La hipertensión pulmonar (HP) es un síndrome caracterizado por presiones elevadas a nivel de las arterias pulmonares. Sea de forma aguda o crónica, las presiones pulmonares elevadas provocan un aumento de la sobrecarga en el ventrículo derecho (VD) que puede causar insuficiencia ventricular derecha y la muerte.
Así lo advierte a Europa Press Infosalus el doctor Francisco José Roig Vázquez, doctor en Medicina y especialista en Neumología de HM Hospitales, quien destaca igualmente que existen numerosas causas del incremento de las presiones pulmonares, por lo que cree imprescindible un enfoque estandarizado del diagnóstico, y una clasificación adecuada para guiar el tratamiento apropiado y predecir la supervivencia.
“Anteriormente, se consideraba que una persona tenía HP si la presión arterial pulmonar media ( PAPm ) era de 25 mmHg o más. Sin embargo, ahora se recomienda definir la HP como una PAPm superior a 20 mmHg. Esto se debe a que estudios han demostrado que incluso presiones pulmonares ligeramente elevadas (entre 21-24 mmHg) se asocian con un peor estado de salud, y con una menor supervivencia de los pacientes, en comparación con aquellos con presiones normales”, remarca este experto.
Entre sus síntomas, recuerda el también médico adjunto del servicio de Neumología de HM Hospitales que suelen ser inespecíficos, siendo la disnea de esfuerzo el más común (cuesta respirar), aunque también pueden presentarse fatiga, debilidad, dolor torácico, mareo, e incluso dolores.
“Los signos de hipertensión pulmonar pueden incluir edema periférico, otros hallazgos de insuficiencia cardíaca derecha como ascitis y síndrome de esfuerzo, que tiende a presentarse en etapas más avanzadas de la enfermedad. Otros signos menos frecuentes son la ronquera relacionada con la compresión del nervio laríngeo recurrente, y la hemoptisis (expectoración de sangre por la boca)”, relata el doctor.
Es de suma importancia, según prosigue, una evaluación clínica minuciosa; incluyendo una anamnesis y una exploración física exhaustivas, como primer paso en el abordaje de pacientes con sospecha de hipertensión pulmonar: “Esto permite identificar los síntomas y signos característicos, así como las afecciones subyacentes que pueden causar la elevación de las presiones pulmonares, fundamental para orientar la evaluación diagnóstica adicional y el manejo adecuado de estos pacientes”.
Qué puede favorecer la hipertensión pulmonar
En este sentido, el doctor Roig Vázquez considera “crucial” identificar las afecciones subyacentes que pueden causar presiones pulmonares elevadas, como la cardiopatía, la enfermedad pulmonar, la tromboembolia venosa, la enfermedad hepática o renal, o la enfermedad del tejido conectivo. “Estos trastornos comórbidos también pueden tener síntomas y signos específicos que orientan la evaluación adicional”, apostilla.
Cita concretamente que los pacientes con esquistosomiasis, una enfermedad aguda y crónica causada por gusanos parásitos, podrían representar la mayor población mundial en riesgo de hipertensión pulmonar, con una prevalencia estimada de hasta 6 millones de casos (con un 10-20% de estos pacientes desarrollando HP).
En cuanto a las enfermedades del tejido conectivo, el neumólogo sostiene que la esclerosis sistémica (esclerodermia) tiene la mayor prevalencia de HP, entre el 5-15% de los pacientes; al tiempo que apunta que otras enfermedades del tejido conectivo, como la enfermedad mixta del tejido conectivo y el lupus eritematoso sistémico, también presentan un riesgo aumentado de hipertensión pulmonar, aunque con prevalencias menos definidas.
Respecto a otras poblaciones de riesgo, los pacientes con VIH, telangiectasia hemorrágica hereditaria, hipertensión portal, y cardiopatías congénitas corregidas deben ser sometidos a detección de hipertensión pulmonar, tal y como resalta, al tiemo que ve importante igualmente el realizar pruebas genéticas y recibir asesoramiento en los casos de hipertensión pulmonar hereditaria. “Las exposiciones a determinados fármacos y toxinas se han asociado a un mayor riesgo de HP, como anorexígenos, quimioterapéuticos, inmunomoduladores, y metanfetaminas”, agrega.
¿Es una patología frecuente?
Es más, indica que la hipertensión pulmonar es una afección que afecta a personas de todas las edades y razas, siendo las mujeres las que con mayor frecuencia se ven afectadas. “Las estimaciones de prevalencia de la HP son de 15 a 50 casos por 1 millón de personas. Los últimos estudios sugieren que la HP puede ser tan común como la esclerosis múltiple y más de 2 veces más frecuente que la fibrosis pulmonar idiopática al menos en los Estados Unidos”, precisa.
Por tanto, remarca este especialista de HM Hospitales, la HP afecta a una “proporción significativa de la población”, y su relación con las enfermedades pulmonares es la forma más común. “Si bien los datos epidemiológicos aún son limitados es probable que la prevalencia de la HP siga aumentando debido al incremento de enfermedades subyacentes que predisponen a su desarrollo”, apostilla el doctor Roig.
Diagnóstico y pronóstico de la enfermedad
Existen diferentes pruebas que se pueden utilizar para determinar el pronóstico de los pacientes con hipertensión pulmonar (HP). Estas incluyen biomarcadores; técnicas de imagen como la ecocardiografía y la resonancia magnética cardíaca (RMC); así como pruebas de ejercicio. “El pronóstico dependerá del resultado de determinadas pruebas y del origen de la HP”, añade.
A su vez, mantiene este doctor en Medicina que los análisis de sangre, aunque no son útiles para establecer el diagnóstico de hipertensión pulmonar, sí pueden ayudar a clasificar algunas formas de esta patología, y también a la hora de evaluar su gravedad. A juicio de este experto, es importante realizar pruebas para detectar enfermedades que predisponen a la HP, como enfermedades del tejido conectivo, VIH, y hepatitis.
“Las complicaciones pueden ser muy diversas desde llevar una vida sin claras limitaciones en las actividades diarias a convertirse en una enfermedad incapacitante con mal pronóstico”, alerta el médico adjunto del servicio de Neumología de HM Hospitales.
Eso sí, lamenta que, aunque ahora se reconoce que incluso pequeños aumentos en la presión arterial pulmonar pueden tener consecuencias negativas, aún no está claro si deben tratarse estos casos de hipertensión pulmonar leve, o si simplemente se trata de un signo de otras enfermedades subyacentes. “Además, no existen tratamientos aprobados específicamente para pacientes con presiones pulmonares ligeramente elevadas. Por lo tanto, queda mucho por investigar sobre cómo manejar adecuadamente a estos pacientes. En cuanto al tratamiento de formas más severas dependerá del grupo de HP y de su origen”, concluye este especialista.
Fuente: infosalus.com