“Existen importantes factores sociodemográficos, como el acceso a la nutrición y a la atención sanitaria, que desempeñan un papel fundamental en estas disparidades sanitarias. Pero creemos que también hay factores de riesgo genéticos subyacentes”, sostuvo la genetista
¿Cómo se diferencian los humanos étnicamente diversos con respecto a la variación genómica y fenotípica? ¿cuáles son los procesos evolutivos que mantienen esa variación? Estas fueron las preguntas de las que partió Sarah A. Tishkoff, de la Universidad de Pensilvania, al impartir la conferencia African evolutionary genomics: Reconstructing human evolution and the genetic basis of complex adaptive traits (Genómica evolutiva africana: Reconstruyendo la evolución humana y la base genética de rasgos adaptativos complejos), transmitida en vivo por las plataformas digitales de El Colegio Nacional.
La profesora de genética y biología subrayó que, con sus investigaciones, busca comprender los procesos evolutivos que generan y mantienen esa variación genómica y entender cómo las interacciones gen-gen-proteína y gen-ambiente contribuyen tanto a la variación normal como al riesgo de enfermedad. Durante los últimos 25 años, la científica estadounidense ha centrado su estudio en los africanos, debido a que “todos los humanos anatómicamente modernos se originaron en África. Hace unos 80 mil años, un número relativamente pequeño de personas pudo salir de este continente y migrar al resto del mundo”.
“Ahora sabemos que cuando los humanos modernos abandonaron África, se cruzaron con poblaciones arcaicas, como los neandertales, de tal manera que, entre el 1% y el 6% de los genomas de los no africanos derivan de esas poblaciones arcaicas”, explicó la especialista.
La sesión formó parte del ciclo Universidades por la ciencia, coordinada por Jaime Urrutia Fucugauchi, miembro de El Colegio Nacional, e inauguró un nuevo ciclo de diez conferencias enfocadas a la paleogenómica y la genética humana, coordinado por Araxsi Urrutia, del Instituto de Ecología de la UNAM, y Mashaal Sohail, del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM.
De acuerdo con Tishkoff, “si comparamos al humano con el chimpancé, es aproximadamente uno de cada cien humano; frente al ratón, es uno de cada 30; y si comparamos a los humanos con el brócoli, es aproximadamente dos de cada tres. Así que, dado que todo el genoma consta de alrededor de 3 millones de bases de ADN o nucleótidos, eso significa que aproximadamente existen tres millones de diferencias entre un par de genomas y otro par”.
En palabras de la ponente, una de las principales motivaciones de su investigación es intentar comprender los factores de riesgo de las disparidades sanitarias. Así, por ejemplo, la hipertensión es más común en individuos de ascendencia africana en Estados Unidos; la diabetes tipo 2 es más común en personas de ascendencia nativa americana y africana en comparación con otros grupos étnicos.
“No cabe duda de que existen importantes factores sociodemográficos, como el acceso a la nutrición y a la atención sanitaria, que desempeñan un papel fundamental en estas disparidades sanitarias. Pero creemos que también puede haber algunos factores de riesgo genéticos subyacentes”, enfatizó.
Agregó que alrededor del 80% de los individuos incluidos en diversos estudios genéticos son de ascendencia europea. Alrededor del 10% son de ascendencia asiática, y aproximadamente el 2% de ascendencia africana. “La mayoría de ellos son afroamericanos de Estados Unidos. Y luego un 1% de hispanos o latinoamericanos, menos del 1% de todos los demás”.
Sin embargo, puntualizó “nuestra capacidad para trasladar la investigación genética a la práctica clínica o a la política de salud pública podría ser incompleta o incluso errónea. Necesitamos incluir poblaciones diversas”. La experta en genética recordó un estudio que realizó sobre la secuenciación del genoma completo de alta cobertura de 180 africanos. “Encontramos más de 33 millones de polimorfismos de nucleótido único. Eso es regiones que son variables en el genoma humano, alrededor del 17%, eran nuevas en ese momento”.
Después de utilizar una serie de enfoques computacionales para hacer inferencias sobre la historia demográfica de los africanos, lo que la especialista consideró una acción compleja, Tishkoff y un grupo de científicos describieron lo que se conoce como una población fantasma. “Significa una población que no existe hoy en día. Pero vemos evidencia de como los Neandertales se cruzaron con humanos modernos fuera de África y creemos que ha habido algunos más recientes mestizajes. Lo que sabemos hasta ahora es que las poblaciones del sur de África divergieron hace unos 80 mil años y fue un grupo ancestral a ellos que dio lugar a todas las demás poblaciones”.
“Lo siguiente que queremos estudiar es cómo se adaptan las personas a entornos diversos. Algunos de ustedes habrán oído hablar, por ejemplo, de la anemia falciforme. La anemia falciforme está causada por una mutación en el gen de la beta-globina y es muy común en personas de ascendencia africana occidental. Y la razón por la que es tan común es que las personas que tienen una copia de la mutación falciforme y una normal están protegidas de la malaria, que es una enfermedad realmente mortal en África. Aquí hay un poco de matemáticas”, sostuvo la científica.
Agregó que hay una larga variante común fuera de África. “Si nos fijamos en la genealogía, vemos que todos estos linajes se unen hace unos 60 mil años, justo alrededor de la época de la migración de los humanos modernos fuera de África”. Además, en las poblaciones estudiadas, existe un gen llamado OC 2 conocido por desempeñar un papel en el color de la piel y mutaciones que causan albinismo, una variante que se asocia a la luz, es decir, al ambiente.
“En resumen, en la mitad de los casos el alelo ancestral es el alelo asociado a la luz y si nos fijamos en la edad del derivado, la mutación más reciente es anterior al origen de los humanos modernos en la mayoría de los casos. Así que han sido variantes claras y oscuras, variantes asociadas evolucionando en África durante mucho tiempo”, concluyó la experta.
Fuente: El Colegio Nacional