“La carta es resultado del trabajo de un número nutrido de expertos y refleja las cinco preocupaciones que hace veinte años estaban presentes: el contenido, el desarrollo, el ejercicio, el fortalecimiento y el concepto mismo de democracia”: Diego Valadés
Veinte años de la Carta Democrática Interamericana fue el nombre de la mesa redonda, coordinada por el colegiado Diego Valadés, que transmitió en vivo El Colegio Nacional el 28 de julio a través de sus plataformas digitales.
En la sesión, los especialistas en política y filosofía política Olga Pellicer, J. Jesús Orozco Henríquez, Paulette Dieterlen, Pedro Salazar, María Marván y Alejandro Carrillo dialogaron en torno al documento promulgado el 11 de septiembre de 2001, que tiene como objetivo promover y fortalecer las prácticas, los principios y la cultura democrática entre los Estados de América.
El jurista Diego Valadés recordó que, a partir de 1989, con la caída del Muro de Berlín y la terminación de la Guerra Fría, comenzaron a producirse cambios importantes en el hemisferio que llevaron a la sustitución del sistema de dominio castrense, es decir al reemplazo de la presencia militar por gobiernos y congresos libremente elegidos. Explicó que en este contexto entró en vigor hace dos décadas la Carta Democrática Interamericana y “en nuestros continentes todavía hay polémicas importantes con relación a los alcances, naturaleza y presencia de la democracia continental”.
El especialista mexicano comentó que la carta es el resultado del trabajo de un número nutrido de expertos y refleja las cinco preocupaciones que hace veinte años estaban presentes: el contenido, el desarrollo, el ejercicio, el fortalecimiento y el concepto mismo de democracia.
Aseguró que el punto que aborda el ejercicio de la democracia incluye la responsabilidad y es uno de los más rezagados del continente. “Pocos países están haciendo efectivos los sistemas de responsabilidad en la política de los gobernantes, sabemos bien que justamente su antítesis es la corrupción, uno de los ingredientes presentes en la vida del Estado en nuestro continente.”
Agregó que el punto referente al desarrollo de este concepto señala que la democracia es esencial para el ejercicio efectivo de los derechos humanos, “el combate a la pobreza, al analfabetismo y a los bajos niveles de desarrollo humano forman parte esencial de la democracia y el crecimiento económico debe ser con equidad”.
En palabras del colegiado, todo se sintetiza a la pregunta de qué tanta pobreza pueden resistir las instituciones democráticas. “Es una respuesta empíricamente constatable, el triunfo de las demagogias en diferentes espacios de nuestros continentes muestra que, efectivamente, la incitación, la apelación al instinto, la apelación al sentimiento ha sido superior a la adhesión a la democracia y por eso en muchos espacios políticos estamos viendo que la demagogia se ha convertido en una forma de dominación política que prescinde de las instituciones democráticas. Estamos viviendo los efectos de la pobreza sobre la democracia.”
“La carta define a la democracia en el artículo 27 como un sistema de vida fundado en la libertad y en el mejoramiento económico, social y cultural de los pueblos. Desde 1946, el artículo 3 de la Constitución Política dice que este concepto no sólo es una estructura y un régimen político, sino un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”, finalizó el jurista.
Al tomar la palabra la ex embajadora de México y académica Olga Pellicer se refirió a La democracia y el sistema interamericano. Afirmó que en este momento el continente no tiene un cuadro positivo del concepto, “tenemos, por un lado, en Estados Unidos, un verdadero asalto a la democracia; después, en América Latina, tenemos democracias muy frágiles o prácticamente inexistentes. Hay problemas en Brasil, Perú, Nicaragua, Venezuela y Cuba”.
La investigadora del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) recordó que la Carta Democrática Interamericana inició con los deseos de que en el organismo multilateral existiera un foro dedicado a la defensa de la democracia. Explicó que los diplomáticos mexicanos de los años 90 tenían como principales preocupaciones actuar a solicitud del Estado interesado, ligar las acciones con el principio de no intervención y la autodeterminación de los pueblos. “Había una gran reticencia a que se pudiesen llevar a cabo sanciones para defender la democracia en el caso de rompimiento del orden constitucional. En 2001, México participó no con mucho entusiasmo y sí con una mayor decisión.”
La especialista afirmó que el capítulo dos de la Carta Democrática Interamericana establece la imposibilidad de dividir el respeto a los derechos humanos de la democracia. “Democracia son derechos humanos. El capítulo tres nos habla de democracia, desarrollo integral y lucha contra la pobreza. Me parece muy interesante, porque estamos hablando de la democracia desde una región muy marginal con enormes problemas sociales. Aquí es donde creo que es implícita la pregunta que todavía es válida, ¿es posible la democracia que convive con la extrema pobreza?”
Por su parte, el jurista mexicano Jesús Orozco se refirió a La democracia y los derechos humanos. Comentó que, desde la Carta de la Organización de los Estados Americanos de 1948, se reconoce que la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región. “Uno de los propósitos de la oea es consolidar en este continente dentro del marco de las instituciones democráticas un régimen de libertad individual y de justicia social, fundado en el respeto y derechos esenciales del ser humano.”
El investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam hizo referencia al artículo 7 del documento en cuestión, que plantea que la democracia es indispensable para el ejercicio efectivo de las libertades fundamentales y los derechos humanos. “La relación entre derechos humanos, democracia representativa y derechos políticos quedó plasmada en la Corte Democrática Interamericana. El ejercicio efectivo de los derechos políticos constituye un fin en sí mismo y, a la vez, un medio fundamental para que las sociedades democráticas garanticen los derechos humanos previstos en la convención.”
Agregó que las salas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación han revisado recurrentes interpretaciones a la luz de los estándares internacionales y ejercido la convencionalidad interna con adecuaciones a la práctica judicial, lo que se traduce en eventuales reformas constitucionales legales para defender los derechos políticos electorales y potenciar su ejercicio. El objetivo es salvaguardar la dignidad humana, eje rector de todo Estado constitucional democrático de derecho y de la Carta Democrática Interamericana.
Al tomar la palabra, Paulette Dieterlen, investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la unam, habló de Democracia, desarrollo integral y combate a la pobreza. Explicó que la democracia representativa justifica el poder soberano del Estado y da elementos para limitarlo. “Las teorías reconocen que debe tener el monopolio del poder coercitivo para proporcionar seguridad necesaria que permita a las personas vivir en paz, esto es importantísimo.”
Agregó que este concepto cuenta con un sistema de pesos y contrapesos para limitar lo que se conoce como la tiranía de la mayoría. “Hay herramientas para limitar esta tiranía como la constitución, los códigos, los estatutos, la separación de poderes, la competencia entre partidos políticos y el poder judicial que protege constituciones y actúa como mecanismo de revisión para redimir conflictos; Sin embargo, para la separación de poderes también son importantes la existencia de organismos centrales independientes, como el Banco de México, al ine, a la Comisión Nacional de Derechos Humanos”.
En palabras de la especialista, tal y como se afirma en el artículo 13 del capítulo tres, la democracia también tiene que ser un compromiso común frente a los problemas del desarrollo y de la pobreza. “Si bien, la democracia cuenta con métodos procesales, como el de votar por el partido y la política que uno desea, esto no es suficiente. Necesitamos otros mecanismos para evitar la exclusión, la pobreza y la marginación. Necesitamos referirnos a conceptos sustanciales para que las personas ejerzan su libertad y así se aminore la desigualdad.”
Dieterlen puntualizó que para que una política combata la pobreza es fundamental aplicar dos principios: el de nivelación del campo de juego, que consiste en propiciar a la mayor parte de los ciudadanos las condiciones para poder obtener ciertas posiciones; y el de la no discriminación. “Si atendemos a la libertad y a la igualdad sustantivas haremos que los estados a los que se refiere la Carta Democrática Interamericana logren fortalecer las instituciones democráticas. Con ello alcanzaríamos a tener sociedades justas.”
“Qué pertinente celebrar los 20 años de la Carta Democrática Interamericana. Pensemos en tantos países de nuestro hemisferio que se han alejado de dicho documento. La pobreza que existe en nuestros países lacera, por ello se reafirma en la carta que la lucha contra la pobreza, especialmente la eliminación de aquella que es crítica, es esencial para la promoción y consolidación de la democracia y constituye una responsabilidad común y compartida de los Estados americanos.”
Fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática
Por su parte, Pedro Salazar, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam, comentó que la Carta Democrática Interamericana mira a la democracia como un concepto arropado con elementos importantes como el estado de derecho, los derechos humanos y el principio fundamental del constitucionalismo moderno de la separación de independencia de los poderes. “En ese sentido, la democracia aparece conectada con un modelo de Estado constitucional específico, el modelo constitucional de los derechos humanos.”
De acuerdo con el doctor en Filosofía Política, el artículo 4 del documento menciona los elementos que conforman la democracia: la transparencia, la libertad de expresión y la libertad de prensa. “Estos dos últimos son derechos humanos, sin duda, pero el hecho de resaltarlos como otros derechos de la carta de manera independiente, me parece que es un subrayado de la enorme relevancia que estos tienen para la existencia y vigencia real de un Estado democrático digno de ese nombre.”
Al impartir la ponencia Fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática, el especialista puntualizó que el proyecto democrático necesita una decidida defensa del Estado de derecho, pero también requiere de un apuntalamiento, reforzamiento y garantía efectiva de la separación e independencia entre los poderes públicos. Hizo énfasis en que se requiere una defensa de la transparencia y de las instituciones que la hacen posible; una garantía y defensa de la libertad de expresión y la libertad de prensa; una apuesta de la garantía civil y no por la autoridad militar; una apuesta hacia el fortalecimiento del sistema interamericano y no hacia su debilitamiento; y una apuesta hacia la igualdad robusta en todos los sentidos: el medio ambiente y el feminista.
“Ninguna de estas agendas parecen estar a salvo en muchos de nuestros países latinoamericanos. En ese sentido, la carta es una lupa de lo que no estamos haciendo bien, de lo que nos debe preocupar y de lo que ha dificultado y obstaculizado la consolidación de nuestras democracias.”
Agregó que están en juego la suspensión de la membresía de la propia organización y el reconocimiento propio y externo de que ese Estado quiere seguirse ostentando como un Estado democrático y constitucional, y quiere seguir operando sobre las bases de los rigores, principios, modelos, aspiraciones e instituciones que caracterizan a esa forma de gobierno.
“Norberto Bolio dice que los derechos humanos, la democracia y la paz, son tres eslabones de un mismo movimiento histórico. Creo que merece la pena recuperar esas ideas para entender la importancia de la Carta que cumple 20 años, pero que, contrastada contra la realidad de muchas de nuestras naciones, lamentablemente nos previene y nos advierte que estamos viviendo momentos difíciles y que no necesariamente estamos cumpliendo con la aspiración de consolidar lo que hace dos décadas habíamos logrado”, finalizó Salazar.
La democracia y las misiones de observación electoral
Por su parte, la politóloga y socióloga María Marván habló de La democracia y las misiones de observación electoral. Comentó que estas misiones preceden a la carta en cuestión, ya que las primeras se realizaron en 1962. “Ya había toda una experiencia de lo que significaba para la oea observar y señalar los procesos electorales democráticos o no tan democráticos que se vivían en la región.”
Agregó que las misiones de observación electoral tienen como preocupación fundamental fortalecer las prácticas democráticas y acompañar en las dificultades de los procesos. Esta herramienta se ha centrado fundamentalmente en América Latina, porque Estados Unidos ha sido muy resiste a recibirlas.
En palabras de la especialista, la observación electoral es fundamental para la legitimación de las democracias. “Estamos en un momento en que democracias viejas y nuevas se encuentran en momentos críticos. La incapacidad de la democracia de resolver problemas como la pobreza y la desigualdad está metiendo a las democracias en una crisis mucho más allá de lo procedimental y de lo electoral.”
De acuerdo con Marván, las democracias deben garantizar elecciones inclusivas, limpias y competitivas, y esto no sólo se da el día de la jornada, uno de los puntos claves es el proceso de registro del electorado. La manera más efectiva de excluir a los votantes es no registrándolos. “El registro de votantes está vinculado al derecho a la identidad. En México tenemos una anomalía respecto a este derecho, porque la posibilidad de tener un documento nacional de identidad empieza a los 18 años con el principio como elector, esa es una excepción que habría que solucionar en el país, porque lastima la debilidad de nuestro derecho a la identidad.”
Agregó que la ingeniería electoral está en constante evolución a la par que los retos electorales. Una de las preocupaciones centrales de la oea es que los observadores electorales sean imparciales y no del mismo país. “Por su propia naturaleza, las misiones de observación electoral se dedican a observar los procesos de elección de las autoridades ejecutivas y legislativas. En algunos momentos críticos, la mayoría de los países de América latina, que somos democracias nacientes, necesitamos reforzar la legitimidad de nuestros procedimientos y en ese sentido nos viene muy bien contar con el apoyo de una misión electoral.”
“Las misiones se mueven de manera específica en ese difícil equilibrio entre la legitimación y la no intervención, entre el aval, pero también la exigencia. No son complacientes con autoridades que no cumplen con los procedimientos democráticos y jurídicos. Señalan de manera especifica fallas y momentos, pero también señalan cuando las cosas están bien hechas”, puntualizó la politóloga mexicana.
Al tomar la palabra, el abogado y diplomático Alejandro Carrillo, se refirió a la Promoción de la cultura democrática. Aseguró que lo que está en juego es la defensa misma de la existencia de la cultura democrática en sus elementos más esenciales. “La defensa de esta idea de la democracia participativa y las tareas de promoción serán más difíciles, a menos que se impida desde los propios gobiernos, desde de las asociaciones de la sociedad civil y sistemas educativos.”
Explicó que el último apartado de la carta señala que la oea continuará desarrollando programas y actividades dirigidos a promover los principios y prácticas democráticas y fortalecer la cultura democrática. “Plantea que los países promuevan de manera interna, entre otras cosas, la gobernabilidad, la buena gestión, el fortalecimiento de la institucionalidad política, así como el desarrollo de programas y actividades para la educación de la niñez y la juventud como forma de asegurar la permanencia de los valores democráticos.”
Agregó que dentro de la promoción de la cultura democrática se encuentra también el fortalecimiento de las actividades de las asociaciones civiles. “Estas actividades que establece la Carta Democrática Interamericana permitirán que todos los demás aspectos estén entrelazados como la libertad de expresión y la subordinación de las instituciones gubernamentales a la sociedad civil. De no ser así, lamentablemente temo que se vienen tiempos muy difíciles para el mantenimiento de los regímenes democráticos en América Latina”.
Fuente: El Colegio Nacional