Con vasos sanguíneos propios, un órgano o tejido artificial podría crecer dentro del cuerpo de manera natural y sustituir aquello que esté dañado.
Dos equipos científicos han logrado, de manera independiente, crear organoides humanos capaces de desarrollar sus propios vasos sanguíneos. Fomentar la vascularización es un paso clave en la investigación sobre cultivo de órganos y representa un pilar esencial para su aplicación en trasplantes, así como en el análisis de efectos farmacológicos.
Las células madre pluripotentes tienen el potencial de transformarse en cualquier tejido u órgano del cuerpo. Aunque su manejo es prometedor, las estructuras celulares artificiales generadas hasta ahora no podían formar por sí mismas las vías necesarias para recibir nutrientes. Sin vasos sanguíneos naturales, un organoide no puede madurar ni sobrevivir en un organismo vivo.
Sin embargo, durante el mes de julio se publicaron al menos dos artículos científicos con avances significativos en este campo. Uno de ellos, publicado en Science, detalla la consolidación de un método para cultivar células madre que permite generar minicorazones e hígados con vasculatura propia. El otro, publicado en Cells, presenta una estrategia para desarrollar organoides similares a pulmones e intestinos que también cuentan con una red vascular integrada.
Ambos trabajos abordan desafíos fundamentales en el área. El grupo que trabajó en modelos cardíacos y hepáticos generó estructuras que reflejan las etapas iniciales de formación de estos órganos. De acuerdo con su informe, “eran estructural y funcionalmente similares a las de un corazón embrionario humano de 6.5 semanas posteriores a la concepción”. Estos cúmulos celulares funcionales con vasculatura permiten evaluar efectos secundarios de tratamientos y estudiar procesos de generación de tejidos.
Por su parte, el equipo enfocado en organoides de pulmón e intestino sometió sus tejidos a pruebas de trasplante en ratones. Según el reporte, “la vasculatura del organoide se integró con la circulación del huésped al tiempo que preservaba la especificidad del órgano, promoviendo aún más la maduración del organoide”.
Aunque con abordamientos distintos, las investigaciones comparten una visión: intentan “programar” células para que estas crezcan como órganos funcionales dentro del cuerpo, aprovechando los nutrientes y los vasos sanguíneos. Los científicos proyectan que, en el futuro, estos fragmentos programables podrían cultivarse a partir de las propias células madre de un paciente y ser implantados quirúrgicamente en caso de requerirse tejido nuevo.
En próximas etapas, los investigadores permitirán que los organoides vascularizados se desarrollen durante períodos más prolongados para observar su grado de crecimiento y maduración. También planean seguir refinando sus protocolos de vascularización para generar una mayor diversidad celular dentro de los organoides.
Fuente: es.wired.com