En la colonización de América, a finales del siglo XV, se mató a tantas personas que se perturbó el clima de la Tierra.
Esa es la conclusión de un grupo de científicos del University College de Londres (Reino Unido).
De acuerdo con los investigadores, la alteración que provocó el asentamiento europeo en el continente americano llevó al abandono de una enorme superficie de tierras agrícolas que fue ocupada por árboles de rápido crecimiento y otro tipo de vegetación.
Esto quitó suficiente dióxido de carbono (CO₂) de la atmósfera como para que, con el tiempo, se enfriase el planeta.
Se trata de un período de enfriamiento al que los libros de historia a menudo llaman la “Pequeña Edad de Hielo”.
¿Qué muestra el estudio?
El equipo revisó todos los datos de población existentes sobre el número de personas que vivían en América antes del primer contacto con los europeos, en 1492.
Luego analizaron cómo cambiaron esos números en las siguientes décadas por la devastación por enfermedades introducidas (viruela, sarampión, etc.), las guerras, la esclavitud y el colapso social.
Según las estimaciones de este grupo de científicos, a finales del siglo XV vivían en América 60 millones de personas (aproximadamente el 10% de la población mundial), que se redujeron a solo 5 o 6 millones en un período de cien años.
“La masacre de los pueblos indígenas de América condujo al abandono de suficiente tierra cultivada como para que la absorción de carbono terrestre resultante tuviese un impacto detectable tanto en el CO₂ atmosférico como en las temperaturas de la superficie terrestre”, afirman Alexander Koch y sus colegas en su artículo publicado en Quaternary Science Reviews.
Los científicos calcularon cuánta tierra previamente cultivada por civilizaciones indígenas habría caído en desuso y cuál sería el impacto si en esta tierra crecieran bosques y sabanas.
Se trata de un área de 56 millones de hectáreas, un tamaño parecido al de Francia.
Se calcula que esta escala de recrecimiento vegetal redujo suficiente CO₂ como para que la concentración de este gas en la atmósfera disminuyese en 7-10 partes por millón (es decir, 7-10 moléculas de CO₂ en cada millón de moléculas en el aire).
“Para ponerlo en el contexto moderno, actualmente producimos aproximadamente 3 partes por millón (ppm) por año. Por lo tanto, estamos hablando de una gran cantidad de carbono extraído de la atmósfera”, explica el profesor Mark Maslin, coautor del estudio.
“Hay un marcado enfriamiento alrededor de esa época (1500-1600) que se llama ‘Pequeña Edad de Hielo'”, continúa.
“Lo interesante es que hay procesos naturales que influyen un poco en el enfriamiento, pero, en realidad, para llegar al enfriamiento completo -que duplica a los procesos naturales- hay que añadirle esta caída en CO₂ generada por la masacre”.
¿En qué se basan para afirmar esa conexión?
La caída de CO₂ en la mencionada época es evidente en los registros del núcleo de hielo de la Antártida. Las burbujas de aire atrapadas en estas muestras congeladas constatan una caída en la concentración de dióxido de carbono.
La composición atómica del gas sugiere, además, que la disminución está impulsada por procesos terrestres en algún lugar de la Tierra.
El equipo de investigadores agrega que la historia encaja con los registros de depósitos de carbón y polen en América.
Estos registros muestran el tipo de alteración esperada por la disminución del uso del fuego para gestionar la tierra y un gran recrecimiento de la vegetación natural.
Ed Hawkins, profesor de ciencias del clima de la Universidad de Reading (Reino Unido), no participó en el estudio, pero comenta: “Los científicos creen que la llamada Pequeña Edad de Hielo fue causada por varios factores: una caída de los niveles de dióxido de carbono de la atmósfera, una serie de grandes erupciones volcánicas, cambios en el uso de la tierra y una disminución temporal de la actividad solar”.
“Este nuevo estudio demuestra que la caída de CO₂ en parte se debe a la llegada de los europeos a América y a la consiguiente caída de la población indígena, lo que permitió el recrecimiento de la vegetación natural”, dice Hawkins.
Y agrega: “Esto demuestra que las actividades humanas afectaban al climamucho antes del inicio de la Revolución Industrial”.
¿Se pueden sacar lecciones para la política climática moderna?
Chris Brierley, coautor del estudio, asegura que las consecuencias de la terrible disminución poblacional y el aumento de vegetación salvaje en América ilustran el desafío al que enfrentan algunas soluciones propuestas para frenar el calentamiento global.
“Se habla mucho sobre los enfoques de ’emisiones negativas’ y de la plantación de árboles para eliminar CO₂ de la atmósfera y mitigar el cambio climático”, explica Brierley a la BBC.
“Lo que vemos en este estudio es la escala que se requiere para conseguirlo”, dice.
En palabras del experto: “La masacre hizo que se reforestase un área del tamaño de Francia y el resultado fue solo unas pocas partes por millón. Esto es útil porque nos muestra lo que puede conseguir la reforestación”.
“Pero, al mismo tiempo, se trata de una reducción que equivale tal vez a solo dos años de emisiones de combustibles fósiles a la tasa actual”.
El estudio también arroja luz en las discusiones sobre la creación de una nueva etiqueta para describir la época -y el impacto- de la humanidad en la Tierra.
Esta época se llamaría Antropoceno y actualmente existe un agitado debate sobre cómo se tiene que reconocer en el registro geológico.
Algunos investigadores afirman que sería más obvio en los depósitos que registran la gran aceleración de la actividad industrial desde la década de 1950.
Pero el equipo de científicos del University College de Londres argumentan que la masacre en América muestra que hay interacciones humanas que dejaron una marca profunda e indelebleen el planeta mucho antes de mediados del siglo XX.
Fuente: BBC