Hablar de hidrógeno pareciera un tema técnico reservado a investigadores, pero este elemento tiene un enorme potencial como combustible alterno que ya empieza a ser una realidad en algunos países
En los últimos años se ha mostrado una efervescencia por el desarrollo de las investigaciones y aplicaciones del hidrógeno como sustituto de los combustibles derivados del petróleo, principalmente gasolina y turbosina. El hidrógeno es considerado como el combustible del futuro.
El hidrógeno es el primer elemento de la tabla periódica; en estado natural es gaseoso, incoloro, inodoro, insípido e inflamable, pero no es una fuente de energía directamente utilizable pues no está en estado libre sino combinado, especialmente en agua.
Para separar el hidrógeno del oxígeno en el agua, se requiere usar energía mediante el método de electrólisis que utiliza la corriente eléctrica, por lo que si la energía se obtiene de una fuente renovable no se emite dióxido de carbono a la atmósfera.
Inyección de hidrógeno verde en red de gas natural en un residencial en Newcastle, Reino Unido; en flotillas de taxis en París, en procesos de producción en una refinería y trenes impulsados por hidrógeno verde en Alemania, son algunos de los proyectos de hidrógeno que destacan en Europa; en Chile se han generado 100 mil empleos y la inversión de 200 millones de dólares en proyectos en hidrógeno verde, de acuerdo con el director de la Asociación Mexicana de Hidrógeno, Israel Hurtado.
En México, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático desarrolló un estudio para determinar el potencial de reducción de emisiones de diferentes tecnologías de almacenamiento, pero el hidrógeno no está considerado, pese a que México tiene un alto potencial para la producción y exportación de ese combustible alternativo.
Aunque la Ley de la Industria Eléctrica considera dentro de la definición de energías limpias el uso de celdas de hidrógeno, todavía estamos muy lejos de concretar el desarrollo de esa opción energética para su posterior aprovechamiento porque al separar el hidrógeno del agua tiene una eficiencia energética de 50% y el rendimiento de las pilas de combustible es de 60%.
Investigadores estiman que la movilidad a hidrógeno tendría un rendimiento global del 25%, mientras que los vehículos eléctricos tienen un rendimiento global, en las mismas condiciones, del orden del 70%, permitiendo un mejor aprovechamiento de la energía.
Así que, por lo pronto, el hidrógeno todavía presenta problemas técnicos para su aprovechamiento masivo y comercial, pero podría considerarse como una opción energética que puede complementar otras alternativas que tenemos como la energía solar, eólica, geotérmica, de biomasa, entre otras.
Pensando de buena fe, ojalá que la construcción de la refinería para la producción de gasolina, diesel y combustóleo, en Dos Bocas, Tabasco y la compra de la planta de refinación Deer Park, en Texas, se deba al aumento en la importación de combustibles derivados del petróleo, para atender la demanda creciente y porque en cuatro décadas no se construyó una planta refinadora, más no por desconocimiento o por una política deliberada de desdeñar la ciencia y desarrollo tecnológico en el sector energético.
Para avanzar en la adopción y desarrollo del hidrógeno verde es necesario que México colabore con otros países para obtener conocimiento y experiencia sobre el desarrollo de ese elemento o, de lo contrario, corre el riesgo de rezagarse mientras concentra su “energía” en fuentes que van de “salida” como las gasolinas, el combustóleo y el carbón.
Fuente: Forbes.com.mx