La plantación de árboles se ha convertido en los últimos años en icono de la lucha contra el cambio climático, sobre todo para empresas que buscan compensar sus emisiones. Sin embargo, lo expertos advierten de que esta no es la solución y que habría que centrar los esfuerzos en cuidar lo que ya tenemos.
“No vamos a decir que plantar sea malo, pero la prioridad debe ser que los bosques que hay se hagan resilientes a los fenómenos extremos que llegan. Los incendios, plagas y sequías son cada vez más virulentos. Debemos preguntarnos si habrá agua para regar o si las variedades son adecuadas para las nuevas condiciones climáticas”, según Miguel Angel Soto, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace.
Para el experto, la clave está en hacer una gestión adaptativa al cambio climático en vez de seguir plantando árboles, en muchas de las ocasiones, “sin ton ni son” y sin criterios técnicos.
Un discurso de cero emisiones cargado de trampas
Está calando un discurso de cero emisiones netas “lleno de trampas” y cada vez hay más empresas que optan por plantar árboles para reducir su huella de carbono, pero eso no es luchar contra el cambio climático. Lo que deben hacer es reducir sus emisiones de CO2 con cambios en sus procesos, advirtió.
“Nadie puede negar que plantar un árbol sea un gesto de cuidar el planeta pero es muy naif pensar que esa es la prioridad. Lo importante no es tener más árboles, es tener mejores bosques y eso, a veces, significa reducir la densidad. A lo mejor no hacen falta azadas, sino motosierras”, explicó Soto.
Sin embargo, faltan medios y fondos para hacer esa buena gestión y sería muy interesante hablar de los bosques cuando se debaten los presupuestos y no sólo cuando arden, aseveró.
Los incendios, descargas brutales de CO2 a la atmósfera
“En selvicultura, hay un principio muy sencillo: cuando una cosa está bien se deja en paz, cuando falta se pone y cuando sobra se quita. Cuando hay exceso, el bosque ya no fija carbono y hay que quitar para que siga creciendo y fijando. Además, si me llevo la madera y la uso para hacer muebles, el carbono se queda ahí”, apuntó Rafael Serrada, vocal de la Junta del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes de España.
Lo importante es saber cuándo y cuánto quitar. Hay mucho abandono y eso eleva al riesgo de incendios forestales, que sueltan CO2 a la atmósfera brutalmente, ha alertado Serrada, para quien, no obstante, también es importante repoblar en sitios en los que ha desaparecido arbolado para recuperar su misión.
“Tenemos las técnicas necesarias para introducir y repoblar allí donde hace falta y en la medida en la que hace falta y para quitar lo que sobra en los bosques que ya existen. Hay mucho mensaje simplista y pretendiendo oponer una cosa a la otra, cuando las dos son complementarias”.
En este sentido, cargó contra los “oportunistas” que hacer creer que son capaces de generar nuevos bosques de forma rápida y barata sin acreditar resultados, y ha lamentado la falta de medios con la que cuentan las administraciones públicas para hacer una buena gestión del territorio.
Reclaman planificación y control
La vegetación y el mar son lo único que produce una compensación de emisiones. “El mar no lo podemos gestionar, pero la vegetación sí”, según el decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas, quien dijo que mientras avanzamos en reforestación porque las empresas quieren compensar emisiones, “estamos dejando de lado el cuidado de lo que ya hay”.
Por desgracia, muchas veces los políticos se van a lo fácil y, de la mano de empresas, optan por hacerse la foto plantando en lugar de destinar fondos a cuidar lo que ya tenemos. Además, quitar tierras de cultivo para repoblar “no tiene sentido” y la naturaleza ya ha conquistado ella sola las mejores zonas, según Rojas.
“Hay una especie de fiebre arborícola, muchas empresas y gobiernos que desean plantar motivados por la lucha contra el cambio climático. En general, la plantación es algo deseable, pero debe hacerse en el sitio y momento adecuados y con las especies y métodos apropiados, algo que no se está atendiendo en algunas plantaciones”, según José María Rey, catedrático de Ecología de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
Estamos -dijo- en un momento clave y si se pueden mover fondos privados y públicos para restauración, bienvenidos sean. “La pérdida de biodiverdidad es alarmante y en la lucha contra el cambio climático es fundamental unir fuerzas”, subrayó la coordinadora del Programa de Bosques de WWF, Diana Colomina.
Para una mayor efectividad, haría falta una planificación nacional e identificar zonas prioritarias de restauración, aseveró.
“Hay carencia en la priorización de zonas a restaurar y no todos los proyectos tienen el mantenimiento y el seguimiento que deberían tener. Un proyecto de restauración va más allá de plantar. Por ejemplo, si un pinar tiene una densidad de árboles muy alta, pues hay que clarear y así se consigue que entren otras especies”, explicó Colomina.
En el marco de la conferencia climática COP26 de Glasgow, un centenar de líderes mundiales de países que representan el 85 % de los bosques del planeta se han comprometido a “detener y revertir la deforestación y la degradación de la tierra” para 2030.
Fuente: EFE