Hay cosas en las que es mejor no pensar. Por ejemplo, lo que se explica en un artículo reciente: que ciertas bacterias, realmente peligrosas para nuestra salud, se comunican entre ellas y se avisan de los peligros. Y no de cualquiera: de la presencia de antibióticos, precisamente los medicamentos que empleamos para atacarlas.
El estudio se ha llevado a cabo con una especie en concreto, Pseudomonas aeruginosa. Se trata de un patógeno que llega a causar infecciones difíciles de curar, y que puede provocar fibrosis quística. Vaya, que no se trata de cualquier cosa.
Pero es que la cuestión va aún a más. Cuando una de estas bacterias detecta un ataque, informa mediante señales químicas a otros miembros de su especie para que eviten la zona. Pero no lo hace únicamente con antibióticos, también señaliza la presencia de virus que les afectan – conocidos como bacteriófagos o fagos.
El resto de bacterias, al detectar la señal, simplemente evitan la zona. De momento el estudio se ha llevado a cabo en laboratorio – en placas petri – y lo que hacen las bacterias es nadar en círculo para evitar el peligro.
Pero se trata de un comportamiento extrapolable a una situación normal. Es decir, que todo hace indicar – faltan experimentos para decirlo “a ciencia cierta” – que dentro de nuestro cuerpo harán lo mismo. Nadarán alrededor de las zonas donde existan antibióticos. Y con ello, consiguen que el tratamiento no sea efectivo. Si las bacterias no entran en contacto con el medicamento, evidentemente, éste no las afectará.
Pero igual de preocupante a nivel sanitario es el hecho de que consigan evitar a los bacteriófagos. Generalmente no los tenemos en cuenta, pero estos virus de bacterias también contribuyen de manera notable a luchar contra nuestras infecciones. El motivo es simple: atacan bacterias y acaban con ellas, pero no son capaces de infectarnos a nosotros.
Bien, pero este descubrimiento ¿tiene alguna utilidad? Más allá de que todo conocimiento científico es bueno en sí mismo. Y la respuesta es que sí. Hace falta conocer con detalle cómo se comunican las bacterias – qué tipo de sustancia segregan, cómo la detectan y etcétera – pero cuando lo hagamos, tendremos un mecanismo para bloquearlo y hacer más efectivos los antibióticos. No es poca cosa.
Fuente: Yahoo Ciencia