Las personas que actuaron en los rescates tras el atentado del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, exhibieron una incidencia tres veces mayor de cáncer tiroideo que la esperable para la población en general.
La comprobación de este aumento se concretó mediante el uso de un método basado en cuatro biomarcadores capaces de distinguir expresiones genéticas ligadas a tumores benignos y malignos. Estos test, desarrollados por científicos de la Universidad Federal de São Paulo – Unifesp, en Brasil, en colaboración con la Johns Hopkins University School of Medicine, de Estados Unidos, contaron con el apoyo de la FAPESP – Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo en el marco de un Proyecto Temático.
Los motivos de esta elevación de la incidencia del cáncer de tiroides revelada en estudios anteriores aún no han sido dilucidados. El 11 de septiembre de 2001, y durante un largo período posterior a esa fecha, los rescatistas trabajaron en la búsqueda de sobrevivientes entre los escombros y en la atención de las víctimas del peor ataque extranjero perpetrado en Estados Unidos, cuando cuatro aviones apuntaron como blancos hacia las torres gemelas del World Trade Center, en Nueva York, al Pentágono, en Washington, y a un área de Pensilvania.
Durante años se creyó que la mayor incidencia de cáncer de tiroides en esa población específica estaría relacionada con el exceso de falsos positivos en el diagnóstico de tumores malignos en la tiroides. Sin embargo, en un nuevo artículo publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health se describe un estudio en el cual se compararon los resultados del uso de los biomarcadores con el análisis del diagnóstico histológico realizado con 37 rescatistas monitoreados por el World Trade Center Health Program. Dicha comparación demostró que no hubo un solo caso de falso positivo entre los socorristas que participaron en el análisis en la comparación con el nuevo método.
“Para la confirmación de los casos de cáncer aplicamos un panel compuesto por cuatro biomarcadores capaces de indicar si el tumor tiroideo es maligno o benigno. Ese panel fue desarrollado por nuestro equipo y su objetivo inicial consistió en servir como test prequirúrgico para nódulos de tiroides denominados indeterminados, pues no se puede determinar si son benignos o malignos. Los marcadores que utilizamos son genes cuya función en el cáncer tiroideo es aún es desconocida y nuestro grupo está explorándola”, dijo Janete Cerutti, docente de la Cátedra de Genética en la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (EPM-Unifesp) e investigadora responsable del Proyecto Temático.
Los biomarcadores, desarrollados por el equipo de Cerutti entre 2004 y 2011, actúan de acuerdo con el aumento o la disminución de la expresión de genes ligados al cáncer de tiroides.
Al cabo de un trabajo de siete años, el equipo creó un panel de marcadores más sencillos que los test convencionales, pues se basa en la expresión genética de tan sólo cuatro genes: DDIT3, ITM1, C1orf24 y PVALB.
Este test permite distinguir entre la existencia de carcinoma folicular tiroideo, carcinoma de células de Hürthle y carcinoma papilar tiroideo (formas malignas) y adenoma folicular y el adenoma de células de Hürthle de la tiroides (forma benigna) mediante el análisis de combinaciones de los niveles de expresiones de los genes.
“Mediante punción y análisis de las células tumorales es posible ver el nivel de las proteínas [los productos de la expresión de esos cuatro genes] presentes o ausentes en el cáncer, e indicar así si se trata de un tumor maligno o no. Con este resultado, es posible indicar el tratamiento más adecuado”, declaró Cerutti.
De acuerdo con la investigadora, por ser más sencillo que los disponibles en el mercado, este test también es más barato.
“Es un test relativamente sencillo, basado en la combinación de tan solo cuatro marcadores. Existen en la actualidad otros paneles de marcadores para el cáncer de tiroides, pero son mucho más complejos que el nuestro, con paneles de varios marcadores con los cuales se buscan posibles alteraciones genéticas en los tumores”, dijo.
Se estima que este nuevo método tendrá un valor equivalente a un 10% del de los diagnósticos existentes en el mercado, que llegan a los 12 mil reales por uso.
El estudio que confirmó el aumento de casos de cáncer tiroideo se basó en datos cedidos por los socorristas participantes en el programa World Trade Center Health. Dicho programa, ligado al Hospital Mount Sinai, en Nueva York, ofrece a más de 27 mil personas monitoreo médico y tratamiento de enfermedades inflamatorias y del cáncer, en el campo de la salud mental o ante cualquier desvío que sea probable consecuencia del atentado entre rescatistas, voluntarios y distinto tipo personal que trabajó en la recuperación y en la limpieza luego del ataque.
“Existía un recelo por parte del World Trade Center Health de que el exceso de cáncer de tiroides pudiese constituir un error de diagnóstico, de exceso de falsos positivos, pero demostramos que no lo era. El monitoreo anual realizado por el programa con esos socorristas se mostró capaz de detectar precozmente casos verdaderos de cáncer tiroideo, aumentando la posibilidad de efectuar un pronóstico favorable”, dijo.
Para Cerutti, el estudio realizado con los socorristas sirvió también como una forma de confirmar la precisión de la propia técnica que desarrollaron los investigadores brasileños.
“Fue sumamente importante el reconocimiento del grupo que está trabajando con las torres gemelas, pues se validó nuestro método con otra población distinta a la brasileña, con la cual ya veníamos testeando desde 2011”, dijo.
De acuerdo con el Instituto Nacional del Cáncer (Inca) de Brasil, los tumores tiroideos constituyen el quinto tipo más común entre mujeres en el país y, al igual que cualquier cáncer, existe el recelo de que haya un exceso de resultados falsos positivos.
“Debido al uso de la ecografía de alta resolución, capaz de localizar nódulos a partir de los 2 milímetros, la detección de nódulos tiroideos [cancerosos y no cancerosos] ha aumentado considerablemente”, dijo Cerutti.
Según la profesora de la EPM-Unifesp, el análisis genético de los tumores evitaría cirugías innecesarias, ya que en un 30% de los casos los nódulos de la tiroides no pueden clasificarse correctamente, pues las características de las células malignas son muy similares a las de las benignas y requieren de biopsia quirúrgica para el diagnóstico.
La investigadora comenta que el estudio con los socorristas de las torres gemelas seguirá adelante en dos frentes: la investigación de componentes del polvo de los destrozos que pueden haber influido en el aumento de los casos de cáncer tiroideo y la evaluación de la agresividad de esos tumores.
“La parte de la evaluación de la agresividad se lleva adelante acá en nuestro laboratorio, en la Unifesp. Analizaremos los tumores para saber qué tipo de alteración genética tienen e intentar detectar cuales son más agresivos. Estamos analizando a nivel molecular las mutaciones asociadas con un peor pronóstico”, dijo. El equipo está estudiando el rol de esos marcadores en el desarrollo de la enfermedad.
“Sabemos que actúan en el desarrollo de la afección. Ahora queremos saber por qué aumentan o disminuyen en el cáncer tiroideo. Esta comprensión resulta importante para estipular tratamientos, sobre todo en los casos en que el tratamiento tradicional [la cirugía y el tratamiento complementario con radioterapia] no lleva a la cura”, dijo Cerutti.
Fuente: noticiasdelaciencia.com