El trabajo, liderado por el científico español Álvaro San Millán, del Hospital Universitario Ramon y Cajal y la Universidad de Oxford, se publica en Nature Ecology & Evolution.
Desde que comenzaron a utilizarse durante la II Guerra Mundial, los antibióticos han salvado la vida de millones de personas en todo el mundo, sin embargo, el uso -en muchos casos abusivo- de estos medicamentos ha hecho que las bacterias se hayan hecho resistentes, anulando así el efecto de los fármacos.
Hoy en día, la resistencia bacteriana es uno de los principales problemas de salud pública, y es que “cada vez hay más enfermedades infecciosas que antes se trataban muy bien con antibióticos y que ahora no se curan”, ha dicho San Millán en declaraciones a Efe.
La situación es especialmente grave en las personas inmunodeprimidas y en los pacientes de los hospitales, lugares en los que las bacterias se han hecho extremadamente fuertes.
Más muertes que el cáncer
Según los últimos datos disponibles, cada año fallecen unas 700.000 personas en el mundo por enfermedades resistentes a los antibióticos, pero según un reciente informe realizado por científicos británicos, las infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos matarán a diez millones de personas en el año 2050, “más muertes de las que provoca el cáncer“, puntualiza San Millán.
Por esta razón, en los últimos años, la lucha contra las enfermedades infecciosas se ha convertido en una de las prioridades de organizaciones y agencias de salud pública como la OMS o las agencias de investigación y control de enfermedades infecciones de Europa y Estados Unidos.
Resistencia a los antibióticos
El trabajo publicado en Nature Ecology & Evolution se centra en el papel de los plásmidos, unas moléculas de ADN que se encuentran en prácticamente todas las bacterias y que transfieren la información genética -incluida la resistencia a los antibióticos- de unas bacterias a otras mediante un proceso llamado ‘conjugación’.
Los plásmidos, por tanto, han sido una pieza básica de la evolución de las bacterias, una herramienta que les ha permitido adaptarse al entorno que han tenido “un papel clave en la diseminación de los genes de resistencia a los antibióticos”.
“Los plásmidos llevan muchos genes de resistencia de modo que, cuando una bacteria adquiere un plásmido con genes de resistencia a cinco o seis antibióticos, se convierte de golpe en una bacteria resistente a esos cinco o seis fármacos“, explica el investigador.
Pero el trabajo va un paso más allá y se centra en una familia de plásmidos en concreto, “unos muy especiales, pequeños y numerosos que llevan un alto número de copias en la misma bacteria”, agrega.
La investigación ha demuestrado que los plásmidos pueden actuar como catalizadores que aceleran la evolución de nuevas formas de resistencia a antibióticos.
Y es que, cuando un gen de resistencia cae en un plásmido con un alto número de copias se potencia “o multiplica” la capacidad evolutiva del patógeno, ya que un mayor número de copias permite a los genes de estos plásmidos evolucionar rápidamente para adquirir nuevas funciones (resistencia a los antibióticos, entre ellas).
Fuente: EFE