La palabra hacker se empezó a usar en los años 80 para referirse a las personas que entran sin autorización a computadoras, redes o sistemas informáticos; es decir, acciones ilegales realizadas por personas con malas intenciones. Sin embargo, con el tiempo el significado se ha ido volviendo más positivo, pasando a referirse a personas que se divierten explorando y solucionando problemas con su computadora. Ahora se habla de hacker ético, con buenas intenciones.
Los bootcamps, o escuelas de programación intensivas, que han ido surgiendo en el mundo desde 2011, también están entre lo subversivo y lo bueno. Por un lado, son escuelas que surgen al margen de los sistemas educativos, no están acreditadas por una autoridad educativa, no siguen un currículum fijo, y sus modelos de enseñanza son completamente diferentes a la enseñanza tradicional en el aula. Como el BID señala en su reciente publicación, son esencialmente disruptivos, no se amoldan a reglas predefinidas, son flexibles, innovadores, adaptables a las necesidades siempre cambiantes del sector tecnológico y productivo.
Y, por otro lado, su surgimiento se debe a una falla en el sistema, porque los sistemas educativos y de formación para el trabajo no han sido capaces de dar respuesta rápida a la necesidad imperiosa de contar con talento digital en la nueva economía en que vivimos. Efectivamente a nivel global hay una brecha enorme de habilidades provocada por la automatización y las nuevas tecnologías, entre otros factores, pero según el World Economic Forum, en América Latina la brecha de habilidades es la más alta de todo el mundo.
América Latina y el Caribe necesita más bootcamps
Se dice que si antes el inglés era el idioma que te daba un diferencial para buscar mejores oportunidades de empleo, ahora ese diferencial te lo da el lenguaje de la programación. La programación se ha vuelto un idioma universal que se puede aplicar a todo tipo de sectores y problemas, en un mundo digital que no sabe de fronteras. Si sabes programar y tienes un portafolio de proyectos en GitHub, tu currículum brilla y las ofertas de trabajo bien pagado comienzan a llover.
Los emprendedores en América Latina y el Caribe, como buenos hackers éticos, han visto el problema y la oportunidad, y han empezado a desarrollar estas escuelas.
El BID Lab lanzó a principios de 2019 una convocatoria para identificar los mejores “bootcamps listos para trabajar” (pues lo que nos interesa no es sólo la adquisición de habilidades digitales, sino el compromiso de los bootcamps de apoyar la colocación en buenos empleos) en dos categorías: (1) bootcamps maduros, que llevaran algunos años de operación y con evidencia probada de sus resultados en términos de incremento de salario y colocación de sus estudiantes, y (2) bootcamps incipientes, que estuvieran operando por lo menos un año y estén enfocados en poblaciones vulnerables.
Se recibieron 57 propuestas de países de toda América Latina y el Caribe, desde Haití, Barbados y Guatemala hasta México, Argentina y Brasil. En el proceso de revisión de las propuestas nos ayudaron entidades expertas como Accenture y la International Telecommunications Union (ITU). Se hizo un proceso de debida diligencia virtual a 10 finalistas, se presentaron cuatro propuestas a la alta gerencia de BID Lab y en junio se anunciaron los ganadores: Dev.f en la categoría de bootcamp maduro con presencia en México, El Salvador, Guatemala, Panamá, Costa Rica y Colombia, y HolaCode en la categoría de bootcamp incipiente, trabajando con migrantes forzados, un talento en potencia ávido de oportunidades para su integración en los países de acogida. Desde aquí, me gustaría agradecer a todas las entidades que participaron, por enviarnos propuestas interesantísimas, lo que hizo bastante difícil la selección de los ganadores.
Además, esta convocatoria nos ha permitido constatar la presencia de muchos bootcamps que no conocíamos, tanto autóctonos como de otras partes del mundo que llegan a instalarse en la región.
También nos permitió ver algunas tendencias en el sector. Por ejemplo: la aparición de nuevos bootcamps preocupados por la brecha de género en el sector tecnológico y exclusivamente dedicados a ellas; el uso de Income Sharing Agreements (ISA) -instrumento financiero que permite pagar los cursos una vez se consiga un trabajo- además de otras colaboraciones con empresas fintech que ofrecen créditos educativos; la combinación de instrucción en plataformas digitales y en el aula; la introducción de tecnologías como inteligencia artificial, machine learning, blockchain y datos masivos para optimizar y mejorar procesos de selección, de aprendizaje y certificación de estudiantes; el uso extendido de aprendizaje basado en proyectos para simular problemas y situaciones del entorno laboral; y, finalmente, la diversificación de servicios, con nuevas ofertas para trabajar con empresas (B2B) para formar a sus empleados en procesos de perfeccionamiento profesional en tecnologías emergentes (upskilling).
Dev.f y HolaCode representan el gran potencial que tienen los bootcamps, como sector incipiente y disruptivo, de transformar el acceso de millones de personas a una educación asequible, incluyente, de calidad y relevante. Si apoyarles convierte al Grupo BID en un hacker, lo asumiremos con gran orgullo.
Y tú, ¿cómo ves el estado y el potencial de los bootcamps en tu país? Cuéntanos en los comentarios
Fuente: blogs.iadb.org