Le quedaban tres meses de vida.
Con apenas 41 años, Anthony Donatelli estaba en la cama de un hospital a la espera de un donante.
Como si se tratara de una angustiante pesadilla, cada día, cada hora, cada minuto que pasaba, era una cuenta regresiva hacia lo que hasta ese momento parecía inevitable.
Pese a todo, Donatelli mantenía la esperanza de seguir con vida.
“Pensando en mis hijos nunca me di por vencido”, le cuenta a BBC Mundo el estadounidense desde San Diego, California.
Tenía amiloidosis, una extraña enfermedad que ocurre cuando ciertas proteínas anormales se acumulan en el cuerpo y forman depósitos. Su única alternativa era la aparición de un donante que le brindara tres órganos compatibles.
Hasta que llegó ese día. Fue así como en febrero del año pasado, Donatelli se convirtió en la primera persona del mundo que recibió un triple trasplante de corazón, hígado y riñón, con una técnica llamada PRN (perfusión regional normotérmica).
Hoy está disfrutando cada momento con su familia, y aunque algunos días son más difíciles que otros, ha vuelto a nadar y surfear las olas del Atlántico.
“Acabo de regresar a casa después de correr”, dice Donatelli, ahora jubilado del ejército y en proceso de recuperación.
“Tengo una vida increíble”, dice este padre de dos niños de 4 y 7 años.
A cargo de uno de los trasplantes de órgano que recibió Donatelli, el de corazón, estuvo Victor Pretorius, director quirúrgico de Trasplante de Corazón del sistema de salud de la Universidad de California, San Diego.
“Usamos una tecnología innovadora que nos ha permitido obtener órganos que históricamente se habrían descartado”, dice el médico.
El debate en la comunidad médica de EE.UU. sobre la vida y la muerte
No todos están de acuerdo con esa visión.
Algunos médicos se oponen a la técnica PRN, especialmente para el trasplante de corazón, porque hace circular la sangre oxigenada de la persona muerta dentro de su cuerpo hasta que el órgano vuelve a latir.
Se trata de donantes con daño cerebral catastrófico irreversible que son mantenidos vivos artificialmente con la ayuda de soporte vital.
Con el consentimiento de la familia, los médicos que practican la PRN desconectan el soporte vital; se produce un paro cardiorrespiratorio y, tras esperar al menos cinco minutos, el paciente es declarado muerto.
Entonces, con la ayuda de una máquina, los médicos bombean la sangre del donante para reactivar el funcionamiento del corazón y los pulmones. Esto les permite evaluar si el órgano es apto para un trasplante y además evitar que se deteriore.
Como se trata de una carrera contra el tiempo, el procedimiento se hace lo más rápido posible.
Aunque la PRN se practica desde hace varios años en países como Australia, Reino Unido, España, Francia, Portugal, Italia o Suecia, el debate «por razones éticas» ha tomado vuelo en Estados Unidos.
Según sus detractores, el reinicio de la actividad cardíaca de la persona fallecida, es como traer al muerto de regreso a la vida.
La inquietud llegó a tal punto que el Colegio Americano de Médicos emitió una declaración pública en abril de 2021 solicitando una pausa en la aplicación de la PRN por plantear “profundas cuestiones éticas con respecto a la determinación de la muerte”.
“La PRN resucita al paciente”, señala el documento.
El argumento central es que el reinicio de la circulación sanguínea revierte aquello que había sido declarado irreversible: la muerte del paciente.
Algunas organizaciones de procuración de órganos (OPO) coinciden con esa postura.
La presidenta y directora ejecutiva de una de estas organizaciones, Alexandra Glazier, le dijo a BBC Mundo que para ellos lo esencial en esta discusión es que se respeten los derechos del donante muerto.
Cuenta que su organización, New England Donor Services, está actualmente en proceso de implementar la PRN únicamente para trasplante de órganos abdominales.
La idea es «evitar una circulación más amplia en el cuerpo del donante y así evitar el reinicio del corazón», sostiene Glazier.
“No traes un muerto de vuelta a la vida”
Brendan Parent, Nader Moazami, Arthur Caplan y Robert Montgomery, médicos especialistas de la Universidad de Nueva York (NYU), publicaron en 2022 en el American Journal of Transplantation una respuesta a las afirmaciones hechas por el Colegio Americano de Médicos que criticaban el procedimiento.
En ella afirman que el bombeo de sangre a los órganos torácicos no cambia el hecho de que el corazón no se reiniciará por sí solo.
La técnica PRN, argumentan, no cambia las circunstancias que llevaron a la familia y al equipo médico a concluir que ya no existe la posibilidad de una vida significativa para el paciente con daño cerebral catastrófico declarado muerto por un paro cardiorrespiratorio.
La PRN “no resucita al paciente”, señalan los profesionales. El procedimiento bombea sangre a los órganos del donante muerto, pero no lo revive.
Es una recuperación de órganos “honesta, transparente y respetuosa” porque se declaró la muerte “de manera ética”.
En diálogo con BBC Mundo, el médico Nader Moazami, explica que cuando una persona ha fallecido por un paro cardiorrespiratorio (también llamada muerte circulatoria), la mejor manera de evaluar si su corazón es adecuado para un trasplante es restaurando la circulación mientras el órgano aún está en el cuerpo del donante.
Moazami, director quirúrgico de Trasplante de Corazón y Apoyo Circulatorio Mecánico en Langone Health de la NYU, explica que desde que comenzaron a usar la técnica en 2020, se han recuperado corazones que antes no eran viables.
Restaurar la circulación, sostiene, es simplemente otro método para recuperar órganos.
“No tiene nada que ver con devolverle la vida a un paciente, no es resucitar al donante, porque la resucitación, por definición, significa que vas a restaurar la longevidad o la calidad de la vida”.
La decisión sobre la muerte del paciente, agrega, ocurre cuando la familia decide retirar el soporte vital.
“No traes un muerto de vuelta a la vida. A la gente le gusta jugar con palabras, pero eso no es así.”, apunta. “La PRN es completamente ética”.
Mientras continúa el debate en Estados Unidos, la técnica sigue avanzando en países desarrollados.
Actualmente hay planes piloto en naciones como Suiza, Países Bajos, Noruega y Canadá.
Hasta ahora, según la información de la que se dispone públicamente, no se ha utilizado en América Latina.
Fuente: BBC