A principios de agosto, en pleno invierno austral, la extensión del hielo marino antártico es casi 2,4 millones de km2 inferior al promedio de 1979-2022, un área diez veces el tamaño del Reino Unido.
La doctora Caroline Holmes, científica del clima polar en BAS (bristihs Antarctic Survey), que investiga el hielo marino alrededor del mar de Weddell en la Antártida, declaró en un comunicado:
“En este momento, en agosto de 2023, la extensión del hielo marino en la Antártida todavía está muy por debajo de todos los registros anteriores para esta época del año. En este período en el que los océanos se están congelando, estamos viendo áreas que todavía están, sorprendentemente, en gran parte libres de hielo, como los límites norteños del hielo marino lejos de la costa, la costa del este del mar de Bellingshausen y el oeste de la península (antártica)”
Los modelos climáticos siempre han apuntado a que el hielo marino antártico se reduciría como resultado del calentamiento inducido por el hombre. Sin embargo, el cambio actual en la extensión del hielo marino es dramático y ha llevado a los científicos a preguntarse qué mecanismos pueden explicarlo. Sin embargo, el hielo marino antártico es muy complicado de modelar con precisión porque se ve afectado por muchos de los procesos naturales de la Tierra, según informa el BAS.
“Los patrones de viento, las tormentas, las corrientes oceánicas y las temperaturas del aire y del océano –argumenta Holmes– afectan la cantidad de hielo que cubre el mar alrededor de la Antártida y, a menudo, empujan y tiran en diferentes direcciones. Esto significa que puede ser difícil vincular el comportamiento del hielo marino antártico en un año en particular, o durante varios años, a un solo factor.
“Antes de 2015, las tendencias contrastantes en el crecimiento del hielo marino en diferentes regiones del vasto continente se contrarrestaban entre sí. Lo notable de 2023 es que estas diferencias regionales están prácticamente ausentes”.
Los patrones atmosféricos naturales que afectan el hielo marino incluyen El Niño-Oscilación del Sur, la fuerza de la corriente en chorro del hemisferio sur y los sistemas regionales de baja presión.
Por ejemplo, el hielo marino en la Antártida alcanzó mínimos históricos en el verano antártico de 2022/23, impulsado por una circulación atmosférica muy anómala, que según los científicos podría ser natural y estar asociada con la triple La Niña de los últimos años. Mientras tanto, el cambio climático puede llevar los extremos de los eventos naturales a niveles mayores con cada ciclo, lo que hace que sea aún más difícil para los científicos juzgar cuántos extremos actuales se deben al calentamiento global inducido por el ser humano.
Fuente: europapress.es