Investigadores canadienses han conseguido aumentar un 60% la vida de una mosca introduciendo en su dieta un complemento alimenticio a base de plantas y una asociación de probióticos. No sólo consiguieron alargarles la vida, sino también protegerlas de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento.
Esta investigación, desarrollada por Satya Prakash y Susan Westfall, de la Facultad de Medicina de la Universidad McGill y publicada en Scientific Reports, se suma a otras investigaciones anteriores que confirman la importancia de la flora intestinal para la salud.
Las moscas que siguieron este tratamiento vivieron hasta 66 días, 26 días más que las otras moscas que no recibieron el complemento alimenticio. Los investigadores observaron además que algunas afecciones vinculadas al envejecimiento, especialmente la insulinorresistencia (una alteración que se produce en los tejidos y que provoca que la insulina no ejerza su acción en ellos), la inflamación y el estrés oxidativo (procedo de deterioro celular), disminuyeron en este grupo de moscas.
Según la Organización Mundial de la Salud, los probióticos son microorganismos vivos que, cuando son suministrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del organismo anfitrión. Cambian completamente la arquitectura de la microbiota o flora intestinal, así como el metabolismo de los alimentos que tomamos.
El complemento alimenticio a base de plantas suministrado a las moscas se llama Triphala (tres frutas), y es una fórmula que se utiliza en la antigua ciencia del Ayurveda, la medicina tradicional de la India. Las tres frutas que la componen son amalaki (o grosella hindú) bibhitaki (Terminalia bellirica) y haritaki (Terminalia chebula)
Según explica Satya Prakash en un comunicado de la citada universidad, “una sola formulación probiótica actúa simultáneamente en varias vías de señalización bioquímica para provocar efectos fisiológicos amplios y beneficiosos, y explica por qué la formulación única que presentamos en este documento tiene un efecto tan dramático en tantos marcadores diferentes”.
Este descubrimiento es importante para la salud humana, señalan los investigadores, ya que la biología de la mosca utilizada en el experimento es muy próxima a la de los mamíferos, alcanzando una similitud de hasta el 70%.
La mosca del experimento se llama Drosophila melanogaster, también conocida como mosca del vinagre o mosca de la fruta. Cerca del 61 % de los genes de enfermedades humanas que se conocen tienen una contrapartida identificable en el genoma de la mosca de la fruta, y el 50 % de las secuencias proteínicas de la mosca tiene análogos en los mamíferos.
Eje intestino-cerebro
Los investigadores consideran que los efectos benéficos de este descubrimiento pueden ser espectaculares, ya que confirma que la combinación de Triphala con probióticos es una garantía de longevidad y salud.
“Esperamos que la asociación Triphala-proibióticos es al menos ligeramente más eficaz que cada uno de ambos componentes tomados por separado, y nunca pensamos obtener una eficacia tan alta en el experimento”, señalan en el comunicado.
Estos resultados están vinculados a lo que los científicos llaman “eje intestino-cerebro”, una vía de comunicación bidireccional entre los microorganismos del tracto intestinal (macrobiota) y el cerebro.
En los últimos años, diversos estudios han demostrado que el eje del intestino-cerebro está involucrado en cambios neuropatológicos y en una variedad de condiciones tales como el síndrome del intestino irritable, la neurodegeneración e incluso la depresión. Sin embargo, pocos estudios han diseñado con éxito terapias moduladoras de la microbiota intestinal que tengan efectos tan potentes o amplios como la formulación presentada en este estudio.
Susan Westfall, la autora principal, explica que la idea de combinar Triphala y los probióticos proviene de su interés en estudiar productos naturales derivados de la medicina tradicional india y su impacto en las enfermedades neurodegenerativas.
Añade que este preparado puede ser útil para muchas enfermedades humanas, especialmente la diabetes, la obesidad, la degeneración neurológica, la inflamación crónica, la depresión, el síndrome del intestino irritable e incluso el cáncer.
El nuevo estudio, que incluye datos archivados en una patente provisional estadounidense a través de una compañía cofundada por los autores, tiene el potencial de afectar al campo del microbioma, a los probióticos y a la salud humana.
Fuente: tendencias21.net