En 2020 llegaron 17,865 toneladas de alga y pasto marino, y aunque no contó con la atención del año anterior, el problema no se detiene, advierten
A pesar de que este año la atención se volcó alrededor del Covid-19, hay fenómenos que no se detienen y que siguen impactando al país. Es el caso del sargazo, que este año no llegó con la misma fuerza que en 2019 pero sigue generando problemas económicos, porque afecta al turismo, como ecológicos, ya que deteriora ecosistemas marinos y terrestres: pastos marinos, arrecifes coralinos, manglares, dunas costeras, selvas, tierras agropecuarias y acuíferos.
A finales del mes de octubre se dieron a conocer los datos de la operación sargazo 2020 de la Secretaría de Marina, fueron alrededor de 17,865 toneladas de sargazo y pasto marino de distintos municipios, sin embargo, la temporada de arribo continuó, los trabajadores, locatarios, habitantes y brigadas, seguían recogiendo y elaborando limpieza en la zona.
En este sentido, México debe contar con un Observatorio Nacional del Sargazo, así como una bitácora para integrar el trabajo de los diversos organismos e instituciones involucradas y las acciones que realizan, dijo la doctora Dalila Aldana Aranda, del Cinvestav Unidad Mérida.
Hoy cada fuente de información tiene valores diversos respecto a algo tan sencillo como saber cuánto sargazo se recogió y a dónde se llevó. Por ello, se requiere de una legislación adecuada para llevar a cabo la limpieza, movilidad, disposición final y bioseguridad para los usos potenciales del sargazo.
Con motivo del volumen 71 número 4 de la revista Ciencia, dedicado al Sargazo, y perteneciente a la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), la especialista dijo que México tendrá que invertir en una infraestructura ad hoc para el manejo de esta alga y, sobre todo, para apoyar el trabajo científico desde el monitoreo, la evaluación de sus impactos y los usos para obtener subproductos.
El sargazo es un alga marina muy importante porque constituye un hábitat para diversas especies y participa en los procesos de conectividad oceánica. En una zona del Atlántico conocida como mar de los Sargazos viven dos especies: Sargassum fluitans y Sargassum natans.
Su arribo a las costas del Caribe es un fenómeno periódico, registrado desde la década de 1960. No obstante, en 2011, a partir del análisis de imágenes satelitales, se observó por primera vez la presencia masiva de sargazo al este de las costas de Brasil, el cual llegó hasta Cuba, Barbados y las Antillas Menores. En 2015, se presentó otra arribazón masiva atípica, la cual tuvo impactos en el Caribe mexicano. Lo mismo ocurrió en 2018 y 2019, explicó la doctora Aldana Aranda.
En México existen importantes grupos que están trabajando con esta alga en lo que se refiere a las investigaciones para su monitoreo desde satélites en el espacio, las explicaciones de su origen, los estudios del impacto del sargazo en los ecosistemas, además de los procesos para su transformación y aprovechamiento.
Especial sobre el sargazo
Este número señala la importancia de compartir el conocimiento a partir de la cooperación científica nacional e internacional y de divulgar este tema por medio de las academias de ciencias de América y, específicamente, de la región del Caribe.
El doctor Miguel Pérez de la Mora, director de la revista Ciencia, dijo que los números temáticos de esta publicación abordan problemas de todas las áreas del conocimiento y que reúne a una diversidad de científicos, en este caso con un problema complejo que requiere de múltiples respuestas.
Algunos de los textos son: El sargazo: retos y oportunidades; El sargazo, un fenómeno complejo; Sargazo en movimiento, Sargazo en los pastos marinos y arrecífes; La descomposición del sargazo en la laguna arrecifal y su biota; Impacto del sargazo en el acuífero, La huella del sargazo en las tortugas marinas, Usos potenciales del sargazo, El sargazo del mar Caribe mexicano, Cooperación en el Caribe ante el sargazo.
Energías limpias
Los mares podrían participar de la economía sustentable
Sin embargo se requieren de análisis profundos para ver la viabilidad de ciertos usos como la minería de fondo.
La llamada economía azul reconoce la importancia de los mares y los océanos como motores financieros, pues ofrecen oportunidades para generar energías limpias y sustentables, de esta manera se toma en cuenta el cambio climático, la diversidad biológica y la protección del medio marino.
Recientemente investigadores de más de 10 universidades de todo el mundo elaboraron un artículo por convocatoria del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, en él se explica que la gestión eficaz en el uso de hidrocarburos, y en los próximos años de la minería en fondos marinos es una solución viable, pero requiere de reglamentos ambientales sólidos y líneas base que tomen en cuenta el cambio climático, un tema nada fácil.
Por ello el artículo denominado “Climate change considerations are fundamental to management of deep-sea resource extraction”, publicado en la Revista Global Change Biology, y en el que participan también investigadores mexicanos, advierte de la necesidad de un uso responsable, equitativo y sustentable de recursos de origen marino, pues esto permitiría contar con océanos sanos, generación de fuentes de trabajo y beneficios económicos. Explican que la minería de fondos marinos profundos es una opción pero podrían existir alternativas de menor costo, como la solar flotante, eólica, sostenidas en oleaje, corrientes, la conversión de energía térmica oceánica (OTEC) y los gradientes de salinidad.
Elva Escobar Briones, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo que la energía eólica marina es tal vez la más desarrollada y ha alcanzado una paridad en los costos con respecto a las de hidrocarburos, pero las turbinas que generan esta energía demandan minerales como litio, cobalto, cobre, plata, zinc, níquel, manganeso y elementos de tierras raras.
La especialista subrayó que con el incremento poblacional hay mayor demanda de recursos y aumenta el impacto al medio ambiente. Por ello detalló que para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y limitar el incremento de la temperatura media global a 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales se requiere de una transformación rápida de los sistemas energéticos.
Agregó que la comunidad científica considera que muchos de los problemas que existen en la minería en tierra podrían ser transportados hacia el mar. El daño puede ser mayor en mar profundo, porque los procesos se llevan a cabo de cientos a miles de años en comparación con la superficie del océano, donde ocurren en intervalos de horas a días.
Hoy no existen opciones para restaurar los ecosistemas de mar profundo. Por ello, se requiere de un análisis detallado de los posibles impactos que la minería, a escala industrial (décadas y en áreas extensas), generaría en el agua en el fondo y en la biota, así como de las medidas para mitigarlos y, con ello, tener la confianza de que existirá un beneficio real para la sociedad en su conjunto.
Fuente: eleconomista.com.mx