Un equipo arqueológico internacional ha descubierto nuevos restos que confirman que la élite maya residió en el siglo IV en la antigua ciudad de Teotihuacán, lejos de su origen en la actual Guatemala.
Así lo indica un mural y una acumulación de material que incluía fragmentos de cerámica maya, localizados en la denominada Plaza de las Columnas, informa el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
Hace 1.700 años, el poderío de Teotihuacán y de algunas ciudades de las Tierras Bajas mayas, rompió las fronteras y atravesó los aproximadamente 1.300 kilómetros que las separaban.
Textos epigráficos localizados en urbes como Tikal, en el Petén guatemalteco, refieren el contacto que ambas culturas sostuvieron hacia el siglo IV de nuestra era. Sin embargo, poca evidencia de la misma se había encontrado en la gran metrópoli del Altiplano mexicano, hasta hoy, donde nuevos hallazgos apuntan a la residencia de la élite maya en La Ciudad de los Dioses.
A través de la excavación de pozos que pueden alcanzar más de 100 metros cuadrados de extensión y una profundidad de hasta 5 metros, además del trazo de un túnel, se ha podido determinar que las estructuras de la Plaza de las Columnas sirvieron para actividades administrativas, ceremoniales y probablemente como residencia de la élite no sólo teotihuacana, sino maya, al menos hacia 350 d.C., cuando ambas dominaban el panorama durante el periodo Clásico en Mesoamérica.
Uno de los más reveladores hallazgos se dio en 2016, cuando se rescataron más de 500 fragmentos de pintura mural en la parte septentrional del montículo norte, muchos de los cuales destacan por poseer estilo maya. Esos pedazos fueron recuperados de una gruesa capa de relleno de 50 cm de espesor, por lo que el mural debió estar expuesto durante una época de auge y fue destruido intencionalmente hacia las últimas etapas de la ciudad.
Nawa Sugiyama, de la Universidad de la Prefectura de Aichi (Japón), quien ha trabajado los últimos 38 años en Teotihuacan, indica que el descubrimiento previo en la Pirámide de la Luna de individuos sacrificados acompañados de pendientes de piedra verde de estilo maya, apuntaba a la relación de ambas culturas, pero los restos de pintura mural de la Plaza de las Columnas “nos permite afirmar la presencia de las élites mayas en Teotihuacan, y que ésta no fue periódica y con fines rituales, sino permanente. Es probable que los artistas que hicieron estos murales, y los funcionarios mayas de más alto rango político, habitaran en un edificio al norte de dicho montículo”.
Aunque los fragmentos de mural no han sido reconstruidos todavía, se puede identificar una amplia gama de colores (blanco, rojo, ocre, verde, entre otros), incluyendo pequeñas figurillas humanas similares a las que se observan en los murales del barrio teotihuacano de Tetitla. No obstante, por la presencia de glifos mayas, el estilo fluido, dominio de la línea y su naturalismo, son obra de un artista o artistas “que conocían a la perfección la iconografía de las Tierras Bajas del Sur maya”.
Fuente: europapress.es