La tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria ‘Mycobacterium tuberculosis’ y que afecta principalmente a los pulmones. Una enfermedad que, aun descrita inicialmente por Robert Koch ya en 1882, sigue asociándose a una gran mortalidad. De hecho, y con 1,5 millones de decesos en 2014, año en el que el número de afectados se elevó hasta los 9 millones, la tuberculosis sigue siendo la principal causa de fallecimiento por cualquier enfermedad infecciosa. Y es que además de la aparición de bacterias resistentes –o multirresistentes– a todos los antibióticos y la no disponibilidad de tratamientos en algunas zonas del mundo, aún sigue habiendo muchos aspectos desconocidos sobre la enfermedad. De hecho, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Southampton (Reino Unido) sugiere que, quizás, la idea sobre cómo se desarrolla la tuberculosis no sea del todo correcta o completa.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Trends in Immunology», muestra que la tuberculosis ‘engaña’ al sistema inmune para que le ayude a dañar los pulmones y facilitar su salida para contagiar a otras personas.
Como explica Paul Elkington, director de la investigación, «no estamos cuestionando que el sistema inmune se dirija a la bacteria para combatirla. Tan solo estamos sugiriendo que esta no es toda la historia».
¿Tuberculosis autoinmune?
De acuerdo con los resultados del nuevo estudio o metanálisis, alcanzados a partir de la revisión de todas las investigaciones publicadas hasta el momento, la bacteria ‘M. tuberculosis’ induce al sistema inmune a atacar el tejido pulmonar. O dicho de otro modo, la tuberculosis causa autoinmunidad, es decir, provoca que el sistema inmunitario actúe de forma incorrecta y acabe atacando a las propias células sanas del organismo –en este caso concreto, de los pulmones.
Y esta colaboración, aun inconsciente, del sistema inmune con la enfermedad, ¿qué objetivo tiene? Pues simplemente, dañar el tejido pulmonar para que el paciente tenga episodios de tos, lo que conlleva que la bacteria sea lanzada del organismo para invadir a otras personas.
Como refiere Paul Elkington, «parece que la tuberculosis engaña al sistema inmunitario para que dañe nuestro propio tejido pulmonar, lo que hace que el paciente sea altamente contagioso mediante episodios de tos que facilitan que la enfermedad se expanda a otros individuos a través de gotas de aerosol».
Sin embargo, la posible relación entre la tuberculosis y la autoinmunidad no acaba ahí. Y es que como refiere el director del estudio, «hay un subgrupo de pacientes que desarrollan un rango de síntomas que, como la inflamación de los ojos y las articulaciones y las erupciones cutáneas, no son explicados por los actuales conceptos sobre la tuberculosis. Se trata de síntomas que están comúnmente asociados a enfermedades como la artritis reumatoide o la enfermedad de Crohn, lo que nos lleva a creer que la autoinmunidad juega un papel clave en el desarrollo de la tuberculosis».
Rediseñar los tratamientos
El nuevo descubrimiento tiene implicaciones más allá de la mera curiosidad biológica. No en vano, indica Paul Elkington, «es cierto que hacen falta más investigaciones para evaluar la viabilidad de esta hipótesis. Pero de ser probada, podría tener implicaciones muy importantes para el desarrollo de las nuevas vacunas y tratamientos farmacológicos».
De hecho, los autores ya están llevando a cabo un nuevo trabajo en el combinan cultivos celulares de pacientes infectados con tuberculosis y microingeniería 3D para ver cómo la enfermedad causa un daño en los pulmones.
Fuente: abc.es