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Recortes de Trump a la investigación científica afectarían al mundo entero, según expertos

«¡No es solo una cuestión estadounidense!», advierten científicos de todos los continentes. Los recortes drásticos en los presupuestos de investigación climática en Estados Unidos afectarían al trabajo de investigadores del mundo entero.

Muchos de ellos se unirán el sábado en Washington, París, Tokio, Melburne o Santiago, a cientos de «marchas ciudadanas por la ciencia», un movimiento lanzado en Estados Unidos unos días después de la investidura del presidente Donald Trump, que siempre se ha mostrado escéptico en materia climática.

Bob Ward, del Grantham Research Institute on Climate Change de Londres, viajará a la capital federal, «en solidaridad con los climatólogos estadounidenses, atacados por algunos políticos, lobbies o medios», y blanco de una «guerra ideológica».

«Los climatólogos rinden un servicio vital analizando los riesgos climáticos que pesan sobre los individuos y sobre las empresas, en Estados Unidos y en el mundo», dijo.

«Necesitamos tecnología e innovación estadounidense para resolver este problema», insiste Myles Allen, jefe del programa de investigación climática en la Universidad de Oxford.

El primer proyecto presupuestario de Donald Trump, que el Congreso debe aún aprobar, prevé recortes inéditos para la Agencia estadounidense de Protección del Medioambiente (-31%) y el departamento de Energía (-48% para su sector de investigación y desarrollo).

Otros dos organismos, también esenciales para el clima, están en el punto de mira: la NASA, que podría perder cuatro proyectos de observación por satélite, y el NOAA, la Agencia Oceánica y Atmosférica.

«Estamos muy preocupados por estos recortes, que afectarían no solo a la recogida de datos sobre el clima sino también al seguimiento de la meteorología y de las catástrofes climáticas», explica Shun Chi ming, director del Observatorio de Hong Kong.

Impacto desastroso

Según la importancia de los recortes estadounidenses, «el impacto pasará de ser una ‘problemática’ a ‘desastroso'», considera el climatólogo noruego Bjørn Samset.

«Utilizamos los datos climáticos estadounidenses todos los días: Estados Unidos, a través de sus grandes agencias y su elección de hacer públicos sus trabajos, se ha convertido para el mundo entero en EL proveedor de datos de calidad y a largo plazo».

La investigación noruega, por ejemplo, está a la vanguardia en la modelización y la comprensión de los desajustes climáticos. Pero «para esto, se necesitan observaciones a largo plazo, desde el fondo de los océanos hasta la cima de la atmósfera. Nunca un país del tamaño de Noruega podría hacerlo solo», apunta este director de investigación en el instituto Cicero de Oslo.

La NASA podría también tener que renunciar a un plan de vigilancia de la coloración del mar. «Un programa esencial para seguir los ecosistemas marinos», apunta Valérie Masson-Delmotte, climatóloga francesa y responsable de Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC). «Es importante para la pesca, la seguridad alimentaria, las actividades económicas», añade.

Al ser una ciencia internacional, la mayoría de los proyectos de estudio también lo son, asociando a equipos de diferentes países y continentes. Y las investigaciones están coordinadas por el Programa Mundial de Investigación sobre el Clima, en el marco de la ONU, señala Masson-Delmotte.

«Y además todos los equipos de modelización comparten sus trabajos en seis grandes bases: tres en Estados Unidos, una en Alemania, una en Reino Unido, una en Francia. Si perdemos uno o dos centros en Estados Unidos, esto puede hacer caer todo el sistema».

Fuente: AFP

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