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El virus del ébola puede esconderse en el cerebro y persistir años después del tratamiento

El virus del ébola puede esconderse en el cerebro y persistir años después del tratamiento

El tratamiento con anticuerpos monoclonales puede eliminar el virus del Ébola de la sangre y otros órganos, pero el patógeno puede permanecer en otras partes del cuerpo, como los testículos, los ojos y el cerebro durante años

La infección por el virus del Ébola tiene una elevada letalidad y el mayor brote epidémico que ha provocado hasta el momento y que tuvo lugar en África occidental entre 2013 y 2016 causó la muerte de 11.308 personas. Ahora, una nueva investigación ha descubierto que tratar a los pacientes con anticuerpos monoclonales no impide que el virus persista en ciertas zonas de su organismo, como el cerebro, tras superar la enfermedad.

En el estudio, que se realizó en modelos animales (primates no humanos) y se ha publicado en Science Translational Medicine, se ha comprobado además que tras superar la infección el virus del Ébola puede dañar el cerebro y causar recaídas fatales, y por ello es fundamental que los supervivientes sean seguidos a largo plazo para prevenir posibles recaídas o incluso nuevos brotes de la infección.

Los resultados revelan que este filovirus, aunque se elimina de la sangre y otros órganos, puede permanecer en algunas partes del organismo, como los testículos, los ojos y el cerebro durante años, un hallazgo con importantes repercusiones en la salud pública y en las probabilidades de que se desencadenen nuevos brotes, ya que el año pasado se produjeron tres nuevos brotes en África, todos ellos relacionados con algún superviviente de un episodio epidémico previo; por ejemplo, el registrado en Guinea en 2021 se inició con un paciente que había sobrevivido a su vez al brote de 2012-2016.

La infección por ébola persistía tras el tratamiento con anticuerpos

Hace años que se investiga que se investiga en el desarrollo de distintos tipos de vacunas y de tratamientos basados en anticuerpos para combatir la infección por ébola –dos vacunas y dos terapias ya han sido aprobadas por las agencias reguladoras–, pero existen dudas sobre si esos tratamientos con anticuerpos son capaces de erradicar el virus por completo evitando su persistencia en el organismo.

Y esto es lo que quería averiguar el grupo de científicos del Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército Estadounidense (USAMRIID), en Fort Detrick (Maryland) que ha llevado a cabo la nueva investigación, liderada por el microbiólogo Xiankun Zeng. Tras administrar los anticuerpos monoclonales a 36 primates no humanos expuestos al virus los investigadores comprobaron que siete de los animales que superaron la infección aguda tenían el virus en su cerebro y en los macrófagos, y dos de ellos murieron al cabo de dos semanas de su recuperación y de haber recibido el tratamiento.

“Mediante el uso de primates no humanos como modelo [de investigación], encontramos que alrededor del 20% de los monos que sobrevivieron a la exposición letal al virus del Ébola después del tratamiento con anticuerpos terapéuticos estándar tenían una infección persistente por EBOV [virus del Ébola] ubicada específicamente en el sistema ventricular del cerebro donde se produce, circula y contiene el líquido cefalorraquídeo, mientras que el virus del Ébola se eliminó de todos los demás órganos”, ha explicado el profesor Zeng a Diario Médico mediante un email.

“En el sistema ventricular con persistencia del EBOV dominaron la inflamación y el daño tisular. En especial, dos monos que inicialmente se habían recuperado de la enfermedad por EBOV después del tratamiento con anticuerpos presentaron signos clínicos (fiebre, sarpullido) recurrentes de infección vírica antes de su muerte en el día 30 y el día 39, respectivamente”.

Cuando estos científicos realizaron análisis histopatológicos de tejidos de los monos supervivientes confirmaron la inflamación en el cerebro provocada por una infección persistente. “En especial, se detectó una inflamación grave y masiva del virus del Ébola en el sistema ventricular del cerebro de los dos [animales] supervivientes que tuvieron una recaída, en cambio, no hubo inflamación evidente ni infección vírica en ningún otro órgano”.

Combinar anticuerpos monoclonales y fármacos antivirales

Actualmente hay dos terapias con anticuerpos monoclonales que han recibido la aprobación regulatoria: el ‘cóctel’ de anticuerpos de Regeneron REGN-EB3 y el anticuerpo ansuvimab de Ridgeback Therapeutics, que han mostrado una gran eficacia frente a esta enfermedad vírica. Pero, como ha destacado Zeng, “el virus del Ébola aún puede persistir y ocultarse en el cerebro de los monos que sobrevivieron a la enfermedad aguda por Ébola después del tratamiento con anticuerpos monoclonales, probablemente porque el cerebro es menos accesible a estas terapias”.

“Es necesario un seguimiento a largo plazo de los supervivientes de la enfermedad por el virus del Ébola para prevenir la reaparición de la enfermedad y reducir el riesgo de rebrotes”

Por ello, el investigador sugiere que “las terapias combinadas con anticuerpos monoclonales y medicamentos antivirales con una mejor penetración en los tejidos pueden ayudar a eliminar la persistencia del virus en órganos inmunológicamente privilegiados como el cerebro, los ojos y los testículos”. Esas áreas del organismo se consideran así privilegiadas, porque normalmente en ellas no se produce una respuesta inmune.

Este experto destaca “la necesidad de un seguimiento a largo plazo de los supervivientes de la enfermedad por el virus del Ébola, incluidos los tratados con anticuerpos terapéuticos, para prevenir la reaparición de la enfermedad. Esto servirá para reducir el riesgo de rebrotes, al mismo tiempo que ayudará a disminuir la estigmatización de los pacientes”.

La persistencia vírica y los tratamientos como los anticuerpos monoclonales son factores que comparten la enfermedad causada por el virus ébola y la que provoca el SARS-CoV-2, el COVID-19, por lo que los hallazgos del estudio también podrían ayudar a comprender mejor el COVID persistente y otras enfermedades infecciosas. Zeng explica que “la infección persistente por SARS-CoV-2 puede ocurrir en ciertos pacientes inmunocomprometidos. También hemos encontrado una infección persistente similar de otros virus altamente patógenos, como el virus de Marburgo, el virus de Nipah y el virus de Lassa, en órganos inmunológicamente privilegiados de monos supervivientes”.

Fuente: webconsultas.com

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