Una investigación entre científicos de la Universidad de Duke y la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos) ha identificado y probado un anticuerpo que limita la gravedad de las infecciones por diversos coronavirus, incluidos los que causan la COVID-19.
«Este anticuerpo tiene el potencial de ser una terapia para la pandemia actual. También podría estar disponible para futuros brotes, si o cuando otros coronavirus salten de sus huéspedes animales naturales a los humanos», explica Barton Haynes, uno de los responsables del estudio, que se ha publicado en la revista ‘Science Translational Medicine’.
Haynes y sus colegas aislaron el anticuerpo analizando la sangre de un paciente que había sido infectado por el virus SARS-CoV-1 original, que causó el brote de SARS a principios de la década de 2000, y de un paciente actual de COVID-19.
Identificaron más de 1.700 anticuerpos, que el sistema inmunitario produce para unirse a sitios específicos de determinados virus y así impedir que el patógeno infecte las células. Cuando los virus mutan, muchos sitios de unión se alteran o se eliminan, dejando a los anticuerpos sin efecto. Pero a menudo hay sitios del virus que permanecen inalterados a pesar de las mutaciones. Los investigadores se centraron en los anticuerpos que se dirigen a estos sitios debido a su potencial para ser altamente efectivos en diferentes linajes de un virus.
De los 1.700 anticuerpos de los dos individuos, los investigadores de Duke encontraron 50 anticuerpos que tenían la capacidad de unirse tanto al virus SARS-CoV-1 como al SARS-CoV-2, que causa la COVID-19.
Un análisis más detallado descubrió que uno de esos anticuerpos de unión cruzada era especialmente potente, capaz de unirse a una multitud de coronavirus animales además de a los dos patógenos que infectan a los humanos.
«Este anticuerpo se une al coronavirus en un lugar que se conserva a través de numerosas mutaciones y variaciones. Como resultado, puede neutralizar una amplia gama de coronavirus», resalta Haynes.
Con el anticuerpo aislado, probaron el anticuerpo en ratones para determinar si podía bloquear eficazmente las infecciones o minimizar las que se producían. Descubrieron que hacía ambas cosas. Cuando se administraba antes de que los animales se infectaran, el anticuerpo protegía a los ratones contra el desarrollo del SARS, la COVID-19 y sus variantes como el Delta, y muchos coronavirus animales que tienen el potencial de causar pandemias humanas.
Cuando se administró después de las infecciones, el anticuerpo redujo los síntomas pulmonares graves en comparación con los animales que no fueron tratados con el anticuerpo.
Fuente: infosalus.com