que usted pueda tomar durante el embarazo o mientras esté tratando de quedar embarazada».
Tabaco: los efectos de fumar mientras que una está embarazada los enumera CDC: muerte súbita fetal, parto prematuro, bajo peso al nacer y daños en los pulmones y en el cerebro que pueden prologarse hasta la niñez o la adolescencia, entre otras como el sangrado anormal que la madre puede sufrir en el parto. Un riesgo que no solo lo sufre la gestante, sino el propio neonato.
Tratamientos
Una vez que nace el bebé y se ha comprobado que padece el SAN al presentar los síntomas y verificar el consumo de drogas por parte de la madre durante el embarazo, se da comienzo al tratamiento. Según Medline, el tratamiento dependerá de la droga consumida, la salud general del bebé, el nivel de abstinencia que sufre y si el nació prematuro o no.
Estos bebes también pueden tener problemas de alimentación. Por ello, en general, deben recibir un contenido calórico mayor para tener una mayor nutrición, aunque las porciones son más pequeñas, según Medline. En los casos más graves, la alimentación oral se retrasa hasta obtener una respuesta terapéutica farmacológica. El hijo de madre toxicómana activa no puede recibir la lactancia materna, excepto en madres en programas de metadona, sin otros consumos de drogas.
Los opiáceos como la tintura de opio, el elixir paregórico o una solución azucarada con morfina al 0,04% resultan ser el tratamiento ideal para los hijos de madres adictas a opiáceos. La dosis se deberá ir disminuyendo hasta que se cese, lo cual se debe hacer de una forma progresiva y paulatina para impedir el efecto rebote. Un tratamiento que de momento no ha mostrado fracaso alguno. A los bebés adictos a la cocaína y a la marihuana se les administrarán fenobarbital, un barburítico aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para controlar las convulsiones.
Años después del síndrome
Según la Asociación Española de Pediatría, los niños que en su nacimiento sufrieron el SAN tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud, psicológicos y de integración social. La asociación lo justifica con un estudio realizado a 2.000 niños australianos que nacieron con este problema. Al compararlos con niños de la población general se observó que los niños expuestos a drogas durante el embarazo tenían el doble de riesgo de no pasar de curso escolar, en comparación con los no expuestos.
Retraso en razonamiento y memoria verbal; hiperactividad; torpeza; impulsividad; mayor riesgo de depresión y ansiedad o inicio de consumo de drogas son algunas de las consecuencias que puede sufrir un bebé a lo largo de su vida hasta los 21 que, en el momento de su nacimiento, es adicto al cannabis. Por ello, aquellas mujeres que estén embarazadas o apunto de estarlo, es preciso que consulten los peligros de todas aquellas sustancias que consumen normalmente por el daño que pueden producir en sus hijos en el futuro o, mejor dicho, en su futuro.
Fuente: lasexta.com