En 1962 los científicos Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins recibieron conjuntamente el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, un merecido galardón por su descubrimiento -no exento de polémica- de la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN). Gracias a su trabajo pudimos conocer la disposición tridimensional que encerraba el “secreto de la vida”.
En 1953 los científicos comunicaron su descubrimiento del modelo de la doble hélice del ADN y representaron la estructura del polímero. El hallazgo fue publicado en la prestigiosa revista Nature a finales de abril de ese año.
Unos días antes Francis Crick había enviado una carta manuscrita, de siete páginas, a su hijo Michael, que por aquel momento tenía 12 años y que se encontraba interno en un colegio británico. En la misiva le explicaba con sumo detalle en qué consistía el ADN y de qué estaba compuesto. Como padre quería expresar y compartir la emoción con su hijo. Era la vez primera, aunque fuera de forma familiar, que se informaba del relevante descubrimiento biológico.
Mi querido Michael
El manuscrito está ilustrado con bellos dibujos realizados a mano por Francis Crick de la doble hélice del ADN con su secuencia de bases, para hacer más entendible el descubrimiento a su hijo. La carta comienza pidiéndole que lo lea con sumo cuidado porque se trata de un avance histórico en el campo de la biología:
“Mi querido Michael, Jim Watson y yo hemos hecho un descubrimiento probablemente muy importante. Hemos construido un modelo para la estructura del ácido-des-oxi-ribo-nucleico (léelo cuidadosamente) llamado ADN para abreviar”.
Además, de la parte emotiva y del cariño que un padre tiene hacia su hijo, es muy posible que el científico tuviese la fuerte convicción de que los asuntos más complejos de la ciencia tienen que ser explicados de forma comprensible y sencilla.
El final de la epístola no deja ningún tipo de dudas sobre la importancia del hallazgo, así en uno de los párrafos escribe:
“Creemos que hemos encontrado el mecanismo por el cual la vida viene de la vida”.
Finalmente, el científico se despide con un simple “Daddy” (“Papi”).
En el año 2013 Michael Crick -que en ese momento había cumplido los 72 años- decidió vender el manuscrito con el objetivo de destinar la mitad de la cantidad que se recaudase al Instituto Salk de Estudios Biológicos de California, en donde su padre trabajó al final de su vida en diferentes proyectos de investigación.
La prestigiosa casa de subastas Christie´s vendió el documento por la astronómica cifra de 5,3 millones de dólares -unos cuatro millones de euros-, una cantidad muy superior a la que alcanzó la epístola que Albert Einstein envió a Franklin D Roossevelt en 1939 advirtiéndole de los peligros de la tecnología nuclear.
Una familia dotada de buenos genes
El abuelo de Francis Crick, Walter Drawbridge Crick, fue un naturalista aficionado que llegó a cartearse con el mismísimo Charles Darwin y que puso nombre a dos especies de caracoles. Es más, en abril de 1882 ambos publicaron un artículo titulado “Sobre la dispersión de moluscos bivalvos de agua dulce” en la revista Nature. En aquel momento, Walter D. Crick no podía imaginar que alguien de su familia publicase 70 años más tarde un artículo tan importante como el del propio Darwin en la misma revista.
Michael Crick, el hijo de Francis Crick, siguió inicialmente los pasos de su padre y se graduó en biología en la Universidad de Harvard, pero posteriormente su carrera profesional devino hacia la computación, hasta el punto de crear uno de los primeros correctores ortográficos del programa Word.
Fuente: abc.es