Nombres como Jeff Bezos (Amazon), Larry Page (Google) o Larry Ellison (Oracle), entre otros, financian investigaciones que buscan alargar la vida humana hasta cientos de años
Parabiosis es uno de los muchos términos que a la mayoría no nos suena de nada pero en cuyo nombre se invierten millones de dólares en Silicon Valley. El termino se refiere al enlace entre dos sistemas circulatorios y ya hace un siglo la idea generaba enormes expectativas en algunos. Es el caso del médico Alexander Bogdanov quien, en 1924, comenzó a realizarse transfusiones de sangre joven, con apreciables resultados según testimonios que afirmaban que rejuveneció 10 años. Hasta que tuvo la mala fortuna de inyectarse sangre de un estudiante con malaria y tuberculosis que le llevó a la muerte.
Hoy en día se realizan investigaciones mucho más sofisticadas. La mayoría de ellas sobre ratones, embriones de mono o células madre y con resultados discutibles en cuanto a su validez para el ser humano, pero que muestran avances que podrían llevar a retrasar el envejecimiento de forma significativa.
Quienes financian este creciente ecosistema de startups que apuestan por vías de investigación innovadoras o alternativas suelen ser grandes, enormes fortunas. Las más conocidas pertenecen al mundo de la tecnología y Silicon Valley. Así, nombres como el de Jeff Bezos, la segunda fortuna del mundo, Larry Page de Google o Larry Ellison de Oracle invierten cientos de millones de dólares con la esperanza de vivir unas décadas más y, quien sabe, quizás poder llegar a ver el mundo arder por el cambio climático.
La parabiosis continúa siendo una de las muchas vías que se investigan para retrasar el envejecimiento y conseguir algunos años más de vida, actualmente con mejores fundamentos científicos que hace un siglo. Tony Wyss-Coray demostró que la sangre joven puede fomentar nuevas neuronas en la región del hipocampo en ratones viejos y fundó Alkahest, una compañía que estudia las más de diez mil proteínas presentes en el plasma tratando de encontrar el cóctel de proteínas que cure el Alzheimer mientras que su colega, Tom Rando, anunció en 2005 que el intercambio de sangre entre ratones mayores y jóvenes rejuveneció el hígado y los músculos de los primeros. Además de ésta, hay muchas otras ideas buscando financiación para hacerse realidad.
Cientos de millones de dólares para cambiar la biología
En 2016 Jeff Bezos y Peter Thiel, cofundador de PayPal, invirtieron 116 millones de dólares en Unity Biotechnology, una compañía fundada por Ned David que trabaja con las células senescentes que conforme envejecen ayudan a propagar una inflamación crónica por todo el cuerpo. Según David, los medicamentos que está desarrollando su compañía retrasan el cáncer, previenen la hipertrofia cardiaca y aumentan la esperanza de vida en un 35% de media.
Bezos también participa junto al magnate ruso Yuri Milner, uno de los primeros inversores en Facebook, en Altos Labs. Esta es una startup que investiga el rejuvenecimiento mediante tecnología de reprogramación biológica, lo que suena inquietantemente parecido al argumento de una película de ciencia ficción que termina mal.
¿Hay quien de más? Larry Ellison, por ejemplo, quien ha donado 370 millones de dólares a la investigación contra el envejecimiento. En el caso del fundador de Oracle, motivado por el temprano fallecimiento de su madre por cáncer cuando él era un estudiante en la universidad.
Juvenescence es otra empresa de biotecnología que cerró una ronda de financiación de 50 millones de dólares en 2018 con inversores como Mike Cannon-Brookes, cofundador de la empresa de software Atlassian, y que planea salir próximamente a bolsa. Juvenescence, a su vez, invierte en compañías como Insislico Medicine que emplea inteligencia artificial para desarrollar nuevos fármacos, AgeX Therapeutics que investiga células madre para regenerar el tejido envejecido o LyGenesis que apuesta por emplear ganglios linfáticos como biorreactores para generar órganos de reemplazo.
Google da el pistoletazo de salida
La mayor inversión de la que se tiene conocimiento en este campo por parte de las fortunas de Silicon Valley es la que realizó Google en 2013. Supuso el pistoletazo de salida para que muchos otros se lanzaran a financiar investigaciones en el campo de la longevidad viendo que una empresa como Google apostaba tan fuerte.
Calico, California Life Company, nació de Bill Maris, quien fue director de Google Ventures y ya había acertado notablemente financiando empresas como Uber. Maris decidió construir una empresa que “resolviera” la muerte y su propuesta convenció a Larry Page para que la compañía pusiera 1.000 millones de dólares en fondos para Calico. Desde entonces Calico se ha mostrado muy reservada con su trabajo y no se sabe mucho más aparte de que están estudiando mil ratones a lo largo de todo su clico vital para determinar biomarcadores del envejecimiento y que podrían haber avanzado en medicamentos contra la diabetes y el Alzheimer.
The New Yorker publicó en 2017 un completísimo artículo que analiza en detalle el movimiento surgido en torno a las investigaciones sobre la longevidad. En él se pueden encontrar desde proyectos que suena más o menos plausibles a ideas que parecen de ciencia ficción. Hay proyectos científicos trabajados con constancia a lo largo de muchos años, también investigadores que se dedican a probar ideas en su propio cuerpo ante la imposibilidad de conseguir una autorización para ensayos clínicos en humanos, así como personalidades sorprendentemente parecidas a charlatanes que prometen vivir cientos de años o incluso, directamente, no morir. Pero lo más llamativo no es que acudan todo tipo de personajes a la llamada del dinero, sino las desesperadas ganas de creer que exhiben los que poseen los recursos para financiar las investigaciones.
La Academia Nacional de Medicina celebró en 2016 un simposio repleto de personalidades en el que lanzó la iniciativa Gran Desafío en Longevidad con 25 millones de dólares a quien consiguiera avances en este campo. En el evento se prometía terminar para siempre con el envejecimiento, hackear el código de la vejez, “moléculas de Dios” obviamente milagrosas, crear órganos a partir de ADN y también hacer de la muerte algo opcional. Cuando la actriz Goldie Hawn preguntó al premio Nobel en genética Liz Blackburn por el glutatión, un antioxidante que protege células y sus mitocondrias pero cuyo abuso conduce a problemas hepáticos y renales, la genetista le respondió que no existían las moléculas milagrosas y que la mejor recomendación es una dieta variada y saludable. Algo que puede corroborar cualquier supercentenario. Aún así, encontrar la fórmula de la eternidad sigue siendo objeto de deseo de los más poderosos del planeta.
Fuente: larazon.es