Desde que el prestigioso biólogo suecoSvante Pääbo lograra desentrañar en 2010 el genoma neandertal, sabemos que todos nosotros, excepto los africanos, llevamos la impronta de esa otra especie humana en nuestro “código de barras”. Del 2% al 6% de nuestros genes son una herencia suya, según los estudios. El motivo es que nos cruzamos con ellos cuando salimos del continente madre hace unos 100.000 años y nos extendimos en Europa y Asia, donde habitaban. Allí, ambas especies humanas y una tercera, losdenisovanos del Este -de quienes apenas conocemos en hueso de un dedo hallado en una cueva de Siberia-, tuvieron hijos juntos. Pero esto no es algo que sucediera una o dos veces en la prehistoria, como se creía hasta ahora, sino en múltiples ocasiones.
Esta es la principal conclusión llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Temple en Filadelfia (Pensilvania, EE.UU.) a partir de un complejo análisis genético a gran escala de fragmentos de ADN neandertal en 85 individuos de ascendencia centroeuropea y 197 individuos de ascendencia china Han de Pekín y Shanghái del Proyecto 1000 Genomas. Los resultados aparece publicados en la revista“Nature Ecology & Evolution”.
Los autores notaron una señal elusiva pero reveladora: en ambas poblaciones, la proporción de fragmentos de ADN neandertal es un poco mayor de lo que se esperaría si solo hubiera habido un único encuentro sexual entre neandertales y humanos modernos. Una explicación para esta señal es que cuando ambas especies se encuentran, todos los fragmentos de ADN del neandertal entran en el acervo genético humano con una frecuencia similar. Con el tiempo, se espera que la mayoría de estos fragmentos se deriven a diferentes frecuencias. Si solo se hubiera producido un encuentro, una gran proporción de fragmentos de ADN neandertal habría tenido tiempo suficiente para derivar hacia frecuencias del alelo más bajas o más altas que 2%-6%.
Sin embargo, si se hubiera producido un encuentro posterior después de las separaciones iniciales de los antepasados de diferentes poblaciones humanas modernas, más fragmentos de ADN neandertales habrían sido reintroducidos y encontrados en este rango de frecuencias, que es precisamente lo que observamos en las poblaciones europeas y asiáticas de hoy en día.
Padre denisovano
Los investigadores concluyen que el escenario de múltiples episodios de entrecruzamiento entre el hombre anatómicamente moderno y los neandertales encaja con la visión emergente de interacciones complejas y frecuentes entre diferentes grupos de homínidos. Por ejemplo, evidencias directas de hibridación entre neandertales y denisovanos, así como entre denisovanos y humanos modernos, han sido documentadas recientemente. En agosto, un equipo de expertos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva anunciaba el hallazgo, al secuenciar el genoma de un antiguo hominino procedente de Siberia, de que el individuo tuvo una madre neandertal y un padre denisovano.
Estos encuentros podrían haber ocurrido casi continuamente en el tiempo mientras los humanos modernos se extendían por Eurasia. Como fueron esas “citas”, si fueron violentas o consentidas, “no hay forma en que los datos genéticos puedan revelar eso, ¡esta es una pregunta para los arqueólogos!”, dice a ABC Joshua G. Schraiber, del Instituto de Genómica y Medicina Evolutiva en el Centro de Genética Computacional y Genómica de la Universidad de Temple.
En principio, sería posible saber si las hembras o los machos fueron neandertales “debido a la cantidad diferente de cromosomas X que llevan las personas de diferentes sexos, que deben dejar una firma”, explica el investigador. “Por ejemplo, si se tratara principalmente de varones neandertales, se esperaría ver menos de ellos en el cromosoma X. Pero, el entrecruzamiento fue hace tanto tiempo y en niveles tan bajos que la señal va a ser muy sutil”, concluye.
Como explica en un artículo que acompaña al estudio en “Nature” Fabrizio Mafessoni, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y uno de los autores del hallazgo del primer homo descendiente directo de dos especies, resolver la compleja dinámica espacio-temporal de estos encuentros requeriría de la secuenciación de más genomas antiguos. Los esfuerzos en la secuenciación de muestras antiguas, tanto humanas como neandertales, serán fundamentales para proporcionar aclarar esta compleja y fascinante historia.
Fuente: abc.es/ciencia