Un ecosistema basado en bacterias que se alimentan de metano, similar a otros casos en océanos profundos y algunos lagos, ha sido descubierto en cuevas inundadas en la península mexicana de Yucatán.
La investigación, liderada por el US Geological Service y llevada a cabo por científicos que están entrenados en el buceo en cuevas, es el estudio ecológico más detallado jamás realizado para un ecosistema de cueva costera que siempre está bajo el agua. De hecho, los científicos tuvieron que usar técnicas que previamente habían sido usadas por vehículos de inmersión en aguas profundas para poder estudiar el medioambiente.
«Encontrar que el metano y otras formas de materia orgánica disuelta en su mayoría invisibles son la base de la red trófica en estas cuevas explica por qué los animales adaptados a las cavernas pueden prosperar en la columna de agua en un hábitat sin evidencia visible de comida», explica David Brankovits, autor principal del estudio, que se publica en Nature Communications.
La investigación se realizó en la red de cuevas de Ox Bel Ha, en el noreste de Yucatán, que se describe como un estuario subterráneo porque los pasos de las cuevas inundadas contienen distintas capas de agua que consisten en agua dulce alimentada por las precipitaciones y el agua salada del océano costero.
La porción de agua dulce de las cuevas y los sumideros, que se utilizan para acceder a las cuevas y que se conocen localmente como cenotes, son importantes fuentes de agua dulce para las comunidades en toda la Península de Yucatán. El metano en las cuevas se forma de forma natural debajo del suelo de la jungla y migra hacia abajo, hacia el interior del agua y las cuevas. Normalmente, todo el metano formado en los suelos migra hacia arriba, hacia la atmósfera.
Esto prepara el escenario para las bacterias y otros microbios que forman la base del ecosistema de la cueva. Los microbios comen tanto el metano en el agua como otros materiales orgánicos disueltos que el agua dulce trajo de la superficie. Los microbios luego alimentan una red alimenticia que está dominada por crustáceos, incluyendo una especie de camarón adaptada a las cavernas que obtiene alrededor del 21 por ciento de su nutrición a partir del metano.
«Los procesos que estamos investigando en estos sistemas de aguas subterráneas estratificadas son análogos a lo que está sucediendo en el océano global, especialmente en zonas con oxígeno mínimo donde la desoxigenación es una preocupación creciente», dice John Pohlman, coautor del estudio y biogeoquímico del USGS cuyo trabajo desde principios de los 90 motivó la investigación. «Aunque el acceso a estos sistemas requiere una capacitación especializada y una estricta adhesión a los protocolos de seguridad de buceo en cuevas, en relación con la complejidad de una expedición oceanográfica, los programas de campo que organizamos son simples y económicos».
Un hallazgo sorprendente fue la importancia del material orgánico disuelto como el metano en la red trófica de las cuevas. Estudios previos habían supuesto que la mayoría del material orgánico que alimenta los microbios de las cuevas provenía de la vegetación y otros detritos en el bosque tropical que llegaba a las cuevas desde los cenotes.
Sin embargo, en las profundidades de las cuevas, donde se llevó a cabo el estudio, hay muy pocos restos de esa superficie, por lo que los microbios dependen del metano y los otros compuestos orgánicos disueltos se filtran hacia abajo a través del techo de las cuevas.
Fuente: Europa Press