Nacida bajo el mandato de Trump, la Iniciativa China asume que cualquiera mínimamente vinculado tiene incentivos para violar la ley en beneficio del gigante asiático. El resultado ha sido una serie de persecuciones y juicios injustificados que han puesto a EE. UU. en el punto de mira de activistas y abogados
En abril de 2018, el profesor canadiense de origen chino de la Universidad de Tennessee (UT, en EE. UU.) Anming Hu, recibió una inesperada visita del FBI.
Los agentes querían saber si había participado en el “programa de talentos” del Gobierno chino, que ofrecía incentivos a investigadores extranjeros para llevar su trabajo a las universidades chinas.
No mucho antes, las universidades estadounidenses animaban a sus académicos a establecer vínculos con instituciones chinas mediante programas de talento, pero el Gobierno de EE. UU. empezó a sospechar de estos programas, al verlos como una herramienta de reclutamiento de espías que el Gobierno chino podría usar para robar la tecnología sensible.
Hu les respondió que no había participado en ningún programa de talentos y los agentes se fueron. Pero algo menos de dos años más tarde, acudieron de nuevo, esta vez para arrestarlo. Alegaron que había defraudado a la NASA, y por lo tanto al Gobierno de Estados Unidos, al ocultar deliberadamente su vinculación con una universidad china.
Hu es uno de las docenas de científicos, en su mayoría de ascendencia china, a quienes el Gobierno de Estados Unidos ha investigado a lo largo de los años con acusaciones sobre ocultar sus conexiones con China. Desde 2018, estos casos han sido investigados bajo el controvertido programa “Iniciativa China”, de varias agencias, con el objetivo de detectar, procesar y detener el espionaje económico vinculado a Beijing (China).
Aunque el Gobierno de EE. UU. explica que este programa es necesario para combatir lo que el director del FBI, Christopher Wray, define como “la mayor amenaza a largo plazo” para Estados Unidos, un creciente grupo de activistas, juristas y expertos en seguridad nacional han argumentado que el programa se basa en pocos fundamentos, tiene una eficacia limitada y alimenta la elaboración de perfiles raciales a gran escala que ha dañado profundamente a la comunidad científica estadounidense.
A mediados de junio, el caso de Hu se convirtió en el primero de la Iniciativa China en ir a juicio y puso a prueba ambas partes. ¿El resultado? El juicio nulo cuando los 12 miembros del jurado se estancaron después de solo un día de deliberaciones.
El testimonio del agente principal del FBI en el caso, Kujtim Sadiku, probablemente no ayudó ya que admitió en su testimonio judicial que su investigación sobre las actividades de Hu (que supuso poner al profesor y a su hijo bajo vigilancia durante 21 meses, incluir a Hu en una lista que prohíbe viajar en vuelos comerciales, y confiscar su ordenador y teléfono) se basaba en información falsa, según el Knoxville News Sentinel. Sadiku también confesó haber difundido información falsa sobre Hu que dañó su reputación en la comunidad de investigación internacional y haber dado a la UT información falsa que implicaba a Hu como un operativo del ejército chino, lo que motivó a la universidad a despedirlo. Sadiku nunca volvió a contactar a la universidad para corregir esa información.
Cuando el caso llegó a juicio, los cargos contra Hu no eran de espionaje económico —el motivo original de la investigación— sino seis cargos de fraude electrónico y declaraciones falsas basadas en un único formulario administrativo de la UT que el FBI afirmaba que Hu había rellenado incorrectamente para ocultar su relación con la Universidad de Beijing de forma intencionada. Hu y su abogado sostuvieron que lo había completado de acuerdo con las reglas de la universidad y había revelado su relación en muchos otros formularios y correos electrónicos con la UT y con el contratista de la NASA.
El Departamento de Justicia de EE. UU. ha señalado que todavía está pensando sobre sus próximos pasos, que podrían incluir volver a llevar el caso a juicio.
Independientemente de si el Gobierno continúa persiguiendo a Hu, muchos académicos preocupados creen que su caso confirma un cambio en los objetivos del programa Iniciativa China, sin proporcionar respuestas claras sobre cómo evitar las sospechas.
“Es simplemente impactante. El estándar para poner a alguien en la cárcel y acusarlo de delitos graves, destruyendo su vida y su carrera es increíblemente bajo”, admite el profesor de la escuela de negocios del MIT Yasheng Huang, que reunió a un grupo de académicos, conocido como Asian American Scholar Forum, para discutir estos temas después del arresto de su colega y director del departamento de Ingeniería Mecánica del MIT, Gang Chen, por fraude de subvenciones bajo la Iniciativa China.
En un comunicado de prensa, el presidente de la organización sin ánimo de lucro United Chinese Americans, Jinliang Cai, afirmó: “Este juicio ha puesto literalmente a prueba la Iniciativa China del Gobierno federal. Creo que el Gobierno debe investigar a fondo toda la serie de inquietantes problemas de nuestras propias agencias de aplicación de la ley, que se han revelado en este juicio”.
Una amenaza por parte de “toda la sociedad”
El programa Iniciativa China se lanzó en noviembre de 2018, en medio del creciente proteccionismo económico de la administración del expresidente Donald Trump y su guerra comercial con China. Los casos de espionaje económico contra China ya se habían acelerado bajo la administración del anterior presidente, Barack Obama, con el enfoque en perseguir el robo de secretos comerciales. Pero el nuevo programa buscaba poner aún más recursos detrás del asunto. Fue el primer programa gubernamental dedicado a perseguir el espionaje realizado por un país concreto.
El Departamento de Justicia de EE. UU. aseguró que China representaba una especial amenaza para la superioridad económica y tecnológica de Estados Unidos, y el fiscal general de EE.UU. William Barr afirmó más tarde que el país ejercía “una agresiva y orquestada campaña por parte de todo el Gobierno (de hecho, de toda la sociedad)… para superar a Estados Unidos como la prominente superpotencia tecnológica mundial”.
Según esa explicación, China dependería de “colectores no tradicionales”, incluidos empresarios, académicos, estudiantes, turistas o cualquier persona que el Departamento de Justicia de EE. UU. califica como “nexo con China”, para recopilar pequeños fragmentos de inteligencia. Estados Unidos tenía que responder, según Barr, con su propio enfoque gubernamental coordinado.
Los científicos e investigadores nacidos en China, especialmente los afiliados a programas de talento, se convirtieron en uno de los principales objetivos.
Pero los críticos destacan que, aunque la amenaza de espionaje económico de China es real, la respuesta del Gobierno de Estados Unidos ha sido desproporcionada e ineficaz. En 2014, el antiguo secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, nombró a “una docena o 15 países” que roban la tecnología estadounidense, incluido Francia, un país aliado de la OTAN.
Y un análisis del Instituto Cato de los espías condenados de 1990 a 2019 encontró que, excluyendo las violaciones relacionadas con la Ley de Control de Exportación de Armas, el espionaje comercial que beneficiaba a China representaba solo el 27,5 % de las condenas. Mientras tanto, el espionaje doméstico que beneficiaba a entidades estadounidenses representaba el 30,8 % y el espionaje comercial que beneficiaba a Irán, el 19,4 %.
“Es perfectamente correcto tener un programa sobre espionaje económico, porque se trata de un problema persistente, y China es sin duda un actor agresivo en ese ámbito criminal”, explica el antiguo agente del FBI convertido en denunciante y miembro del Centro Brennan para Justicia de la Universidad de Nueva York (EE. UU.) Michael German. Pero cree que tener un programa específico sobre China elimina recursos para investigar otras amenazas legítimas.
Sin embargo, esa no es la única preocupación sobre el programa.
Errores de bajo nivel ‘versus’ espionaje
En un análisis de los comunicados de prensa del Departamento de Justicia de EE. UU. sobre 79 casos presentados como resultado de la Iniciativa China, la organización de derechos civiles Asian Americans Advancing Justice (AAJC) descubrió que el 48 % de ellos no resultó en cargos reales de espionaje económico, robo comercial o delitos relacionados con el espionaje, sino en otros cargos como fraude electrónico, asuntos fiscales u otras infracciones que equivalen a errores en los formularios administrativos, como en el caso de Hu.
German señala: “El Gobierno puede hacerlo de una forma u otra. O es un gran problema que involucra a miles de personas y simplemente no son muy buenos para atraparlas, o es un problema manejable que se debería centrar en el espionaje económico patrocinado por un estado, independientemente del país de origen”.
Los activistas indican que el programa Iniciativa China se ha convertido en una excusa para la discriminación racial, como parte de un largo historial en Estados Unidos de tratar a los estadounidenses de origen asiático como extranjeros poco fiables. En 1882, la Ley de Exclusión China prohibió la entrada de inmigrantes chinos a EE. UU. durante 10 años, y en la Segunda Guerra Mundial el Gobierno federal estadounidense detuvo a cientos de miles de japoneses-estadounidenses inocentes. Bajo las administraciones de Clinton y Obama hubo una serie de casos fallidos de espionaje contra científicos chino-estadounidenses, incluido Wen Ho Lee del Laboratorio Nacional de Los Alamos, Xi Xiaoxing de la Universidad de Temple y Sherry Chen del Servicio Meteorológico Nacional (todos en EE. UU.).
“La Iniciativa China se basa explícitamente en la teoría de que existe una afinidad étnica… por parte de las personas de ascendencia china, incluso si son ciudadanos estadounidenses o canadienses, para violar la ley estadounidense en beneficio de Beijing”, aclara el presidente del Queens College de la City University de Nueva York, Frank Wu. Según este sistema, señala que algunos “comportamientos ordinarios como la cooperación científica o visitar a la madre [en China] se vuelven sospechosos de repente”.
También ha tenido un efecto escalofriante en los científicos chino-estadounidenses, según Huang. Durante sus reuniones regulares con el Asian American Scholar Forum, otros han expresado su temor de ser arrestados, de perder sus fondos y miedo por cómo sus colegas no asiáticos podrían percibirlos. Los jóvenes estudiantes de doctorado ya no buscan cátedras en Estados Unidos, mientras que los científicos reconocidos buscan otras opciones internacionales. Varios han regresado a China para ocupar puestos prestigiosos (un resultado que la Iniciativa China esperaba evitar) después de que sus carreras en Estados Unidos fueran destruidas.
Huang detalla: “Es algo bastante malo y muy generalizado. Estamos viendo este clima de miedo que envuelve a los científicos chino-estadounidenses. Estados Unidos está perdiendo a las personas más talentosas que se van a otros países debido a la Iniciativa China. Eso es malo para la ciencia y también para Estados Unidos”.
El caso de Hu
Para los activistas e investigadores de la sociedad civil que han estado siguiendo la Iniciativa China, el caso de Hu no es nada sorprendente.
Este ciudadano canadiense nacido en China es un reconocido investigador en nanotecnología. En 2013, la Universidad de Tennessee lo contrató para dar clases y continuar su investigación. Hu reveló en varias ocasiones que había trabajado a tiempo parcial enseñando a estudiantes graduados e investigadores en la Universidad de Tecnología de Beijing, según Knoxville News Sentinel.
“La Iniciativa China se basa en la teoría de que existe una afinidad étnica por parte de las personas de ascendencia china para violar la ley estadounidense en beneficio de Beijing”, Frank Wu, City University de Nueva York.
Nada de esto planteó problemas en ese momento. Cuando Hu empezó a colaborar con la NASA, que tiene prohibido por ley financiar cualquier investigación que implique “participación, colaboración o coordinación” con “China o una corporación de propiedad china”, los directivos de la UT le aseguraron tanto a Hu como a la agencia gubernamental estadounidense que ese trabajo a tiempo parcial no violaba la restricción. La ley se refería a la NASA, no a sus colaboradores de investigación.
No obstante, en 2018, el FBI identificó a Hu como un posible espía. Durante su testimonio judicial, el agente Sadiku explicó que había encontrado y “traducido de forma aproximada” a través de Google un comunicado de prensa y un folleto en chino que sugería que Hu había recibido un contrato a corto plazo del Programa de los Mil Talentos. Para Sadiku, eso fue suficiente prueba para abrir una investigación oficial.
Durante la primera visita de Sadiku a la oficina de Hu, el profesor recuerda que el agente intentó que admitiera su participación en ese programa de talentos: “Dijeron: ‘Usted es muy inteligente. Debería estar en el Programa de los Mil Talentos’. Yo respondí: ‘No soy tan inteligente'”.
Sadiku también trató de persuadirlo de que se convirtiera en un espía del Gobierno de Estados Unidos, usando su trabajo en la Universidad de Beijing como tapadera. Hu lo rechazó por correo electrónico después de la visita de Sadiku. Después de esto, Sadiku redobló su investigación, poniendo bajo vigilancia a Hu y a su hijo, entonces estudiante de primer año de la UT.
Pero después de casi dos años, Sadiku se alejó de las acusaciones de espionaje y comenzó a construir el caso de fraude del que terminó acusando a Hu. La evidencia se basó en un formulario que la universidad requiere que completen los académicos para revelar cualquier trabajo externo que les permita ganar más de 10.000 dólares (8.533 euros). Hu no mencionó su trabajo a tiempo parcial porque ganaba menos de 2.000 dólares (1.707 euros). Sadiku asegura que esto era la prueba de que Hu había ocultado intencionalmente su trabajo vinculado a China para defraudar a la NASA. Sin embargo, el jurado no pudo decidir y ese punto muerto provocó la nulidad del juicio.
Presión para el FBI
Los analistas creen que los detalles de este caso hacen eco de otros presentados como parte del programa Iniciativa China: una investigación de espionaje sobre un investigador étnicamente chino se abre con poca evidencia, y los cargos se cambian más tarde cuando no se puede encontrar ningún signo de espionaje económico.
Según German, esto se debe a la presión “sobre los agentes del FBI en todo el país, en todas las oficinas de campo del FBI y en las del fiscal de Estados Unidos para desarrollar casos que se ajusten al marco, porque tienen que demostrar unos logros estadísticos”.
“El Departamento de Justicia de EE. UU. no necesita una iniciativa especial sobre China para perseguir a los espías. Deberían poder utilizar sus métodos y procedimientos habituales”, Alex Nowrasteh, Instituto Cato.
El jueves 17 de junio, poco después de la noticia de la anulación del juicio, los miembros del Comité Judicial de la Cámara de Representantes de Estados Unidos escribieron una carta al inspector general del Departamento de Justicia de EE. UU. solicitando que el Departamento de Justicia estadounidense investigara si había pruebas adecuadas no relacionadas con la raza o el origen étnico para que el FBI abriera este caso, si el FBI había utilizado información falsa y si había hecho declaraciones falsas, y si el programa Iniciativa China dio lugar a una “presión inapropiada” para participar en la elaboración de perfiles étnicos y raciales.
Esto sigue a las crecientes solicitudes para investigar si el programa Iniciativa China ha dado lugar a dicha elaboración de perfiles, y a los llamamientos para poner fin a ese programa por completo. “El Departamento de Justicia de EE. UU. no necesita una iniciativa especial sobre China para perseguir a los espías. Deberían poder utilizar sus métodos y procedimientos habituales”, opina el director de estudios de inmigración y del Centro de Estudios de Política Comercial del Instituto Cato, Alex Nowrasteh.
Para Nowrasteh, el juicio de Hu sugiere “que el alcance del espionaje chino es probablemente mucho menor de lo que la gente piensa. Si hubiera mucho más espionaje, sería más fácil de encontrarlo y no tendrían que inventar casos”.
En cuanto a Hu, su pesadilla está lejos de terminar.
Todavía está bajo arresto domiciliario, a la espera de la decisión del Departamento de Justicia de EE. UU. para renovar el caso o retirarlo, o del juez para desestimar por completo los cargos del Gobierno de EE. UU. Lleva sin empleo desde que expiró su visado de trabajo en Estados Unidos, pero tampoco se le ha concedido el permiso del arresto domiciliario para regresar a Canadá para renovarlo. Eso podría ponerlo en el punto de mira del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU., según su abogado.
Lo único que Hu puede hacer es esperar a que el Gobierno de Estados Unidos dé su siguiente paso.
Fuente: technologyreview.es