El campo de investigación para el retraso del envejecimiento está mostrando notorios avances. Esto es clave para enfermedades como el alzhéimer, que en 2050 afectará a 500 mil personas en Chile, según cálculos actuales. Hoy el 1% del PIB del mundo se gasta en cuidados paliativos solo para esta enfermedad, mientras en nuestro país una familia gasta un promedio de dos sueldos mínimos en una persona con este mal.
Por eso, resulta fundamental el trabajo de los investigadores del área. Uno de los destacados es Claudio Hetz, director del Instituto de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Universidad de Chile, además de investigador asociado del Buck Institute de Estados Unidos. Fue uno de los expositores en el Festival Puerto de Ideas, que se realizó recientemente en Antofagasta.
«Lo más fundamental es que el campo recién hace muy pocos años llegó a consensos, porque la investigación en envejecimiento era pobre, muy controvertida y poco respetada», explicó Hetz.
«Costó mucho introducir los conceptos originales: que hay genes que regulan cómo envejecer. Basados en estos conceptos, hay principios fundamentales que, se ha demostrado, si se modifican, pueden cambiar el curso del envejecimiento. Lo fundamental es que hay evidencia sólida en múltiples especies, respecto de que si uno toca estos pilares se puede aumentar la expectativa de salud y de vida», señaló.
Hetz destacó que, en la actualidad, lo que está revolucionando el campo es que estas ideas están asentadas: «En estos momentos, en Estados Unidos se están probando algunas estrategias farmacológicas –no sé si decirles terapéuticas, porque no vas a tratar enfermedades– para alterar el curso natural del envejecimiento, con el fin de disminuir la probabilidad de enfermarte en el futuro».
Buck Institute de Estados Unidos –al cual Hetz está vinculado– es una de las entidades que han generado drogas que eliminan las células senescentes, que son aquellas que con el envejecimiento detienen su crecimiento y comienzan a producir inflamaciones que dañan el cuerpo. Estas inflamaciones pueden conducir a enfermedades como artritis, alzhéimer, enfermedad de Parkinson y cáncer, entre otros.
«Lo que hacemos con estas terapias, que se están probando en varios ensayos clínicos, es crear compuestos que matan selectivamente las ‘células viejas’ y dejan que el resto siga su curso», explicó Hetz. Y aunque faltan algunos años, sus resultados tendrán efectos en la expectativa de salud.
«Por ejemplo, en estos ensayos se prueban estas drogas y ven tu probabilidad de sufrir artritis o una enfermedad autoinmune», resaltó.
«Impactante»
Hetz calificó de «impactante» la literatura de los últimos tres años. «Todos estos modelos experimentales de enfermedades cardíacas, cerebrales, etc., pueden ser casi curadas al tomar drogas que eliminan tus células senescentes en mamíferos. Va a ser como un antibiótico que te mata tus células viejas y mantiene tu estado de salud. Suena como ciencia ficción, pero ya se están desarrollando inversiones millonarias», indicó.
El científico estima que, en unos años, los humanos podremos suplementar nuestra dieta con estas drogas.
En diciembre, el investigador fue parte de la conmemoración de los 30 años del Buck Institute y fue testigo de un debate acerca del impacto que estas drogas tendrán en el sistema de salud y el sistema normativo. «¿Cómo hoy puedes obligar a una Isapre a financiarte un fármaco que evite que te enfermes? A corto plazo no es rentable, solo en el largo plazo, porque si tus afiliados no se enferman, es negocio redondo», reflexionó.
Hoy el problema es que el desarrollo de las primeras drogas es altísimo. Hetz lo ve en terapia génica, su área: un tratamiento puede costar US$400 mil, unos 300 millones de pesos. Sin embargo, a futuro el costo podría reducirse.
«Va a revolucionar la medicina», apostó.
Hetz además enfatizó la importancia de generar estrategias seguras, para evitar efectos secundarios nocivos, ya que el funcionamiento del cuerpo a nivel molecular es extremadamente complejo y los órganos están interrelacionados. «Lo que estamos haciendo es usar genes para tratar enfermedades, donde inyectamos virus modificados y la gracia es que se lo entregas, por ejemplo, solo a la población de neuronas que está afectada. No al resto del cerebro ni al resto del cuerpo», detalló.
El problema de los fármacos actuales para una enfermedad cerebral, es que el cuerpo tiene barreras naturales que impide que lleguen, por lo cual los pacientes deben tomar concentraciones altísimas que tienen efectos contraproducentes. De ahí la importancia de la terapia génica.
En su campo de estudio específico, que es el equilibrio de las proteínas, el equipo de Hetz está a la vanguardia a nivel mundial. Ya han generado propiedad intelectual y patentes que están en proceso de licenciar a nivel internacional para que el producto llegue al sistema médico. Los fármacos, destacó Hetz, eventualmente serán para las nuevas generaciones, que los podrán consumir de por vida, al tiempo que realizan otras actividades para tener un buen envejecimiento, como realizar ejercicio físico, tener una dieta equilibrada, etc.
Fuente: m.elmostrador.cl