Ingenio, talento, imaginación y creatividad son características de los mexicanos. Su capacidad y los excelentes resultados de sus invenciones en los diversos ámbitos impactan la vida de la sociedad de México y el mundo.
Aunque se podría pensar que solo las principales potencias económicas tienen los científicos y el potencial para generar conocimiento y aportes a las ciencias, nuestro país registra en su historia importantes contribuciones que benefician a la humanidad, y lo seguirán haciendo.
El 17 de febrero se celebra el Día del Inventor Mexicano, fecha que a partir de 1993 conmemora el natalicio de Guillermo González Camarena (1917-1965), ingeniero, investigador y creador de uno de los inventos de mayor trascendencia mundial: el sistema tricromático secuencial de campos para transmitir la señal de televisión a colores.
Otros innovadores son: Heberto Castillo Martínez, cuyo sistema de construcción denominado Tridilosa produce ahorros considerables en concreto y acero; Fausto Celorio Mendoza, inventor de las máquinas automáticas tortilladoras; o Alfonso Fernández de la Torre, quien diseñó un ahorrador de combustibles derivados de hidrocarburos, por solo mencionar algunos.
En los últimos años, en nuestro país prácticamente la mitad de las solicitudes de patente provienen de instituciones de educación superior o centros de investigación; y el 60 por ciento de las patentes concedidas corresponden a estos ámbitos. La UNAM destaca por ser la institución que gestiona y obtiene el mayor número.
Ejemplo de ello es que en 2018 esta casa de estudios presentó 59 solicitudes; en 2019 le concedieron 37 registros y en 2020, 26. Así, de 1976 a 2020 se contabilizó un total de 717 desarrollos, para los cuales se otorgaron 423 patentes y 259 continúan en trámite; 35 no fueron concedidas.
En esta institución ha surgido una cantidad importante de invenciones, entre ellas la síntesis de la noretisterona, ingrediente activo de la píldora anticonceptiva que toman millones de mujeres alrededor del mundo. Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, alumno e investigador universitario, tenía apenas 26 años y estudiaba el posgrado en la UNAM, en 1951, cuando desarrolló los primeros anticonceptivos orales.
Hoy, en los más diversos campos del saber los universitarios aportan su conocimiento y talento para obtener resultados que solucionen problemas o hagan eficientes los procesos, asegura Salvador Enrique Morales Herrera, coordinador de Propiedad Intelectual de la Coordinación de Vinculación y Transferencia Tecnológica (CVTT) de la Universidad.
Un ejemplo es el desarrollo de compuestos activadores de senescencia celular, a cargo de un equipo multidisciplinario, cuya meta es inducir de manera natural el envejecimiento de las células tumorales y provocar su muerte, propuesta que se hizo acreedora al segundo lugar del Programa para el Fomento al Patentamiento y la Innovación de la UNAM, y ha sido licenciada a una empresa.
Fuente: mundohoy.com