El neurobiólogo Arturo Álvarez-Buylla (México DF, 1958) forma parte del elenco de científicos que han contribuido a desvelar el mecanismo de regeneración de neuronas en cerebros adultos, un proceso conocido como neurogénesis. Hoy estará en la Reunión anual de las Sociedades Españolas de Biología Celular, Genética y Biología del Desarrollo, que se celebra hasta el próximo jueves.
-¿Qué novedades acercará a sus colegas en esta reunión?
-Hablaré de trabajos recientes sobre la forma en que se generan en el embrión las que van a ser la células madre del cerebro. Mi laboratorio identificó hace unos años las células madre que continuamente generan nuevas neuronas, sobre todo las que van al bulbo olfativo, que es la región que controla el olor pero también hay células madre en el hipocampo, que es la región del cerebro que controla la memoria y la ubicación. De dónde vienen esas células en el embrión, cómo se mantienen en el tiempo para generar neuronas es uno de los secretos que encierra el sistema nervioso.
-¿Será posible llegar a generarlas de manera artificial?
-Siempre me preguntan eso mismo pero, ¿la ciencia básica no interesa? La biología tiene mucho que contarnos. Un organismo, sea perro, gato, ratón o humano, tiene sus secretos y hay que tratar de entenderlos para entender el mundo que nos rodea. De vez en cuando surgen descubrimientos que tienen aplicaciones pero la Ciencia en sí misma tiene un carácter básico para entender lo que nos rodea. Así es cómo hemos hecho grandes descubrimientos.
-¿Apuesta más por la Ciencia básica frente a la aplicada?
-La búsqueda de la aplicación inmediata produce el absurdo porque la investigación surge por el interés y por la curiosidad de entender algo. Cuando Ramón y Cajal se planteó estudiar embriones de pollo, habrían dicho algunos: «¡Ay, este hombre qué hace con otra especie que no tiene que ver con las enfermedades neurodegenerativas que queremos curar!». Y ahí descubrió cosas importantísimas sobre la identidad única de la neurona y de dónde vienen, el neuroblasto… y era todo fruto de la curiosidad. Iba de un cerebro en otro encontrando cosas nuevas y asombrosas. Si no fuera por eso hoy seríamos mucho más ignorantes y muchas cosas que se enseñan en la Universidad de funcionamiento del sistema nervioso no se conocerían. Quienes realizan divulgación piensan que la Ciencia está diseñada para resolver problemas pero las soluciones llegan fruto de la curiosidad de los investigadores.
-¿Usted se sigue sorprendiendo cada día?
-Todos los días sería muy ambicioso. De vez en cuando surge el ¡ajá!, hay un nuevo descubrimiento pero todo es un trabajo de equipo. Por un lado, trabajamos para conocer cómo funcionan las células madre, en humanos y en animales y estamos tratando de mimetizar esas células que llegan a circuitos del cerebro. Eso algún día sí puede tener alguna aplicación porque ahí es dónde puede tener el efecto funcional sobre el sistema nervioso.
-¿Podría ser una nueva aplicación para tratar enfermedades neurodegenerativas?
-No en mi laboratorio pero sí hay trabajos recientes en la Universidad de California mostrando que existe una cierta utilidad para frenar la degeneración en el alzhéimer en el hipocampo, que es una de las zonas que degenera más temprano.
-Si se ha logrado desarrollar bioimpresoras capaces de fabricar piel humana, ¿ll egaremos a producir algún día neuronas en un laboratorio?
-Cuando hay un daño cerebral muy agudo son muchas las células que se pierden. Muchas se producen solo en etapas tempranas, cuando es todavía un embrión y reproducir todo ese proceso sería como tratar de hacer una casa desde el cimiento hasta los últimos ladrillos. Hay que empezar por lo más sencillo, los ladrillos que, a lo mejor, se pueden caer. Pensar en cambiar los cimientos de una casa, cuando hay un daño enorme es complicado.
-¿Qué dicen las células embrionarias para prevenir enfermedades en la vida adulta?
-Las células madre que encontramos en el cerebro adulto tienen una historia muy particular. Vienen en un tiempo muy especial en el desarrollo del feto en el que se está produciendo los ventrículos cerebrales que son las cavidades donde surge casi todo el germen del cerebro. En ese desarrollo se mantienen células que producirán neuronas tiempo después y es una de las cosas que estamos abordando: ver hasta qué punto el pedigrí de las células del adulto tienen relación con las del embrión.
-¿Cuánto sabemos y qué nos queda por conocer del cerebro humano?
-Si supiéramos cuánto hay que conocer podríamos decirlo pero tampoco sabemos cuánto es lo desconocido. Es como si uno llega a un continente nuevo y dice cuánto lleva recorrido. Es absurdo. Lo que sí podemos decir es que el avance que ha habido en los últimos veinte años ha permitido descubrir una cantidad de cosas nuevas asombrosas sobre el sistema nervioso que desde el punto de vista de la curiosidad, de cómo funciona esa máquina que llevamos dentro de la cabeza, es extraordinario. Cada vez que descubrimos algo nuevo, la complejidad va a más y hay otra capa de complejidad detrás.
-Otra de las grandes preguntas es dónde está almacenada la memoria.
-Eso tiene cierta relación con el recambio de células porque si la memoria está en las neuronas, las neuronas se recambian y si se pierde la memoria puede ser una nueva forma para abrir memorias nuevas aunque es un punto de vista más de especulación que de realidad. Ahora mucha gente piensa que la memoria reside en las conexiones sinápticas y su modulación puede ser una forma de almacenar memoria.
-¿El embrión humano ya tiene memoria?
-Desde luego el embrión adquiere circuitos que maduran muy rápido y probablemente se empiecen a modular y a aprender cómo funcionar mejor.
-¿Cómo se vive la Ciencia en EEUU en la era Trump ?
-Por suerte, ha estado distraído en otros asuntos y esperamos que lo mantengan así mucho tiempo y no le meta mucho la mano a la Ciencia pero se vive con preocupación por el ambiente, el interés y el futuro que tiene EEUU en cuanto al empuje de la investigación y el entusiasmo que hay por crear cosas nuevas. Es un motor importante para los que hacemos investigación pero no solo en la parte económica sino que haya un verdadero interés en la creatividad. La curiosidad humana es lo que ha llevado a los grandes descubrimientos.
-¿Es distinto el panorama en Europa?
-Yo sigo colaborando muy de cerca con José Manuel García Verdugo, un microscopista electrónico de los mejores del mundo y de los pocos que ha sido capaz de interpretar la ultraestructura con un ojo clínico pero no de transformación sino de curiosidad y de entender lo que hay ahí. Sé que su grupo tuvo problemas por los recortes durante un tiempo y es muy triste que España no se dé cuenta del beneficio enorme que le trajo ese boom cultural y científico de hace unos años. El país subió a una velocidad ejemplar. Otros que también tuvieron ese boom lo continuaron: Japón y ahora China que han dado un apoyo a la Ciencia muy importante. Se ve que apoyando a esos pocos curiosos, científicos, raros, que es un fracción muy pequeña de la población, tiene un coste relativamente pequeño y da sus frutos. La investigación se hace muchas veces por la curiosidad y gracias a científicos en diferentes lugares del planeta, que pertenecen a distintas naciones y que se asocian pero es con los apoyos de las instituciones cuando da frutos. La Ciencia va más allá de las fronteras de un país pero un país tiene que ser partícipe de eso.
-¿Animaría a los jóvenes a seguir sus pasos?
-Yo sí que los animaría a hacer Ciencia pero los que los tienen que apoyar son los gobiernos. Para mí ser investigador ha sido una carrera superfeliz, llena de satisfacciones. Me decía mi padre que es como ser explorador y cuando uno encuentra un nuevo un nuevo océano científico es una grandísima satisfacción. Pero sería irresponsable decirles que se metan a ser científicos y que no haya trabajo. La Ciencia cada vez es más cara y compleja, requiere más equipos y los equipos se vuelven obsoletos pronto. El apoyo debe ir acorde a ese avance porque sino se van quedando atrás. Algunos países incluso tienen impuestos a la importación de equipos, entonces todo resulta mucho más caro.
Fuente: La Opinión a Coruña