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Plagas de ratas invasoras amenazan con destruir la biodiversidad de las islas mexicanas; un algoritmo está ayudando a evitar que eso ocurra

Los roedores invasores amenazan la biodiversidad de las islas. Para restaurar estos ecosistemas, el equipo de ciencia de datos del Grupo de Ecología y Conservación de Islas desarrolló un algoritmo para mejorar la dispersión de rodenticida desde helicópteros

Erradicar ratas invasoras no es agradable ni barato, pero es necesario. Sin ese paso, los daños a la biodiversidad insular no se detienen. Lo que está en riesgo es único. “Si comparamos las islas de México con la contraparte continental, encontramos nueve veces más especies endémicas por unidad de superficie que en la parte continental”, destaca la bióloga Mariam Latofski Robles, directora de Desarrollo en la asociación civil Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI).

En grandes extensiones de tierra, la estrategia más socorrida contra roedores dañinos es lanzar cebos envenenados desde helicópteros. Cada operación requiere de una alta precisión: una sola rata sobreviviente puede echar por tierra todo el esfuerzo. El éxito de estas misiones depende, en gran parte, de la correcta distribución del rodenticida. Por eso, el equipo de Ciencia de Datos del GECI desarrolló NERD (Numerical Estimation of Rodenticide Density), un algoritmo que ayuda a revisar en tiempo real si eso se cumple.

El objetivo final del GECI es restaurar todas las islas mexicanas consideradas prioritarias. Ya lograron erradicar 60 poblaciones de 11 mamíferos invasores en 39 islas del país. Uno de sus proyectos más desafiantes fue eliminar a las ratas negras (Rattus rattus) en Cayo Centro, dentro de la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro, un atolón ubicado a 30 kilómetros de la costa de Quintana Roo. Esta reserva —con una extensión de 144,360 hectáreas, de las cuales, 586 son tierra firme— es parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano, el segundo arrecife de barrera más grande del mundo.

En su momento, Cayo Centro llegó a ser la isla tropical húmeda más grande del mundo con una operación exitosa de erradicación de ratas

NERD fue clave en esta intervención sobre el Caribe mexicano y será útil en futuras misiones. Está documentado que las erradicaciones de ratas en islas tropicales fracasan con más frecuencia que en climas templados. Además, las maniobras de conservación por todo el mundo se dirigen a islas cada vez más extensas y con mayores desafíos técnicos. Se trata de un esfuerzo con impactos reales. Un estudio publicado en Plos One sugiere que eliminar a los mamíferos invasores en 169 islas antes de 2030 podría ayudar a que no se extingan 111 especies amenazadas de vertebrados.

Laboratorios de la evolución bajo amenaza

Las especies exóticas invasoras son aquellas que se establecen fuera de su hábitat natural y dañan la diversidad biológica nativa. Llegan a nuevas regiones, casi siempre por actividades humanas, ya sea de forma intencional o accidental. Provocan depredación, competencia, fragmentación de hábitats e introducción de patógenos. Las ratas, por ejemplo, están asociadas a extinciones y a extirpaciones, que es cuando una población desaparece de una zona específica.

Las plagas golpean con fuerza a las islas tropicales porque suelen ser el hogar de especies que no existen en ningún otro rincón del mundo. Latofski explica que el aislamiento, la lejanía y la historia evolutiva de las islas favorecieron el surgimiento de muchas especies endémicas. Además, suelen ser sitios de anidación de tortugas marinas y puntos de descanso para las aves migratorias.

Pero esas bellas circunstancias conviven con otro récord: las islas representan el 5.3% de la superficie terrestre, pero han sido el escenario del 61% de las extinciones documentadas desde 1500, la mayoría debido a especies exóticas invasoras. Las plantas y los animales isleños no suelen tener armas contra los polizones porque han evolucionado en ecosistemas acotados. En las islas de México ya se han extinguido 17 especies y subespecies de vertebrados endémicos a causa de mamíferos invasores.

Reducir la introducción de especies exóticas invasoras en un 50% y minimizar su impacto es una de las metas del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal

Se cree que la “rata de barco” (Rattus rattus) llegó a este paraíso caribeño en el siglo XVI a través de naufragios. Mediante cámaras trampa, en la década de los 2000 se descubrió que había ratas transitando sobre nidos de cocodrilos. En el plan de manejo de la reserva, este animal se indica como una amenaza para aves y cocodrilos, y como el posible responsable de la presencia de la bacteria patógena Leptospira interrogans en el atolón.

En 2010, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) trabajó con el GECI para eliminar a ratas y gatos del Banco Chinchorro. Latofski precisa que las erradicaciones son procesos difíciles y delicados. Con NERD y otras herramientas, GECI ha protegido a 147 especies endémicas, incluyendo 34 reptiles y 21 aves, además de 227 colonias de anidación de aves marinas.

La misión en Banco Chinchorro les tomó cinco años y se realizó en colaboración con Amigos de Sian Ka’an, la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Marina, y con financiamiento de la Alianza WWF-Fundación Carlos Slim y National Fish and Wildlife Foundation. El proceso comenzó con experimentos en dos cayos pequeños para adaptar las técnicas al desafío mayor: Cayo Centro, que mide 541 hectáreas.

Cada erradicación, comparte Latofski, inicia con estudios de línea base para conocer la presencia y abundancia de la especie objetivo. Cuando son roedores, una de las pruebas consiste en colocar bloques indicadores: galletitas hechas con cera, crema de cacahuate y avena que los animales muerden, así mapean su distribución. También monitorean especies nativas, como reptiles y aves, para evaluar cómo han sido afectadas y tener datos para medir los beneficios de la erradicación.

El rodenticida está hecho a base de brodifacoum y se lo compran a Bell Laboratories. Cuando los roedores comen una dosis letal, tardan en sentirse mal y suelen ir a sus madrigueras a morir. La imagen apocalíptica de un tapiz de ratas muertas sobre la isla es falsa; en caminatas y monitoreos después de la erradicación han encontrado pocas ratas sobre la superficie. Si no fuera así y los animales sufrieran malestar instantáneo, los roedores invasores aprenderían a evitar el cebo.

Antes de la operación, deben conocer la cantidad de rodenticida necesaria. “Hacemos experimentos con placebo, nos asegurarnos de que las ratas se lo van a comer, vemos cuánto comen, y que otras especies no se vean atraídas. Tanto al cebo como al placebo, el laboratorio les aplica un compuesto que brilla al exponer a los animales a luz V, así lo podemos rastrear”.

En cada proyecto, es crucial eliminar todos los roedores, ya que se multiplican rápido. Pero los ecosistemas tropicales presentan mayores desafíos: las ratas están reproductivamente activas todo el año, cuentan con abundante alimento y la humedad podría deshacer el rodenticida; de hecho, se emplea un tipo especial con mayor contenido de cera, lo que ayuda a que se conserve mejor.

Cada caso tiene sus particularidades. En Banco Chinchorro fueron los cangrejos terrestres. Estos consumían mucho rodenticida, y aunque no les afecta, debido a su sistema de coagulación diferente, sí reduce la cantidad disponible para las ratas. Además, en la isla hay campamentos de pescadores y una estación de investigación, lo que obligó a eliminar fuentes adicionales de alimento y refugio.

La operación en Cayo Centro se programó para un momento clave: cuando los cangrejos estaban menos activos, los pescadores ausentes y las aves migratorias fuera. También debieron resguardar a algunas iguanas durante la campaña: las silvestres apenas probaban el placebo, pero las que convivían con humanos solían estar más atraídas. Además, detectaron que muchas ratas andaban sobre los manglares. “Tuvimos personas en kayak entre el mangle amarrando cebo para asegurarnos de que iba a estar disponible”, narra Latofski.

Matemáticas para la conservación

Una vez identificada la densidad mínima de rodenticida necesaria para la erradicación en cada isla, que en Banco Chinchorro fueron 60 kilogramos por hectárea, se debe verificar que al esparcirlo se cumpla la cantidad. Aquí es donde entra NERD.

Evaristo Rojas, matemático y oceanólogo sonorense, lleva 30 años viviendo en Baja California y es director de Ciencia de Datos en el GECI. Su equipo diseña herramientas para fortalecer las capacidades del personal en campo. “Procesamos los datos de otros proyectos para que tomen decisiones basados en ellos”, comenta.

Antes, tras la dispersión del rodenticida, debían esperar semanas para analizar los datos y comprobar si la campaña había sido efectiva, es decir, sin huecos por cubrir. Pero no basta con saber si el helicóptero sobrevoló la zona: se considera que hay un hueco cuando la densidad de rodenticida en el suelo es menor a la requerida.

Con NERD, el panorama cambió. Un programa emplea la ecuación para calcular en tiempo real la densidad del cebo que llega al suelo y genera mapas para maximizar la eficiencia de la acción. Para estimar la distribución del cebo, NERD cruza varios datos: la velocidad del helicóptero, la ruta GPS del vuelo, los momentos de dispersión y el flujo del cebo (cuántos kilos por segundo salen del cubo).

“Cualquier persona se puede beneficiar de este código abierto, la atribución es requerida por la licencia, pero no tienen que pagar. En el GECI queremos conservar la biodiversidad de la mejor manera y nuestro código podría aportar mayor alcance”. En el futuro, esperan tener una versión de uso para drones e incorporar la dinámica del viento, “para mejorar la capacidad predictiva del modelo en diversas condiciones ambientales”, señalan en un artículo publicado en The Journal of Open Source Software.

“Las campañas de erradicación pueden ser un tema controversial; se trata de matar animales y a nadie le gusta, pero es el primer paso para que la salud del ecosistema mejore. Si no remueves a las especies invasoras, ninguna otra cosa que hagas va a tener el impacto deseado”, detalla Latofski. El éxito se mide no solo por la ausencia de roedores con el tiempo, también cuenta la recuperación de especies nativas. En Banco Chinchorro, por ejemplo, notaron un aumento de reptiles, incluso de tamaños más pequeños.

Cada campaña de erradicación en islas habitadas se acompaña de un programa de educación ambiental. “Es crucial hacer alianzas desde el principio para asegurar que la isla se mantenga libre de ratas”, afirma la bióloga. “Una vez que se hace el proceso, los pescadores están satisfechos del cambio en su vida y empiezan a implementar la bioseguridad insular”.

Se trata de medidas preventivas para evitar la reintroducción de especies invasoras y asegurar la detección temprana de estas. En la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro, donde se realizan actividades constantes con embarcaciones, como la pesca, el turismo y el aterrizaje de personal de Marina, se solicita a todos los visitantes que limpien, revisen y empaquen adecuadamente sus pertenencias, eliminen la tierra y las semillas de la ropa y los zapatos, mantengan las embarcaciones libres de plagas, eviten arrojar roedores vivos al mar, que no desembarquen de noche, que utilicen boyas de anclaje y lleven la basura de vuelta a tierra firme.

Fuente: es.wired.com

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