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Adicción al ejercicio: cuando el deporte saludable se convierte en una obsesión peligrosa

En una sociedad que valora la salud, el rendimiento físico y la imagen corporal, el ejercicio regular se ha convertido en una práctica ampliamente promovida por médicos, entrenadores y medios de comunicación. Sin embargo, lo que a menudo comienza como un hábito saludable puede transformarse en una dependencia peligrosa. La adicción al ejercicio, también conocida como vigorexia, es un trastorno psicológico que, aunque poco reconocido, afecta a un número creciente de personas.

¿Qué es la adicción al ejercicio?

La adicción al ejercicio es una conducta compulsiva caracterizada por una necesidad incontrolable de realizar actividad física de forma excesiva, a pesar de las consecuencias negativas para la salud física, mental y social del individuo. A diferencia del deporte profesional o la dedicación intensa de atletas de alto rendimiento, la persona con esta adicción no busca únicamente mejorar su rendimiento, sino que desarrolla una dependencia emocional y fisiológica del ejercicio.

Según estudios publicados en revistas como Psychology of Sport and Exercise y Journal of Behavioral Addictions, la prevalencia de esta condición se estima entre el 3% y el 7% en la población general, aunque puede ser mayor en deportistas amateur y personas con antecedentes de trastornos alimentarios.

Señales de alerta

Algunas señales comunes que pueden indicar una relación no saludable con el ejercicio incluyen:

Causas y factores de riesgo

Los factores que pueden predisponer a desarrollar adicción al ejercicio incluyen:

Consecuencias para la salud

Aunque el ejercicio tiene beneficios ampliamente comprobados, su práctica excesiva puede generar efectos adversos:

Tratamiento y prevención

La adicción al ejercicio puede ser difícil de reconocer, especialmente porque socialmente se aplaude el esfuerzo y la disciplina. Sin embargo, como cualquier otra adicción, requiere intervención profesional. El tratamiento suele incluir:

Prevenir la adicción al ejercicio implica fomentar una cultura del bienestar integral, donde el descanso, la variedad de actividades y la escucha del propio cuerpo tengan tanto valor como la constancia y el esfuerzo físico.

El ejercicio es, sin duda, una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida. Pero cuando se convierte en una obligación rígida y dolorosa, pierde su esencia como fuente de salud. Reconocer los signos de una práctica desequilibrada es el primer paso hacia una relación más consciente con el cuerpo y el bienestar.

Fuente: noticiasdelaciencia.com

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