Una molécula que se encuentra en los fluidos del semen y la saliva puede bloquear la infección por patógenos que normalmente transmiten los mosquitos
¿Por qué algunos virus, como el del zika o el dengue, se transmiten con facilidad a través de la picadura de un mosquito o si la persona entra en contacto con sangre contaminada y, sin embargo, no se contagian por contacto con fluidos como la saliva pese a contener carga viral?
La clave está en una molécula situada en la superficie de vesículas extracelulares que están presentes en fluidos como la saliva y que son capaces de bloquear la infección por este tipo de virus. Ha destapado su papel un equipo de investigadores dirigidos por Janis A. Müller, del Instituto de Virología Molecular de la Universidad de Ulm (Alemania), que detalla los pormenores de su investigación en el último número de la revista Nature Microbiology.
Sus hallazgos, señalan en la publicación científica, ayudan a entender por qué en este tipo de virus se dan unas tasas bajas de transmisión de persona a persona y los contagios tienden a producirse por la intervención de un artrópodo o por contacto directo con sangre, donde estas moléculas están menos presentes.
Previamente, una investigación preliminar del mismo equipo había mostrado que fluidos como la saliva o el semen contienen estas vesículas extracelulares que dificultan la infección de virus como el zika al bloquear su vía de entrada a las células. Para este trabajo, los investigadores habían llevado a cabo experimentos en el laboratorio y no habían podido sacar a la luz los mecanismos responsables de este bloqueo.
Ahora, el equipo de Müller ha conseguido aislar estas vesículas extracelulares en distintos tipos de fluidos humanos, como la saliva, el semen, la orina o la sangre, entre otros. En su análisis, descubrieron que una molécula denominada fosfatidilserina estaba presente en mayor medida en las vesículas extracelulares del semen que en aquellas de la sangre.
En un experimento posterior, demostraron que la molécula era capaz de bloquear la infección del virus zika al competir por los mismos receptores celulares que el patógeno. La fosfatidilserina era capaz de interferir en la entrada del virus a las células, lo que frenaba su expansión.
Los investigadores quisieron dar un paso más y probaron que utilizando concentraciones de vesículas extracelulares de forma similar a las que se encuentran en fluidos como la saliva, se podía inhibir en el laboratorio la infección por diferentes virus, como el dengue, el West Nile o el Chikungunya. No obstante, la clave de esta acción de bloqueo estaba en la fosfatidilserina, tal como demostraron los investigadores, ya que, si se eliminaba su presencia, la protección detectada desaparecía.
Asimismo, los científicos también comprobaron que esta molécula y las vesículas extracelulares no servían frente a otros patógenos que utilizan diferentes ‘puertas’ de entrada para infectar a las células. Es el caso del SARS-CoV-2 o diferentes herpesvirus.
En sus conclusiones, los investigadores sugieren que sus hallazgos podrían servir para desarrollar en el futuro un nuevo tipo de fármacos antivirales, si bien reconocen que para ello serían necesarios nuevos estudios.
Fuente: elmundo.es