El fin de las restricciones por la pandemia de la Covid-19, supusieron un alivio también para el sector industrial y tecnológico. Sin embargo, nadie podía prever que un elemento tan pequeño podía, a su manera, paralizar el mundo: los microchips. Tras más de año y medio de problemas de abastecimiento, la producción de microchips empieza a acelerarse eso sí, con la lección aprendida: no puede volver a ocurrir lo mismo.
Desde La Ley Europea de Chips hasta diferentes iniciativas público y privadas se han puesto en marcha en los últimos meses. La última, un acuerdo entre Google y el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) del Departamento de Comercio de EEUU. Un acuerdo que tiene como finalidad crear chips de código abierto, los considerados como chips de última generación, a cargo de la compañía SkyWater Technology.
Aunque su aplicación estará abierta a diferentes sectores, estas piezas se utilizarán sobre todo para crear nuevos dispositivos de nanotecnología y semiconductores. Un acuerdo donde Google pagará el coste inicial de establecer la producción, mientras que el NIST diseñará los circuitos necesarios para la creación de los chips con la ayuda de diferentes universidades repartidas por todo el país, como las de Michigan, Maryland, George Washington, Brown y la de Carnegie Mellon.
Pero, ¿por qué estos nuevos chips se desarrollarán bajo la fórmula de código abierto? Según Google, es la mejor opción ya que de esta manera se fomenta la reproducibilidad, con la que los investigadores de instituciones públicas y privadas pueden repetir el trabajo de los demás. Además de democratizar la innovación en la investigación de nanotecnología y semiconductores.
EEUU y su deseo de convertirse en referente en el sector
Otra ventaja de esta colaboración entre Google y el NIST, es que se reducirá de forma notable el precio de los chips. Por lo que las empresas podrán acceder a ellos con más facilidad, evitando tanto problemas de abastecimiento como problemas de invertir grandes sumas de dinero en ellos Y que lleven a encarecer el precio final del producto dónde se van a implantar.
También esta unión creará chips de capa inferior. Se trata de un chip más avanzado con estructuras especializadas para medir y probar el rendimiento del resto de componentes.
Este es un paso más de EEUU para situarse como referente mundial en el sector tecnológico. Cabe recordar, que hace escasas semanas la Ley de Ciencia y Chips impulsada por la administración Biden fue refrendada por el Congreso para su materialización. Una ley que tiene como objetivo promover la financiación destinada a impulsar la producción nacional de semiconductores en respuesta a las interrupciones de la cadena de suministro.
Ya son varias las empresas que han decidido afincarse en territorio estadounidense para abrir nuevas plantas de semiconductores tras la aprobación de dicha ley. Una rubrica que autoriza la liberación de 52.000 millones de dólares en subsidios gubernamentales para la producción e investigación de semiconductores, además de un crédito fiscal destinado a la inversión para plantas de chips estimado en 24.000 millones.
Fuente: muycomputerpro.com