El objetivo es generar herramientas que no existen en el sistema educativo tradicional y propiciar una futura inserción laboral más inclusiva
Investigadores de la Facultad de Informática de la Universidad Nacional del Comahue (UNComa), en Neuquén, desarrollaron una plataforma web para enseñar programación a niños y niñas con el espectro autista. El objetivo es generar herramientas que no existen en el sistema educativo tradicional y propiciar una futura inserción laboral más inclusiva. La aplicación, bautizada con el nombre de Pasayo, ya fue probada por veinte familias con buenos resultados y los científicos están trabajando para ampliar el alcance a toda la provincia.
“Con Pasayo pensamos un rol diferente para las juventudes en el espectro autista de cara al futuro. Hoy son consumidores de tecnología pero no tienen un rol productivo. Como veníamos investigando en los procesos de aprendizaje de computación en las infancias, pensamos que podíamos darle una respuesta a la sociedad sobre este tema”, cuenta Federico Amigone, investigador de la UNComa y coordinador del proyecto.
La idea surgió hace cuatro años cuando Amigone comenzó a buscar herramientas que permitieran a su hijo, un niño en el espectro autista, desarrollar habilidades en programación. Como no encontró nada, planteó la necesidad al grupo de investigación y empezaron a trabajar en el desarrollo de una plataforma para cubrir esta vacancia.
Pero ese fue solo el punto de partida que dio lugar a la creación de un proyecto más grande: la Escuela Pasayo, un espacio de acompañamiento y aprendizaje para familias con niñas, niños y jóvenes en el espectro autista que deseen desarrollar habilidades de programación. Además, crearon la Comunidad de Ciencia Ciudadana para la Computación, un equipo integrado no solo por investigadores de la Universidad, sino por cualquier persona que desee participar de la construcción colectiva de conocimiento.
En este sentido, Amigone explica: “Estamos convencidos de que hay temas como el de la inserción laboral de personas con autismo que no se pueden resolver encerrados en los claustros de la academia. Sentimos que teníamos que traer actores ciudadanos al proceso de investigación”.
Como un cuento
Pasayo es una plataforma web de uso gratuito que trabaja con el concepto de transposición de narrativas. Se ingresa un relato o cuento que plantea un problema para que, luego de realizar una serie de acciones, eso derive en una solución ejecutable para el problema planteado. La plataforma está dividida en tres niveles: Tangible, Bloques y Textual.
Tangible es el primer acercamiento al mundo de la programación y se hace con objetos que se pueden tocar. “Es una especie de juego de mesa con pictogramas, un recurso muy utilizado con las comunidades en el espectro autista por las dificultades en el desarrollo del habla”, señala el investigador. En esta modalidad, la idea es ir agrupando fichas de diversas maneras para que un avatar se vaya moviendo a partir de esas instrucciones. Si bien la duración de cada nivel depende del proceso individual de cada niño, el tiempo aproximado de esta etapa es de uno o dos meses.
El siguiente nivel es el de Bloques y se hace en una computadora. Se compone de diversas figuras que hay que arrastrar con el mouse para ir construyendo un programa ejecutable. En este módulo se puede demorar más tiempo, desde algunos meses hasta uno o más años, según lo que el estudiante necesite. Finalmente, el nivel Textual ya implica programar en un lenguaje industrial. Aquí se emplea JavaScript, uno de los más utilizados en la industria informática.
Educación para toda la familia
Lograr que la programación sea un proceso más accesible para infancias con autismo no es un desafío sencillo. “Es algo que todavía estamos aprendiendo y una de las complejidades es que el proceso de aprendizaje no tiene que estar mediado por lo discursivo”, indica Amigone. Es decir que no se puede empezar explicando la teoría, como se hace tradicionalmente, sino que es necesario crear otros elementos que el chico pueda manipular de forma satisfactoria. Además, los cursos con una duración determinada no sirven para estos casos ya que los tiempos de enseñanza y aprendizaje son otros.
De esta manera, no solo se trata de enseñar a programar a niños y niñas con autismo, sino también a sus familiares. Para acompañar el proceso, la Escuela Pasayo cuenta con facilitadores que no interactúan directamente con el niño sino con sus padres, madres, tutores o acompañantes terapéuticos. A través de reuniones virtuales, el facilitador explica la actividad al familiar, quien será el encargado de trabajar el contenido en el momento que crea más apropiado. A la semana siguiente, se hacen las devoluciones correspondientes y los ajustes para avanzar en el proceso.
Programando un mundo mejor
Hasta el momento, la plataforma fue probada por veinte familias distribuidas principalmente en la región de Río Negro y Neuquén, con una franja etaria muy amplia que va desde 6 a 24 años. “En la cohorte del 2022 las experiencias fueron muy estimulantes y nos dieron la pauta de que tenemos que seguir por este camino. Tuvimos unas 300 instancias de facilitación que produjeron unos 200 programas ejecutables hechos por niños, niñas y jóvenes en el espectro autista”, cuenta el coordinador del proyecto.
A partir de las devoluciones, observaron que hubo experiencias diversas. Algunos no se interesaron por aprender este tipo de habilidades y otros sí. “Una de las características del autismo es que tienen una agenda propia de intereses y puede que la computadora no sea uno de ellos. Para quienes sí les interesa, recibimos devoluciones magníficas y los padres estaban entusiasmados porque hoy solo existen terapias clínicas pero hay una gran ausencia de perspectivas laborales”, señala. El investigador cuenta que han recibido aportes públicos y privados pero también han realizado gran parte del trabajo ad honorem. Dentro del ámbito privado, obtuvieron apoyo financiero de algunas empresas tecnológicas de la zona.
Actualmente, el equipo de Pasayo está trabajando con la Agencia Neuquina de Innovación para el Desarrollo, el Consejo Federal de Inversiones de la Nación y la Fundación de la UNComa para lanzar la escuela a toda la provincia de Neuquén. Esto permitirá ampliar el alcance de la plataforma y también generar datos relevantes para avanzar en el ámbito de la investigación. Además, están elaborando un convenio con un municipio de Córdoba para crear una nueva sede de la escuela allí.
“En los próximos meses, estaremos trabajando para llevar la escuela a toda la provincia de Neuquén, lo cual va a ser un desafío enorme. También queremos seguir fortaleciendo la red con las empresas tecnológicas para involucrarlos en el tema de forma temprana porque de nada nos serviría formar a los mejores programadores si las empresas luego no los toman”, sostiene Amigone.
Fuente: pagina12.com.ar