La especialista expresa que una vida dedicada a los demás vale la pena y sostiene que los sueños no se alcanzan, se construyen
Ofrecer calidad de vida y supervivencia a pacientes con cáncer por medio de un tratamiento con medicina nuclear es el objetivo de la científica Guillermina Ferro Flores, galardonada con el Premio Nacional de Ciencias 2020 en el campo de Tecnología, Innovación y Diseño.
Como líder de un grupo interdisciplinario de mujeres, la integrante del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) estudia el uso de radiofármacos, compuestos radioactivos que tienen la capacidad de actuar en órganos, tejidos o células específicas en el cuerpo humano. Éstos se emplean con el fin de obtener imágenes que permitan la detección de enfermedades principalmente oncológicas, neurológicas y cardiacas, así como para proporcionar un tratamiento.
En entrevista con La Jornada, la también responsable del Laboratorio Nacional de Investigación y Desarrollo de radiofármacos del ININ afirmó que la búsqueda del conocimiento produce felicidad. Una vida dedicada a los demás vale la pena vivirla.
La especialista añadió que sin importar los obstáculos políticos o económicos a los que nos enfrentamos, nuestro objetivo en común es no abandonar aquello por lo que soñamos. Los sueños no se alcanzan, se construyen. Como mujer, siempre tienes que ir contra una pared y luchar, a veces te regresan, pero tú sigues, se trata de ser constante y nunca abandonar lo que deseas. El día que se pierden las ganas de vencer, lo has perdido todo, sostiene con una sonrisa.
Ferro Flores, doctora en ciencias con especialidad en física médica y docente de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detalló cómo funciona la sustancia radioactiva, denominada radionúclido en sus pacientes. Señaló: “se administra vía intravenosa en una solución farmacéutica; esta radiación gamma no perturba el sistema. El componente contiene el elemento químico tecnecio, el cual va al sitio afectado, así se genera la imagen para hacer un diagnóstico.
Si el paciente es candidato, tomamos el mismo sensor y aplicamos lutecio, que contiene rayos beta con alta energía destructiva. Una vez que entra al torrente sanguíneo, fluye rápido en un tumor altamente vascularizado. El medicamento pasa por las proteínas que hay en la parte superior de la neoplasia y se internaliza, así comienza a atacar las células de cáncer, y como un efecto físico empieza a bajar la masa tumoral de manera dirigida, sin dañar a los otros órganos. A diferencia de la radioterapia externa, esto llega a todas las metástasis.
Protectoras del sistema inmunitario
Explicó que todas las personas “tenemos células T que cuidan el sistema inmunitario, las cuales poseen un factor, el PD-L1, que se activa para crear la inmunidad, pero las células de cáncer las atrapan y bloquean la respuesta inmune. Hay terapias biológicas que separan estas células, lo que hacemos es tener una imagen para saber cómo se expresa o no el PD-L1, y así hacemos medicina personalizada.
Además, tenemos una molécula que nos permite ver cuánta azúcar traga un tumor, el cual no sólo contiene células oncológicas, sino también el microambiente que lo sostiene: los macrófagos, células que pueden estimular enzimas y así provocar mutaciones cancerosas, y fibroblastos, tejidos que segregan proteínas con colágeno; éstos componen 90 por ciento del tumor. Este aspecto es muy importante, porque da mucha información sobre el pronóstico del paciente, ya que, a veces, algunos cánceres están asociados con factores de inmunidad, lo cual les confiere resistencia ante tratamientos como la inmunoterapia. En este caso dirigimos un sensor a esa zona, destacó.
Regeneración cardiaca
Ferro Flores agregó que también cuentan con un radiofármaco que fue transferido del ININ a la empresa belga Ilusa, con el cual podemos ver las zonas impactadas después de un infarto cardiaco. Cuando el corazón se detiene, deja de recibir flujo sanguíneo, esa parte muere y ya no recibe oxígeno. Con este tratamiento se puede observar ese tejido, por medio de fibroblastos activados. Si se mantienen mucho tiempo así, el corazón se endurece y a la larga no podrá expandirse y cerrarse, es decir, latir. Por ello, es muy relevante dar el seguimiento en la regeneración de ese órgano.
La investigadora, quien es licenciada en química farmacéutica bióloga por la UNAM, sostuvo que hay dos técnicas de obtención de imágenes moleculares: la tomografía por emisión de positrones (PET/CT) y la tomografía por emisión de fotón único (SPECT/CT). En México tenemos 156 centros de medicina nuclear, 51 equipos de PET y 167 de SPECT, muy pocos a diferencia de otros países. Buscamos dar un mayor alcance con un proyecto de centros piloto, para llevar tecnología avanzada a gente con escasos recursos. Tengo la esperanza de gestionarlo por medio de fundaciones, concluyó.
Fuente: jornada.com.mx