¿A dónde irán a parar todos los expertos que la academia no puede absorber?
En las últimas décadas, la neurociencia ha irrumpido como la estrella de las disciplinas biológicas. Sin embargo, su enorme popularidad ha venido acompañada de un descenso en el porcentaje de neurocientíficos que trabajan en la investigación académica; una situación debida principalmente a la falta de fondos.
En 2014, las Academias Nacionales de Estados Unidos organizaron un encuentro para ponderar qué augura esta tendencia para los científicos en ciernes que hoy obtienen sus doctorados. Las conclusiones se publicarán este verano en la revista Neuron.
Steven Hyman, experto del Instituto Broad del MIT y de la Universidad Harvard que participó en la planificación del encuentro y que hace poco presidió la Sociedad de Neurociencia estadounidense, saluda el aluvión de estudiantes de doctorado que han escogido ese campo, pero hace la siguiente advertencia: “Mientras a los jóvenes con talento se les desanime de continuar en el mundo académico con unas provisiones de fondos tan bajas que debiliten la competitividad o, sencillamente, priven de oportunidades, EU y el mundo estarán perdiendo un recurso increíblemente precioso”.
Ante la falta de puestos académicos, es ahora responsabilidad de los profesores preparar a los estudiantes para otras carreras profesionales, sostiene Huda Akil, de la Universidad de Michigan y autor principal del artículo. No es solo en las instituciones académicas o en las empresas donde los neurocientíficos pueden hacer contribuciones a la sociedad, afirma Akil, también expresidente de la Sociedad de Neurociencia. “Existen las organizaciones sin ánimo de lucro, la política social, la comunicación de la ciencia, las interfaces hombre-máquina, los macrodatos, la educación o cualquier otra área en la que importe el conocimiento del cerebro”, concluye el investigador.
Fuente: investigacionyciencia.es / Gary Stix