Las temperaturas en superficie del Mar Rojo, uno de los más cálidos del mundo, podrían estar enfriándose, en lugar de elevarse como marca la tendencia general de los océanos.
Es la conclusión de un estudio realizado por científicos de la Tierra y oceanógrafos en la Universidad de Ciencia y Tecnología del Rey Abdullah (KAUST).
Según los investigadores, el análisis de los conjuntos de datos a largo plazo muestra que las altas tasas actuales de calentamiento del Mar Rojo parecen ser un efecto combinado del calentamiento global y los cambios naturales de larga duración en la temperatura de la superficie del mar.
«Nuestro estudio ha revelado una secuencia de tendencias positivas y negativas alternas en las temperaturas de la superficie del Mar Rojo. En las próximas décadas, las tendencias indican una fase de enfriamiento que puede contrarrestar los efectos del calentamiento global», dice el profesor Ibrahim Hoteit, profesor asociado de Ciencias de la Tierra e Ingeniería.
Hoteit y sus colegas en el Grupo de Modelización y Previsión del Mar Rojo utilizaron la supercomputadora KAUST Shaheen II y el equipo de vanguardia en los Laboratorios de Visualización KAUST para analizar años de datos sateltales.
Los datos revelan cómo la Oscilación Multidecadal Atlántica (OMA) influye fuertemente en las temperaturas de la superficie en el Mar Rojo. En contra de las tendencias globales relacionadas con el cambio climático, la investigación apunta a una fase de enfriamiento en las próximas décadas.
«Encontramos que el agua en el Mar Rojo tiene un ciclo de 70 años, el Mar Rojo está actualmente llegando a la culminación de su ciclo de 70 años. Nuestras predicciones muestran que las temperaturas en sus aguas comenzarán a enfriarse en los próximos 10 años, lo que va en contra de la mayoría de las expectativas. En los próximos 30 a 40 años, la temperatura del agua continuará disminuyendo, pero en 70 años comenzará a subir nuevamente, alcanzando otro pico».
El equipo de investigación se basó en datos satelitales e históricos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) y de la Oficina Meteorológica de los Estados Unidos. Las instituciones colaboradoras involucradas en la investigación, publicadas en Geophysical Research Letters, incluyeron colegas de la Universidad de Atenas y del Centro Helénico de Investigación Marina.
Fuente: europapress.es