A pesar del calentamiento global, desde hace una década se están viviendo inviernos extremos en el nordeste de Estados Unidos, Europa y Asia, regiones todas ellas barridas por fuertes vientos polares. Un nuevo estudio relaciona estos episodios con cambios en el vórtice polar en un contexto de calentamiento acelerado del Ártico.
El vórtice polar es un ciclón persistente a gran escala situado cerca de las zonas polares terrestres, distribuyéndose tanto en la troposfera (superficie terrestre) como en la estratosfera (a partir de los 6 kilómetros de altura).
El vórtice polar envuelve las altas presiones polares y forma parte del frente polar, la colisión de aire cálido procedente de los anticiclones subtropicales, con los aires fríos procedentes de los anticiclones polares. El vórtice polar se mantiene normalmente de agosto a noviembre.
Cuando el vórtice polar se debilita, afecta a las condiciones meteorológicas de superficie por la influencia descendente de las ondas planetarias, que son oscilaciones producidas en los fluidos geofísicos (océano y atmósfera). Hasta ahora se había demostrado que un recalentamiento estratosférico frecuente podía modular el flujo troposférico durante dos meses.
Ahora, un nuevo estudio, del que se informa en un comunicado del Institute for Climate Impact Research, ha reconstruido la evolución del vórtice polar desde 1979 y comprobado que su debilitamiento, como consecuencia de un recalentamiento acelerado del Ártico, tiene relación con los inviernos particularmente fríos que se vienen viviendo desde hace una década en el nordeste de Estados Unidos, en el norte de Europa y más particularmente en Asia.
Vórtices polares menos intensos
El estudio ha identificado siete configuraciones diferentes del vórtice polar en el período analizado, dependiendo de su localización e intensidad. La primera configuración, que representa un vórtice polar potente, está perdiendo intensidad desde 1979. Al mismo tiempo, el estudio ha observado que las configuraciones de los vórtices más débiles, están aumentando su frecuencia.
El 72% del debilitamiento del vórtice polar se ha observado por encima de los 60ºN y se explica por el descenso de la frecuencia del vórtice fuerte (la primera configuración, que ha bajado a la mitad) y el aumento de las configuraciones débiles del vórtice polar, que ha sido del 140% entre 1979 y 2015.
El estudio demuestra que los episodios de vórtice fuerte coinciden con temperaturas suaves en Estados Unidos y la región norte de Eurasia, y también con temperaturas frías sobre Alaska y Groenlandia.
Y al contrario, cuando el vórtice polar se suaviza, se observan temperaturas anormalmente frías en el norte de Eurasia, al mismo tiempo que Canadá está más cálido de lo habitual. La relación entre los estados débiles del vórtice polar y la temperatura en superficie es mucho más fuerte para Eurasia y el nordeste de Estados Unidos que para otras regiones, según este estudio.
Amplificación ártica y El Niño, claves
Según estos investigadores, el vórtice suave explica el 60% del enfriamiento euroasiático desde 1990, período a partir del cual el fenómeno de amplificación ártica se acentúa. La amplificación del Ártico señala un más rápido calentamiento del Ártico en comparación con el resto del Hemisferio Norte, cuando desaparece el hielo marino.
El fenómeno meteorológico conocido como El Niño (Southern Oscillation) explica solamente el 17% del enfriamiento registrado en el hemisferio norte. La combinación de El Niño y el vórtice polar suave explica el 77% del enfriamiento euroasiático, según esta investigación.
Las observaciones y los modelos desarrollados en el marco de esta investigación muestran asimismo que una cobertura de nieve importante en el mes de octubre en Eurasia favorece una zona de altas presiones sobre Siberia.
Estas nevadas inusuales en Siberia podrían estar originadas por el derretimiento del Ártico, particularmente en los mares de Barents y de Kara. Cuando hay una capa de nieve anómala superior a la media en Siberia, los rayos solares se reflejan más eficazmente y las temperaturas descienden. La consecuencia es una densificación de la masa de aire.
El anticiclón provoca a su vez una transferencia de energía desde la troposfera a la estratosfera. Esta absorción de energía provoca un recalentamiento de la estratosfera y un debilitamiento del vórtice polar.
Se alcanza así una fase negativa en la oscilación ártica que viene acompañada de olas de frío intensas en Estados Unidos y el norte de Eurasia en invierno. Otros estudios muestran una respuesta atmosférica similar a la disminución del hielo marino en las regiones de Barents y Kara.
Fuente: tendencias21.net